domingo, 8 de agosto de 2010
El artículo de la Semana
EJERCITO DEL BRASIL
LIDERAZGO, ADMIRACIÓN Y RESPETO
El Brasil, a diferencia de los pueblos conquistados por los españoles, tuvo un desarrollo paciente, solidario y perseverante, dentro de posiciones definidas por su naturaleza e idiosincrasia, demostradas desde los mismos albores de la independencia de Portugal. El norte de sus actuaciones en los diferentes campos de la nación, ha sido el consenso, la unión y el espíritu pacificador del Duque de Caxias, fundamentados en la defensa de la patria, el planeamiento y la visión futura hacia el desarrollo sostenido.
La Revolución Democrática, motivada por el pueblo brasilero que confiado y orgulloso de sus Fuerzas Armadas, clamó por su intervención en 1964, para que “pusieran fin a las perspectivas sombrías de una mezcla de inestabilidad política, crisis económica y deterioro de los valores culturales y religiosos” que generaban un ambiente de desorden, inseguridad y tensión social insoportables, motivados por la subversión establecida en sindicatos y entidades estudiantiles, según lo manifestado por el General Glauber Viera Comandante del Ejército, el 31 de marzo de 2000, en conmemoración del trigésimo sexto aniversario del Movimiento Militar de 1964.
El Estado se vio obligado a emplear las Fuerzas Armadas para defenderse, aplicando eficazmente la doctrina sobre el empleo de la Fuerza Pública expuesta por Max Weber y posteriormente fortalecida por el pensamiento de Samuel Huntington, cuando expresa “la profesión militar existe para servir al Estado. Para rendir el más alto servicio posible, toda la profesión y la fuerza que ella comanda deben ser constituidas como un eficaz elemento de la política estatal.”[1]
El gobierno militar restauró la Democracia y devolvió las condiciones de tranquilidad y estabilidad nacional, para asegurar el desarrollo armónico del país, en todos los campos del poder nacional, convirtiéndose en una verdadera demostración de reconciliación y desarme espiritual del pueblo.
La estructura jerárquica de las Fuerzas Militares, debidamente consolidada y sin ambiciones personales, le ha permitido al país atender las necesidades del Estado en los campos de la Seguridad y Defensa. Su desarrollo industrial, la modernización tecnológica, el perfeccionamiento del sistema energético, el avance en las comunicaciones y en el transporte heredados de la Revolución Democrática, son factores determinantes y diferenciadores en el campo económico del país. La interconexión con regiones apartadas, el avance en la educación, la proyección social y la visión futura de participación mundial, como polo de desarrollo dentro de los países más influyentes del mundo, le han permitido a la República del Brasil los mejores dividendos dentro de la globalización, que han sido construidos, sobre la base de los resultados positivos de la gestión del gobierno iniciado en 1964.
Son de resaltar la fortaleza política del país dentro de la democracia, el desarrollo social progresivo, la naturaleza humana de sus habitantes, los adelantos técnico – científicos, el concepto pedagógico de la solución de conflictos y posicionamiento definido frente a las amenazas, como factores determinantes de la participación y el desempeño del Brasil en el contexto mundial, principalmente el liderazgo y el respeto generado por los países tercermundistas.
El Brasil ha resistido las presiones ejercidas por diferentes gobiernos y organizaciones no gubernamentales, como las ejercidas durante el primer quinquenio de los años 90 sobre su desarrollo tecnológico nuclear y ha afirmado su posición dentro de la conveniencia adecuada para el desarrollo de la Nación.
En el campo militar, existen presiones de parte de sectores defensores de los derechos humanos y de la Alta Comisionada de DD.HH. de la ONU, quienes hostigan a los poderes brasileños y critican la interpretación de la Ley de Amnistía por parte del Tribunal Supremo Federal. Las amenazas en contra de la ley, contenidas en la tercera edición del Programa Nacional de Derechos Humanos (PNDH 3), inquietan a quienes formaron parte del estamento militar para la época del gobierno 1964-1985, por temor a ser procesados, juzgados y condenados, dentro de un clima de venganza ideológica y de “represión política”.
Darío Pignoli escritor del diario El Mundo señaló el 31 de diciembre de 2009 que “Las Fuerzas Armadas del Brasil se oponen a un Nunca Más. Treinta años después de sancionada la ley de amnistía, los mandos castrenses advirtieron al presidente Lula Da Silva, que no consentirán ninguna investigación sobre las violaciones de los derechos humanos”[2]. La actuación encabezada por el Ministro de Defensa, Nelson Jobin, motivó una reunión de urgencia del presidente con su Ministro de Justicia Tarso Genro, mentor de la comisión de la verdad y con el secretario de Derechos Humanos, Paulo Vanucchi.
Al conocer lanzamiento del programa PNDH 3, el Ministro de Defensa, el Comandante del Ejército General Enzo Martins Pieri y del Brigadier Juniti Saito, en una expresión de franqueza con el presidente, de lealtad con la patria y con sus antecesores y de liderazgo institucional, manifestaron su desacuerdo e inconveniencia para el Estado y en forma desinteresada pusieron a disposición del presidente sus cargos inmediatamente, argumentando que “cambiar esa legislación sería lo mismo que revocar lo decidido, que fue una participación nacional, estamos construyendo el futuro no el pasado”, con lo cual resulta fortalecida la institucionalidad del Brasil.
El resultado de esta actitud fue positivo y el presidente amparó la vigencia de la Ley de Amnistía a los Militares y ordenó la revisión del proyecto del programa para conocer la verdad, sin referir la apertura de procesos, evitando con ello, hechos similares a los ocurridos en Argentina, Chile y Uruguay, contra los militares, quienes en su momento actuaron de acuerdo a la exigencia de las circunstancias nacionales, para defender a sus estados del caos y la anarquía reinante, con el reconocimiento y la aclamación popular de la época
Es de resaltar que para la época de este hecho, el gobierno del presidente Lula Da Silva de origen populista y quien fue de oposición radical y candidato a la presidencia en 5 oportunidades, ha venido ejerciendo una política incluyente, con el más amplio respaldo popular en la historia del país. Con la decisión de la validación de la ley de Amnistía, evitó consecuencias funestas para el fortalecimiento político, social y para la estabilidad institucional, que podrían afectar el desarrollo nacional dentro de la convivencia, reconociendo la importancia y trascendencia indiscutible a las Fuerzas Militares del Estado, como soporte efectivo e irremplazable de la democracia.
Amigo lector: Este tema interesante por la naturaleza de las acciones, requiere de su aporte y concurso para proyectar al futuro y mejorar la relación interinstitucional, que beneficie a quienes han seleccionado dignamente, la Carrera de las Armas, como su profesión, para servirle a la Patria y protegerla de posibles amenazas. ¿Cuál es su concepto?
BG. Héctor Martínez Espinel
CPCG.
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