domingo, 22 de diciembre de 2013
Estado de Derecho, tiene un
derecho.
Por MG Ricardo Rubianogroot Román
Como pasa casi a
diario en Colombia, una noticia de la vida nacional nos lleva y fija la
atención por unos días, pero la euforia por la misma pasa muy pronto.
En esta oportunidad
se trata de la destitución del Alcalde Mayor de Bogotá.
Toda clase de
manifestaciones, conceptos, opiniones y criterios han surgido en favor y en
contra de la determinación tomada por el Procurador General de la Nación, se
han unido a esas expresiones políticos, periodistas, editorialistas, gente del común
y hasta extranjeros con cantidad de planteamientos y posiciones de todo tipo.
La
situación en relación con este hecho es clara y las expresiones lanzadas no
tienen ninguna consecuencia, aparte del derecho a la libre expresión que tiene cada ciudadano, desde el punto de vista legal no tienen efecto
ni validez alguna. Sin embargo, políticamente causa zozobra y mucha inquietud
en la opinión.
En
nuestro país hay una constitución que en su preámbulo promulga,[1]
“EL PUEBLO DE COLOMBIA, en ejercicio
de su poder soberano, representado por sus delegatarios a la Asamblea Nacional
Constituyente, invocando la protección de Dios, y con el fin de fortalecer la
unidad de la Nación y asegurar a sus integrantes la vida, la convivencia, el
trabajo, la justicia, la igualdad, el conocimiento, la libertad y la paz,
dentro de un marco jurídico, democrático y participativo que garantice un orden
político, económico y social justo, y comprometido a impulsar la integración de
la comunidad latinoamericana, decreta, sanciona y promulga la siguiente……” ese documento, la
Constitución, que es nuestra máxima expresión de Democracia, no puede, ni
debe, ser desacatado, de lo contrario no se cumple lo anunciado en el preámbulo
y las consecuencias no pueden ser más funestas, anarquía, desgobierno y
desorganización.
Por Constitución el Procurador tiene unas facultades como
representante de la sociedad Colombiana; dentro de sus potestades está la de
vigilar e inhabilitar a aquellos funcionarios públicos que no cumplan a
cabalidad con las funciones de su cargo, aún los de elección popular, como lo
determina el numeral 6 del artículo 277: “6. Ejercer vigilancia superior de la
conducta oficial de quienes desempeñen funciones públicas, inclusive las de
elección popular; ejercer preferentemente el poder disciplinario; adelantar las
investigaciones correspondientes, e imponer las respectivas sanciones conforme
a la Ley”. Los abogados e investigadores de la Procuraduría en
una juiciosa investigación de más de 10 meses encontraron irregularidades en la
gestión del Alcalde Mayor de Bogotá que catalogaron como faltas graves, lo que
desembocó, como corresponde y es responsabilidad del Procurador, en la sanción
e inhabilitación del burgomaestre capitalino.
Es compromiso de aquellos que ocupan el puesto que tiene como encargo
primario [2]“Vigilar el cumplimiento de la Constitución,
las leyes, las decisiones judiciales y los actos administrativos; promover y
proteger los derechos humanos; defender el interés público y vigilar la
conducta oficial de quienes desempeñan funciones públicas; …” cumplir con el
encargo sin ceder ante presiones de cualquier índole, valientemente como actuó
el Procurador, quien, si no lo hubiera hecho así, sería tan o más responsable
por incumplir con sus funciones.
Es allí donde no se entienden todas esas
expresiones a las que nos referimos al inicio de este escrito. Ni el actual
alcalde de la cuidad de Bogotá ni ningún otro funcionario público, tienen un
tratamiento que los diferencie, a nadie se lo exime, ni por el color de su piel, ni por su religión ni por sus convicciones
políticas de cumplir con las funciones que le corresponden; no hay
excepción alguna por ningún motivo.
No es conveniente que se opine que el Procurador erró en su decisión y
es una arbitraria intromisión en los asuntos internos por parte de aquellos
extranjeros que han anticipado conceptos y condenas en cualquier sentido. ¿Acaso
se quiere que esa entidad de vigilancia del Estado Colombiano, inserta en
nuestra historia desde el mismo Congreso de Angostura y perfectamente instituida
en la Constitución colombiana, deje de desempeñar su trabajo? Ello sería tan
criticable como aceptar que las Fuerzas Militares permitieran la violación de
nuestro territorio por un Estado externo sin proceder, o admitir que la Policía
no actúe ante un robo, una agresión o una indisciplina civil, o aceptar que un
médico no opere a un paciente en estado crítico, o que un sacerdote no aplique los
santos oleos a una persona desahuciada y próxima a morir. Las actividades en un
Estado de Derecho, tienen un derecho (redundancia ex profeso).
