Quienes somos

"Un grupo de colombianos, militares y civiles de reconocida experiencia a nivel nacional e internacional, conformado para analizar y debatir problemas importantes sobre la defensa y seguridad nacional".

lunes, 23 de agosto de 2010

La Opinión del día


M-19: UN NUEVO ASALTO A LA JUSTICIA


En 1985 el movimiento narco subversivo M-19, con el pretexto  de juzgar al entonces presidente Betancur, quien había hecho todo lo posible por favorecerlos, asaltó el Palacio de Justica. Sabido es que dicho crimen se hizo por encargo del peor criminal del narcotráfico de aquella época: Pablo Escobar Gaviria y con el objetivo siniestro de asesinar a los magistrados que debían definir la extradición.

Para cumplir su criminal objetivo infiltraron otros antisociales en la máxima sede de la justicia colombiana, quienes hicieron los preparativos para garantizar el éxito del aleve atentado. Los resultados son conocidos.

Veinticinco años después, aunque derrotados militarmente pero fortalecidos políticamente como quedaron después de que otro gobierno volviera a confiar en su buena fe,  se pone de manifiesto que aquella nunca existió y que, por el contrario, continuaron engañando a la nación colombiana; siniestra y subrepticiamente, organizaron un nuevo asalto a la justicia, este ya no armado pero igualmente criminal.

El modus operandi es similar al empleado en 1985. En aquella época buscaban  destruir la Corte Suprema para impedir la extradición, asesinando a sus Magistrados. En esta oportunidad el objetivo es destruir a quienes los derrotaron e impidieron su acceso al poder, enviando a la cárcel a quienes participaron en la recuperación del Palacio de Justicia, ya que no pudieron ser asesinados. En esa ocasión se infiltraron en las instalaciones de aquel templo del derecho colocando sus secuaces en la cafetería y otras dependencias. Hoy sus secuaces han escalado posiciones y ya no atienden las cajas registradoras porque ocupan altos cargos en los despachos judiciales.


Otra vez el M-19 se ha tomado por asalto a la justicia, más sutilmente pero no menos efectivos los resultados. Entonces exterminaron a los magistrados pero no estaba comprometida la majestad de la justicia, hoy las torpes maniobras de investigación y juzgamiento nos llenan de dudas y nos llevan a pensar que ha sido mancillada desde adentro y que algunos de sus funcionarios han participado en ese criminal complot.

A los abusos reiteradamente denunciados por la defensa sobre clonación y desaparición de testigos para evadir la controversia, de negación de derechos fundamentales y la violación de principios consagrados en justicia universal y en la Constitución y leyes colombianas, se suma el descubierto recientemente por una valiente periodista que pone en evidencia lo burdo del montaje y la sed de venganza que se esconde detrás de quienes aparentan buscar la verdad. Aquí aparece claro que el ánimo revanchista de los dirigentes del terrorista movimiento, antes feroces criminales y hoy premiados por la indulgencia estatal y el olvido nacional, no es otro que el de obtener la condena de quienes los combatieron y derrotaron para luego cobrar jugosas recompensas que desangran al Estado, al cual ya intentaron eliminar de cuya benevolencia se valen y aprovechan.

Que un ex delincuente, que participara en secuestros por cuenta de aquel movimiento terrorista, que aniquiló sin compasión a los ocupantes del inmolado Palacio, sea el representante de las supuestas víctimas es una burla macabra, pero que una juez y una fiscal lo hayan aceptado como el principal testigo de cargo constituye, además, un atentado contra la administración de justicia y un fraude criminal, que sus superiores deben afanarse en investigar y reparar. Serias dudas sobre su imparcialidad nos generaban las actuaciones de las dos funcionarias judiciales. El episodio de René Guarín Cortes, ex terrorista y, probablemente hoy nuevamente incurso en otros delitos por su ilegal actuación, nos causa, no solamente terror sino indignación, al ver hasta dónde han llegado los alcances de este nuevo y demoledor asalto a la justicia por parte del M-19.


