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"Un grupo de colombianos, militares y civiles de reconocida experiencia a nivel nacional e internacional, conformado para analizar y debatir problemas importantes sobre la defensa y seguridad nacional".

viernes, 12 de agosto de 2011

El análisis de la Semana


Un gobierno indescifrable. Un año de incertidumbre

MG(R).VICTOR ALVAREZ VARGAS
Miembro del Centro Colombiano de Pensamiento Político Militar

Después de la exitosa Estrategia de Seguridad Nacional, puesta en práctica durante el primer gobierno y parte del segundo del Presidente Álvaro Uribe Vélez,  quedó demostrado que era posible derrotar a los violentos, que durante años se afianzaron peligrosamente.  Este gran logro fue posible gracias a una estrategia bien lograda, que integraba la mayoría de los estamentos del Estado, acompañado de una férrea voluntad política en cabeza del Presidente de la República. Este gran éxito le abrió camino a la reelección, una amplia mayoría de colombianos cifraban su esperanza de que culminara la tarea inconclusa.

Sin embargo, y aunque se le atribuyen realizaciones que lo colocan de lejos como el mejor presidente de Colombia en los últimos cincuenta años, no fue posible consolidar el esfuerzo hecho en su primer gobierno, particularmente en lo que respecta a la seguridad nacional, debido a los desaciertos en la política exterior, el torpe manejo de la rama judicial, la desleal  posición frente a la abnegada labor de las Fuerzas Militares, con el sepultamiento del fuero militar y la equivocada posición frente a las falsas acusaciones contra la Fuerza Pública, el afán de protagonismo y la ambigua posición con las organizaciones de Derechos Humanos, aceptando violaciones del Ejército no comprobadas en debido proceso y por último la “papaya” dada con los errores graves de algunos de sus más cercanos colaboradores.  No obstante, el Uribismo se mantuvo en pie, como una formula comprobada para la derrota definitiva de los grupos armados ilegales.

Dentro de la amplia gama de candidatos que se presentaron para su sucesión, fue Juan Manuel Santos, quien mostró mayor afinidad con la continuación de la exitosa política de seguridad, pues además de que había sido su principal protagonista,  mostró durante la campaña la mayor seriedad y equilibrio con las más sentidas necesidades del pueblo colombiano.   Por todo esto,  frente a sus adversarios resulto avasallador, surgió así el candidato que ofrecía las mejores condiciones de continuidad  en las férreas posiciones frente a los violentos, con la experiencia suficiente para enmendar los errores de su antecesor.

Los colombianos, esperanzados en la continuidad prometida de la Política de Seguridad de Uribe, volcaron su apoyo en su mejor aliado, su ex ministro de Defensa, quien representaba de gran manera los éxitos de su Política de Seguridad. Pero ni el más avezado de los analistas se hubiera atrevido a vaticinar sobre cuál sería la reorientación política del más firme aspirante para continuar la política de Seguridad Democrática, aunque los militares teníamos serias dudas por las posiciones en contra del estamento, cuando se desempeñó como Ministro de la Defensa. Inició entonces su gobierno, concertando a los demás partidos con el fin de orientar su gobierno hacia lo que llamó “La Unidad Nacional”.

Aunque hay que reconocer que al Presidente no le ha ido mal, lo indican las encuestas, la realidad no demuestra tanto optimismo, por lo menos en seguridad; el presidente Santos decidió sutilmente apartarse de las políticas del Uribismo, los intereses políticos han sido su prioridad, su espaldarazo al partido Liberal en la aprobación de la Ley de Victimas, que el mismo consideraba inviable en el gobierno anterior. El punto crucial ha sido ganar un liderazgo con base en una popularidad fingida y en acuerdos periodísticos más allá de las ramas del poder.  Su política no ha sido del todo coherente con los principios de su partido y, con un interés claramente politiquero, ha tomado un camino facilista, cual es el de tratar de quedar bien con todos los partidos, particularmente con la oposición;  es claramente  el toque europeo de la Tercera Vía, que no le dice nada a nadie, pero suena bien, para algunos teóricos, que aprovechan esa circunstancia para ser de izquierda sin reconocerlo y hablar de “la mano negra de la derecha”, idea brillante para silenciar opositores históricos. La clave de su popularidad ha sido el apoderarse de todas las instancias de los desprotegidos, al estilo Argentina, política a la que quedará muy difícil oponerse y menos teniendo el apoyo de organismos internacionales.

Inició su gobierno con muy buenos resultados en la política exterior al componer las estropeadas relaciones con el vecindario, lo cual fue bien recibido por la mayoría de los colombianos; era absolutamente necesario calmar la tensión en la Región, pero sin exageraciones ni falsos devaneos. La política internacional debe ser seria, sin mancillar la dignidad nacional y con claros objetivos.  Sin embargo, falta mucho por descifrar respecto a las verdaderas relaciones amistosas con nuestros vecinos, las que parecen ser más mediáticas y diplomáticas que reales: las cuentas por pagar de Venezuela aún siguen en rojo, la deportación del terrorista Julián Conrado, quien se encuentra detenido en Venezuela desde el pasado 31 de mayo continua embolatada, por las evidencias se duda mucho que se hayan cortado los apoyos a la guerrilla colombiana. El Ecuador, aunque exoneró al ex ministro Santos, mantiene en pie las demandas a las autoridades militares y de policía colombianas que dirigieron la Operación Fénix.  