Ahora bien, si se considera que se debe actuar
en lo sucesivo en forma diferente, surtidas las instancias y procedimientos
establecidos para estos casos, debemos primero cambiar Constitución y limitemos
las funciones de los funcionarios según el caso, pero hagámoslo en forma
inteligente, sin caer en la anarquía que, por laxitud, nos lleve a un desplome
y se debilite aún más nuestro Estado de Derecho.
Las Instancias supranacionales y los entes a
los que se pretende acudir, por ser firmantes, tienen sus inconvenientes, no
podemos para unos casos aceptarlos y para otros no, según la conveniencia; recordemos
las expresiones provenientes desde las más altas instancias del Gobierno con el
caso del diferendo colombo-nicaragüense.
Como están las cosas y de acuerdo a nuestra
Carta Magna, lo ejecutado por el Procurador está correcto y se ajusta a los
procedimientos existentes, lo que amerita nuestro pleno respaldo a este
funcionario y a todos aquellos que cumplan con la constitución, las leyes y
normas.
No es época de demagogia, es época, como lo
será siempre, de cumplir con nuestras leyes y normas; no hacerlo es desorden y
desgobierno. Que esta temporada navideña nos deje especio para la reflexione y
el sosiego de nuestros espíritus, Colombia y su futuro lo necesitan
viernes, 8 de noviembre de 2013
EDITORIAL
ZAPATERO A TUS
ZAPATOS
En el siglo I de nuestra era
el historiador latino Plinio el Viejo nos presentó el adagio en mención a
propósito de una exhibición griega de pinturas en la que un zapatero se mofaba
porque a su juicio una sandalia en una pintura era desproporcionada, por lo que
el pintor hubo de corregirla expresando que cada persona debería ir a lo suyo y
que aceptaba la crítica.
Pues bien, el señor General
Comandante de nuestro Ejército según el periódico “Publimetro-Bogotá”, edición
del ocho de Noviembre manifestó que “...si las FARC están dentro de la sociedad
civil en el marco legal, tenemos que garantizar sus derechos y libertades…” más
adelante el periódico afirma que el General manifestó que “De lograrse un acuerdo
de paz definitivo con la guerrilla, las FFMM cumplirán con su misión
constitucional de garantizarles protección a los desmovilizados”.
De verdad, cuesta dar
crédito a estas declaraciones provenientes de un comandante de una institución
como el Ejercito, patrimonio nacional que no fortín o comodín de gobernante o
partido político. Si lo que pretendía era un halago al jefe supremo, creo que
lo logró a título personal, porque institucionalmente causó un peligroso y
desmotivante efecto en las tropas a su mando: 1. ¿Habló como ministro,
comandante general o como quien? , ahí habría una usurpación de funciones. 2.
¿Cuál es el mensaje como soldado a sus hombres a quienes exige sacrificio y
entrega en el combate?, ¿Cuál es el mensaje y respeto a la memoria de los
muertos y mutilados causados en la guerra inclusive en operaciones y órdenes
directas suyas? 3. ¿Pensó en los efectos de sus palabras en busca de réditos
personales o institucionales?
La misión del Ejercito es
clara, es universal e incluyente a partir de nuestra carta magna y no da lugar
a malas interpretaciones, afirmar en su condición de comandante que respetará
los desmovilizados es insinuar que eso no se cumple hoy, lo cual ni es cierto
ni a partir de su comando se ha practicado; muy infortunadas y ligeras sus
afirmaciones; nuestro Ejército, insistimos es patrimonio nacional y su posición
de comandante no puede usarse como Corifeo y zalamería a sus jefes, una cosa es
dar respaldo y otra es humillarse y con ello lastimar la institución.
