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domingo, 28 de agosto de 2011

Editorial de la Semana

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LA ENCRUCIJADA DE LA JUSTICIA (II parte)

Por: Centro colombiano de Pensamiento Político Militar

Nuestros Soldados están preparados para una guerra que los ha mantenido en el campo de combate por más de cinco décadas, conocen las tácticas y dificultades de la misma, han demostrado su capacidad, entrega y valentía, enfrentando un enemigo que recurre a todas las formas de lucha, que actúa  violentando permanentemente las leyes de la misma guerra, orientado por un brazo político que conforma una muy bien coordinada red de organizaciones y colectivos que hacen ilegal y cumplida tarea. No dudamos que la decisión es la de obtener la victoria final en el campo de combate, pero este lógico propósito de un Ejército en  guerra por la defensa de su pueblo, se ve disminuido  por la actuación de una justicia que antepone su tendencia ideológica, utilizándola como arma de guerra y logrando lo que hoy estamos viendo con nuestros combatientes: Temor angustioso que paraliza el entusiasmo por el cumplimiento de la misión.

¿En dónde hallamos explicaciones que puedan despejar los enigmas de la parcializada justicia que nos están aplicando? En primera instancia la respuesta la encontramos en los cambios de la política mundial, la izquierda internacional encontró el camino y objetivo perfecto de su lucha por el poder, y así,  se apropió de la justicia internacional donde la mayoría de tribunales y jueces no están interesados en ocultar su identidad filosófica  y son sus más obsecuentes aliados políticos. Novedosas y “avanzadas” teorías e interpretaciones hacen carrera en juicios muy bien  promocionados, donde estrenan la aplicación de su despótica doctrina.

La bandera de los Derechos Humanos se constituyó en su sofisma primario, la interpretación acomodada de los mismos en su causa de lucha y su legión de pregoneros  integrada por unos extremos y otros incautos, completan la maquiavélica estrategia que en América Latina encontró en la historia política de la región  su fuente de venganza: por un lado las Fuerzas Militares, por el otro los guerrilleros, terroristas, revolucionarios o insurgentes, como quieran denominarlos, favorecidos por el perdón, el olvido, el indulto, la amnistía o el desconocimiento de sus criminales acciones . Unos deslegitimados, juzgados y condenados, los otros libres, reivindicados y gozando del poder y la indulgencia del Estado. En la región, el conflicto Colombiano es el compromiso superior de la izquierda y su más rentable objetivo: los Militares, su justicia, su legitimidad y su institucionalidad.

En las actuales circunstancias son muchos los interrogantes que civiles y militares, instituciones y sociedad se hacen con respecto al desarrollo de la guerra: ¿Qué está pasando al interior de las Fuerzas Militares?¿Están guerrilleros y terroristas recuperando capacidad y espacio? La respuesta no es otra que la aplicación politizada de la justicia y la conclusión, el alto grado de afectación en la moral del combatiente. Cuando se conoce la tragedia del soldado con la injusticia  que lo persigue, fácilmente se entienden los motivos de su hastío.

Mientras la Justicia Penal Militar fue satanizada, desprestigiada y deslegitimada, con el argumento que era la justicia de bolsillo de los militares, la ordinaria se constituyó en el adalid de la lucha ideológica, la poseedora de la verdad, la intocable, pura y soberbia, el militar por el solo hecho de serlo, es acreedor de la sospecha, especialmente cuando el Oficial o Suboficial posee una hoja de vida que lo muestra como un combatiente  integral (condecoraciones, felicitaciones, combates, cursos, etc..) circunstancia que la fiscalía se encarga de presentar como la prueba reina y la demostración de su perfil criminal. Los plazos que por ley se deben cumplir no hacen parte de los procesos contra los militares, los testigos y testimonios falsos se convirtieron en un proceder normal y justificado, las organizaciones y colectivos de izquierda son los de fiar, tienen las puertas de la justicia abiertas con amigos en los estrados judiciales y acceso preferencial, en cada diligencia judicial el militar se enfrenta a la presencia reforzada de los miembros, que nunca faltan, de los famosos colectivos dispuestos a descargar su rabiosa ideología  y odio que los identifica. Para complementar el panorama, la propia Institución cometió el grave error de aprobar y publicar el famoso Manual Operacional que es el compendio de la más grande confusión para nuestros soldados y el asombro y desconcierto  de quienes saben de la  guerra que enfrentamos.

La  preocupación por esta grave situación en ningún momento  genera  dudas sobre la valentía y compromiso de nuestros hombres, tampoco sobre la victoria final de la institucionalidad, pero sí la  urgente reflexión de nuestros  comandantes, la guerra militar la sabemos enfrentar, la otra que nos han declarado, la jurídica-política no. Por lo tanto, es la obligación moral de nuestros líderes militares, enfrentarla con toda la decisión, riesgos, sin miedo, abierta y públicamente. Inaplazable es un reajuste en las prioridades y compromisos en la conducción de la defensa institucional. Los subalternos, quieren ver a sus comandantes más decididos, con mayor coraje para no abandonarlos en los momentos de dificultad.


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