Muchos afirman que el presidente Juan Manuel Santos aflojó en la voluntad de vencer a los narcoterroristas, eso no es para nada cierto, todos sabemos del esfuerzo realizado por nuestras Fuerzas Armadas en este aspecto,  pero no podemos desconocer que la nueva modalidad de presión hacia las Fuerzas Militares, auxiliada por las cortes y la nueva jurisprudencia propia y foránea, producto de los acuerdos firmados por Colombia, -ha involucrado penalmente a más militares en los últimos cinco años que en toda su historia, a través de la innegable “guerra judicial”, además de que ha dejado sin piso la pruebas más contundentes de la Farc-política.

El esfuerzo principal de la guerra, en la actualidad está siendo sostenido por las unidades élites, que cuentan con los medios necesarios y el aparato judicial expedito para lograr los éxitos operacionales, las cuales están concentradas en dos o tres sitios específicos; mientras los Comandantes militares que actúan en la mayoría de unidades desplegadas en la geografía nacional, lo piensan dos veces antes de meterse en líos jurídicos, porque no tienen los medios ni la capacidad para aplicar la nueva y enredada doctrina operacional, que dificulta o impide la correcta aplicación de los principios y leyes de la guerra; mientras los bandidos actúan a sus anchas, sin la más mínima censura y con la complacencia de quienes sindican y atacan a las Fuerzas Militares.

Por otro lado, la guerrilla terrorista cuenta con un aliado legal que le colabora incansablemente en sus propósitos, el Colectivo de Abogados “José Alvear Restrepo“, que cuenta con una gran infraestructura -que trabaja con furia ideológica -e intereses económicos; elevando sus denuncias ante la Corte Interamericana de Derechos Humanos con el fin de buscar su intervención;  justifica su accionar por la defensa de los derechos humanos, además de la ayuda ofrecida por los recientes fallos de la Corte Suprema de Justicia. Estas si son las verdaderas causas de la disminución de los resultados operacionales.

La nueva doctrina operacional que rige la Fuerzas Militares, fue inspiración del Dr. Juan Manuel Santos, cuando se desempeñó como Ministro de la Defensa, asesorada y redactada por jóvenes e “ingenuos estrategas”, que presionados por organizaciones internacionales de izquierda, buscaban alinearnos con los nuevos tratados y legislación de los Derechos Humanos.  Me atrevería a decir que no existe otro Ejército en guerra en el mundo, que tenga tantos y tan complejos condicionamientos operativos, gracias a las argucias de los personajes y organizaciones que ingenua o premeditadamente favorecen los intereses de los terroristas.

Además de las consideraciones anteriores, que redujeron notoriamente el accionar militar, podemos afirmar que el factor determinante para el arreciamiento de los actos terroristas en el gobierno Santos, fue la voluntad ofrecida por este gobierno para establecer nuevos diálogos con las FARC y el ELN., pues de todos es conocido que ante esa posibilidad, estos grupos intensifican su accionar, con el fin de llegar en condiciones más fuertes a un posible diálogo, para tratar de intimidar al gobierno y así obtener mejores beneficios en una posible negociación. Todo indica que los acercamientos en esta dirección son una realidad; ya existe una agenda para esta eventualidad; lo que no sabemos aún, son las condiciones para que se lleven a efecto, pero conociendo el estilo del Presidente Santos, tendrá un sin número de interlocutores y asesores, particularmente de izquierda, para buscar un consenso que lleve a “feliz” término las posibles negociaciones. 

Ante este contexto, son muchos interrogantes que nos podemos hacer en estos futuros diálogos. Cuál será el papel que jugarán los actores externos, ONU, OEA, CIDH?, de quienes conocemos su inclinación política y animadversión hacia las Fuerzas Armadas Colombianas, por lo que seguramente nuestro presidente los pondrá en el escenario, además de asesores externos “expertos” en la materia que tanto le gustan al primer mandatario, tal como lo es actualmente el señor Baltazar Garzón, ya residente en nuestro país desde hace varios meses; ni pensar en la posición de las Cortes y la fiscalía en las actuales circunstancias, y como es lógico será un bocado de cardenal para la jauría mediática que, muy seguramente, hará filas al lado de los “loables” propósitos del gobierno, ya que sin importar los costos, el enjuiciamiento de los militares podría ser una posible condición para buscar la tal anhelada paz.

Esta eventualidad afecta profundamente la integridad y prestigio histórico de las Fuerzas Armadas, desde ya tenemos que prepararnos para evitar ser sorprendidos; tendremos que organizar seminarios, foros y discusiones que nos acerquen a una posición que deberíamos tomar en tal escenario, particularmente las reservas activas de la FFMM. Tenemos que recordar que muchos serán los dividendos que nuestros enemigos naturales querrán sacar, como ha sido costumbre el gobierno permanecerá indiferente y apacible por el costo que tengan que pagar los militares ante un proceso de paz.


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