Esas declaraciones son
adecuadas para un ministro, para los negociadores o para el propio Presidente,
no lo son para un jefe militar que debe
estar dedicado a lo profesional, a lo operacional y no a la política, como nos
lo dijo Plinio el viejo “zapatero a tus zapatos”.
martes, 15 de octubre de 2013
Editorial
ES SOLAMENTE UN
REFLEJO
Por:
Centro colombiano de pensamiento político-militar
14
de octubre de 2013
Los medios de comunicación han dado un inusual despliegue
publicitario a los bochornosos hechos en que un irresponsable edil de Chía, embriagado
e imprudente, pone en ridículo a la Policía Nacional, al Ejército y finalmente
al aparato de justicia, cuando después de cometer gran cantidad de infracciones
de tránsito, abusivamente y sin oposición ingresa a la Escuela Militar de
Cadetes, seguido de una caravana de taxistas y miembros de la policía, en donde
finalmente es capturado.
El vergonzoso espectáculo pone de manifiesto varias
realidades de este país; la primera la clase de políticos que hoy ocupan
posiciones, de los cuales el sinvergüenza edil no constituye sino una muestra
de la falta de principios, del desapego y falta de respeto por la ley, de la
soberbia extrema que los hace creer que están por encima de toda otra autoridad.
No es sino mirar los casos repetidos de congresistas, miembros de otros cuerpos
colegiados y otros representantes de la clase política, para entender que el
comportamiento irregular y casi delincuencial, no es sino la norma de conducta
imperante.
Tan grave como el anterior resulta preocupante el
altísimo nivel de desprestigio y falta de autoridad de la Policía Nacional, que
sale muy mal parada con esta nueva intervención, en donde se refleja que la
ciudadanía la irrespeta y la ultraja sin mayores consideraciones; el
tratamiento inicuo que recibiera en el pasado paro agrario, los constantes
ataques a sus agentes por personas de todos los niveles y en las más disímiles
situaciones, que la televisión ha ilustrado profusamente, son una muestra de
que esa Institución ha perdido el respeto frente a los colombianos. Sin lugar a
dudas, ello es atribuible a los escándalos generados en las más altas esferas,
en los que la corrupción aparece como la protagonista.
La intrusión de este maleante en una instalación militar
con su séquito de seguidores, en que los miembros de la guardia ni impidieron
su ingreso ni reaccionaron en ninguna forma, además de constituir un grave
antecedente que muestra debilidades extremas en la seguridad, es solamente un
reflejo de lo que ocurre a nivel nacional en todo el Ejército Nacional, en
donde sus integrantes están atemorizados por las graves consecuencias penales y
disciplinarias que se asumen por simplemente cumplir sus deberes. Es
exactamente la misma situación que se vive en todo el país desde el año 2009,
cuando la persecución judicial inclemente e injusta a los militares llevó a
entorpecer, reducir y finalmente hasta prácticamente paralizar las operaciones
militares en contra del terrorismo y el narcotráfico.
Por ello, no resulta extraño el comportamiento asumido
por quienes han sido víctimas de un acoso judicial que, no solamente los
enjuicia, sino que les niega e irrespeta sus mínimos derechos y garantías
judiciales, edificando procesos injustos y arbitrarios, soportado en un aparato
infiltrado por aquellos a quienes se combate. Si hubieran reaccionado como
ameritaba la situación, el sinvergüenza y las timoratas autoridades que lo
seguían, serían hoy las víctimas indefensas de un militarismo desmedido y
sanguinario y los militares estarían privados de la libertad y buscando como
atender económicamente su defensa en los procesos penal, disciplinario y
administrativo, sin respaldo del Estado.
Lo ocurrido no es sino el reflejo de la situación
nacional.
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09:07 (hace 4 horas)
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Completamente de acuerdo. La incursión de prófugo, policías taxis etc. por una guardia militar, sin reacción alguna, es la fotografía nítida del temor de los militares a recurrir al uso legítimo de las armas y por tanto la fragilidad de nuestros sistemas de seguridad. Pudo haber sido una incursión guerrillera, ¿en qué hubiéramos quedado?. El desconocimiento al procedimiento policial por parte del infractor, muestra que nuestra policía hoy en día no es respetada por la ciudadanía. Ya nos acostumbramos a que apedrearlos, insultarlos y humillarlos en todo tipo de manifestaciones sin reacción alguna de mandos y autoridades, es lo normal Hoy día la policía no es acatada ni mucho menos respetada. El prófugo con su inexplicable e irresponsable conducta, es muestra de cómo y a quienes elegimos en nuestro sistema democrático. Faltó analizar la libertad inmediata que recibió el infractor. En qué otro país, la justicia hubiera dejado en libertad inmediata a una persona que protagoniza este tipo de hechos?