Somos respetuosos de las decisiones de la justicia y sabemos que hay que acatarlas, por estar en un estado de derecho, pero nos repugna y nos hiere que la injusticia se sostenga, a la par que sus autores no sean perseguidos sino premiados. Esperamos que quienes tienen el deber de administrar justicia, en vez de tapar y proteger a los que la deshonraron, deben proceder con total transparencia, diligencia e imparcialidad en el descubrimiento y sanción de los responsables. 

Mucho daño se ha hecho a la Institución Militar, que no protesta, y este inaudito y desleal montaje constituye una advertencia para los demócratas de verdad, que indolentes creen o esperan que “no les toque” y quienes deberían recordar las advertencias de Bertold Brecht:

Primero vinieron por los comunistas, pero a mí no me importó, porque yo nunca he sido comunista.
Después secuestraron a los sindicalistas, pero a mí no me importó, porque yo no soy sindicalista.
Enseguida se llevaron a unos obreros, pero a mí no me importó porque yo tampoco soy obrero.
También detuvieron a unos estudiantes, pero a mí no me importó, porque ya no soy estudiante.
Luego apresaron a unos sacerdotes, pero como yo soy poco creyente, tampoco me importó.
Ahora me llevan a mi, pero ya es demasiado tarde




domingo, 8 de agosto de 2010

El artículo de la Semana

EJERCITO DEL BRASIL
LIDERAZGO, ADMIRACIÓN Y RESPETO
El Brasil, a diferencia de los pueblos conquistados por los españoles, tuvo un desarrollo paciente, solidario y perseverante, dentro de posiciones definidas por su naturaleza e idiosincrasia, demostradas desde los mismos albores de la independencia de Portugal. El norte de sus actuaciones en los diferentes campos de la nación, ha sido el consenso, la unión y el espíritu pacificador del Duque de Caxias,  fundamentados en la defensa de la patria, el planeamiento y la visión futura hacia el desarrollo sostenido.
 La Revolución Democrática, motivada por el pueblo brasilero que confiado y orgulloso de sus Fuerzas Armadas, clamó por su intervención en 1964, para que “pusieran fin a las perspectivas sombrías de una mezcla de inestabilidad política, crisis económica y deterioro de los valores culturales y religiosos” que generaban un ambiente de desorden, inseguridad y tensión social insoportables, motivados por la subversión establecida  en sindicatos y entidades estudiantiles, según lo manifestado por el General Glauber Viera Comandante del Ejército, el 31 de marzo de 2000, en conmemoración del trigésimo sexto aniversario del Movimiento Militar de 1964.
El Estado se vio obligado a emplear las Fuerzas Armadas para defenderse, aplicando eficazmente la doctrina sobre el empleo de la Fuerza Pública expuesta por Max Weber y posteriormente fortalecida por el pensamiento de Samuel Huntington, cuando expresa “la profesión militar existe para servir al Estado. Para rendir el más alto servicio posible, toda la profesión y la fuerza que ella comanda deben ser constituidas como un eficaz elemento de la política estatal.”[1] 
El gobierno militar restauró la Democracia y devolvió las condiciones de tranquilidad y estabilidad nacional, para asegurar el desarrollo armónico del país, en todos los campos del poder nacional, convirtiéndose en una verdadera demostración de reconciliación y desarme espiritual del pueblo.
La estructura jerárquica de las Fuerzas Militares, debidamente consolidada y sin ambiciones personales, le ha permitido al país atender las necesidades del Estado en los campos de la Seguridad y Defensa. Su desarrollo industrial, la modernización tecnológica, el perfeccionamiento del sistema energético, el avance en las comunicaciones y en el transporte heredados de la Revolución Democrática, son factores determinantes y diferenciadores en el campo económico del país. La interconexión con regiones apartadas, el avance en la educación, la proyección social y la visión futura de participación mundial, como polo de desarrollo dentro de los países más influyentes del mundo, le han permitido a la República del Brasil los mejores dividendos dentro de la globalización, que han sido construidos, sobre la base de los resultados positivos de la gestión del gobierno iniciado en 1964.