Luis Carlos Jaramillo Peña
martes, 20 de agosto de 2013
Los peligros del actual proceso de paz en Colombia
EDITORIAL
LA ESTRATEGIA DENTRO
Y FUERA DE LA MESA
Cada vez está
más cerca la posibilidad de un acuerdo gobierno-Farc, el comunicado del Dr. De La
Calle al término de novena ronda de conversaciones lo confirma, “nunca antes habíamos
llegado tan lejos en un acuerdo con las Farc”, sin embargo, la negociación va a
paso de tortuga, gracias a las dilaciones impuestas por las Farc.
La posición del gobierno ha sido
la misma, mantenerse dentro de los puntos de lo establecido en el acuerdo
general; no obstante, la amplitud y ambigüedad de la agenda le ha permitido a
las Farc elevar una cascada de exigencias. Solo en el primer punto de la Participación
Política, en donde se tratarán derechos y garantías para el ejercicio de la
oposición política y el acceso a los medios de comunicación, de las diez
exigencias iniciales han surgido 49 más, incluyendo, como ha sido costumbre en todas
las ocasiones, acusaciones contra las FFMM.
Así como van las cosas, las Farc
continúan con la iniciativa, ganando espacio, particularmente fuera de la mesa,
al utilizar la estrategia de aproximación indirecta, al presionar acciones que no
han sido concedidas en las negociaciones, a través de la búsqueda de la desobediencia
y desorden civil en varias regiones del país (movilización de masas), para lo
cual han utilizado como herramienta su aparato político, tanto el legal como el
ilegal. En el ámbito internacional, continúan ganando espacio mediante el permanente
pronunciamiento mediático y por el interés generalizado en toda la región,
incluso de los EEUU, quienes han manifestado su beneplácito por la búsqueda de
la paz en Colombia. Claro está que el costo será exclusivamente de los
colombianos y por lo tanto irrelevante
para los que la países que la apoyan.
Hablando de costos y
consecuencias, el peor peligro que se ve cada vez más latente, es en particular
para el Ejército Nacional, por haber tenido la misión institucional de
combatirlos durante toda su existencia, por lo que se constituye, por obvias
razones, en su enemigo natural, al cual le endilgan con persistencia la mayoría
de los males del país, particularmente lo hacen fuera de las mesa de negociaciones.
Estas acciones se presentan sigilosamente en varios escenarios, donde se ha
venido menoscabando la integridad y prestigio de la institución y la de sus
miembros.
Para lograr este propósito, se
han valido de variadas formas de lucha, incluso con el beneplácito de algunos gobiernos
en el pasado, como lo indica el reciente informe del Centro Nacional de Memoria
Histórica, adscrito al Departamento para la Prosperidad, titulado ¡Basta Ya!, elaborado
por un grupo de abogados, sociólogos y politólogos. Allí, aparentemente, se
utilizaron muchas falsas víctimas que fueron entrevistadas en zonas
tradicionalmente afectas a los terroristas y también algunas otras
organizaciones de reconocido sesgo antimilitarista, como es el caso del CINEP. Este
extenso documento recoge, en forma selectiva, varios testimonios sobre la
“realidad histórica de la violencia en Colombia”, donde se adjudica buena parte
de la violencia armada a la Fuerza Pública en los últimos sesenta años. Paradójicamente,
los delegados de las Farc, consideran que este informe se quedó corto con las
acusaciones a los militares, por lo que, en reciente comunicado, manifestaron:
“Hemos afirmado que las víctimas son víctimas del conflicto, que el Estado es
responsable por acción o por omisión, lo que fue reconocido recientemente por
el Presidente de la República, Juan Manuel Santos”. Con este antecedente amañado y parcializado
¿qué pueden esperar los miembros y ex miembros del Ejército al final del
conflicto?
Otra de las múltiples estrategias,
que el gobierno no percibe, o mejor no son de su interés, por encontrarse en
otras ramas del poder, es la manipulación de las víctimas o supuestas
víctimas, por los Colectivos de Abogados afines a la guerrilla, que
aprovechando los convenios y tratados suscritos por Colombia sobre los Derechos
Humanos, han efectuado innumerables demandas ante la Corte Interamericana de
DDHH, con el fin de que esta replique contra el Estado (Fiscalía) viéndose presionado
a investigar y sancionar los supuestos delitos, además con la obligación de
encontrar culpables dentro de los agentes del Estado, lo cual además les genera
millonarias ganancias.