Son de resaltar la fortaleza política del país dentro de la democracia, el desarrollo social progresivo, la naturaleza  humana de sus habitantes, los adelantos técnico – científicos, el concepto pedagógico de la solución de conflictos y posicionamiento definido frente a las amenazas, como factores determinantes de la participación y el desempeño del Brasil en el contexto mundial,  principalmente el liderazgo y el respeto generado por los países tercermundistas.
El Brasil ha resistido las presiones ejercidas por diferentes gobiernos y organizaciones no gubernamentales, como las ejercidas durante el primer quinquenio de los años 90 sobre su desarrollo tecnológico nuclear y ha afirmado su posición dentro de la conveniencia adecuada para el desarrollo de la Nación.
En el campo militar, existen presiones de parte de sectores defensores de los derechos humanos y de la Alta Comisionada de DD.HH. de la ONU, quienes hostigan a los poderes brasileños y critican la interpretación de la Ley de Amnistía por parte del Tribunal Supremo Federal. Las amenazas en contra de la ley, contenidas en la tercera edición del Programa Nacional de Derechos Humanos (PNDH 3), inquietan a quienes formaron parte del estamento militar para la época del gobierno  1964-1985, por temor a ser procesados, juzgados y condenados, dentro de un clima de venganza ideológica y de “represión política”.
Darío Pignoli escritor del diario El Mundo señaló el 31 de diciembre de 2009 que “Las Fuerzas Armadas del Brasil se oponen a un Nunca Más. Treinta años después de sancionada la ley de amnistía,  los mandos castrenses advirtieron al presidente Lula Da Silva, que no consentirán ninguna  investigación sobre las violaciones de los derechos humanos[2]. La actuación encabezada por el Ministro de Defensa, Nelson Jobin, motivó una reunión de urgencia del presidente con su Ministro de Justicia Tarso Genro, mentor de la comisión de la verdad y con el secretario de Derechos Humanos, Paulo Vanucchi.
Al conocer lanzamiento del programa PNDH 3, el Ministro de Defensa, el Comandante del Ejército General Enzo Martins Pieri y del Brigadier Juniti Saito, en una expresión de franqueza con el presidente, de lealtad con la patria y con sus antecesores y de liderazgo institucional, manifestaron su desacuerdo e inconveniencia para el Estado y en forma desinteresada pusieron a disposición del presidente sus cargos inmediatamente, argumentando que “cambiar esa legislación sería lo mismo que revocar lo decidido, que fue una participación nacional, estamos construyendo el futuro no el pasado”, con lo cual resulta fortalecida la institucionalidad del Brasil.
El resultado de esta actitud fue positivo y el presidente amparó la vigencia de la Ley de Amnistía a los Militares y ordenó la revisión del proyecto del programa para conocer la verdad, sin referir la apertura de procesos, evitando con ello, hechos similares a los ocurridos en Argentina, Chile  y Uruguay, contra los militares, quienes en su momento actuaron de acuerdo a la exigencia de las circunstancias nacionales, para defender a sus estados del caos y la anarquía reinante, con el reconocimiento y la aclamación popular de la época
Es  de resaltar que para la época de este hecho, el gobierno del presidente Lula Da Silva de origen populista y quien fue de oposición radical y candidato a la presidencia en 5 oportunidades, ha venido ejerciendo una política incluyente, con el más amplio respaldo popular en la historia del país. Con la decisión de la validación de la ley de Amnistía, evitó consecuencias funestas para el fortalecimiento político, social y para la estabilidad institucional, que podrían afectar el desarrollo nacional dentro de la convivencia, reconociendo la importancia y trascendencia indiscutible a las Fuerzas Militares del Estado, como soporte efectivo e irremplazable de la democracia.
Amigo lector: Este tema interesante por la naturaleza de las acciones, requiere de su aporte y concurso para proyectar al futuro y mejorar la relación interinstitucional, que beneficie a quienes han seleccionado dignamente,  la Carrera de las Armas,  como su profesión, para servirle a la Patria y protegerla de posibles amenazas.  ¿Cuál es su concepto?


BG. Héctor Martínez Espinel
CPCG.


[1] SAMUEL, P. Huntington. EL SOLDADO Y EL ESTADO. Círculo Militar. Buenos Aires, 1983. Pag,108.

[2] DARIO; Pignoli. Pagina Taringa, Inteligencia Colectiva. 2009