Comparto con muchos miembros de
la institución militar, que resulta oprobioso igualar las acciones de quienes
depredaron el país, mediante el terrorismo y el crimen organizado, con los
servidores de la patria que actuaron en legítima defensa del Estado y con un altísimo
costo para quienes enfrentaron esta violencia y, aunque parezca deshonroso y
contra la moral militar, no se percibe una alternativa diferente para los
miembros de la Fuerza Pública, a la de buscar simetría en el marco de la
aplicación de la Justicia Transicional ofrecida por el gobierno, el Fiscal
General y algunos congresistas, para
quienes se encuentran condenados o procesados por supuestos delitos
relacionados con el conflicto, aun teniendo la certeza de que la mayoría de
ellos son inocentes.
Son muchas las circunstancias
negativas y adversas que rodean el actual proceso de paz para la Fuerza
Pública, como las expuestas anteriormente, por lo cual resultaría poco práctico
persistir en un tratamiento diferencial bajo el actual panorama que rodea el
acuerdo con los irregulares, tal experiencia ya la vivimos en el caso del
Palacio de Justica. También es importante que aprendamos de la experiencia
internacional en este aspecto.
martes, 16 de julio de 2013
Editorial
EL
FUSILAMIENTO PREVENTIVO EN COLOMBIA
Por: Centro Colombiano de Pensamiento Político-Militar
En
la obra “Diccionario comentado del español actual en Colombia” de Ramiro
Montoya o en la obra “Medellín en la memoria” de Ricardo Olano es fácil
encontrar una frase, al parecer muy utilizada en nuestras guerras civiles:
“Vayan fusilando mientras llega la orden” Pareciera que su vigencia sigue
actual pero empleada en sentido figurado, ya no es quitando la vida sino
arrebatando la libertad y derechos y solo aplicada a los militares por operadores de justicia o disciplinarios,
generalmente ignorantes del tema militar o simplemente sesgados política o
ideológicamente.
Un
claro ejemplo de ello es el texto aprobado en sesión plenaria del Senado del
proyecto de ley 92 de 2012 en el que so pretexto de la aprobación o no de ascensos militares y policiales en la
jerarquía de oficiales Generales o de Insignia, se incluyó un tradicional y
popular “mico”, aprobado a pupitrazo y sin conocimiento del grave e injusto contenido
por los honorables senadores y que textualmente reza:
“Articulo 12(nuevo) DEGRADACIÓN MILITAR Y
POLICIAL. Crease la figura de la
degradación militar y policial, la cual consistirá en una sanción impuesta por
el Juez Penal Militar o Policial, el Juez ordinario o el operador Disciplinario
cuando el investigado haya sido encontrado culpable por un delito o una falta
disciplinaria.
La degradación producirá la disminución de la
asignación salarial, privación del grado, insignias, distintivos,
condecoraciones o medallas militares o policiales, además de las sanciones o
penas principales impuestas. La degradación puede afectar a miembros activos o
retirados.”
A
todas luces esta injusta, oprobiosa e infame medida, constituye un fusilamiento
preventivo no solo del militar o policía,
sino que también se ensaña con el entorno familiar; es odiosa, peligrosa, abusiva, inequitativa y
con peligrosos visos de venganza hacia lo militar o policial; es
inconstitucional dado que en las funciones del senado consignadas en el
articulo 173 numeral 2 solo se le faculta para “aprobar o improbar los ascensos
militares que confiere el gobierno nacional” y no para degradar.
Cabría
preguntar para efectos de equidad, si por ejemplo los congresistas condenados
por parapolítica, los funcionarios condenados por corrupción o por cualquier
sanción disciplinaria, también perderían sus pensiones, prerrogativas y
condecoraciones que, al igual que a los miembros de la Fuerza Pública, de ser
aprobada la ley de marras se aplicaría.
¿Por
qué pasa esta ley de “agache”?, ¿Por qué el gobierno nacional a través del
ministerio de Defensa no se ha pronunciado ni ha protestado?, ¿Será que esto
tiene que ver con los diálogos de La Habana?
Es
increíble que avanzado el siglo XXI todavía siga vigente la tenebrosa frase
“Vayan fusilando mientras llega la orden”; que ironía, que el premio por
defender la patria sea recibir el “fusilamiento preventivo”…
lunes, 3 de junio de 2013
El futuro de Colombia y los militares en el proceso de paz con las FARC
LOS COSTOS DE LOS DIALOGOS DE LA HABANA
A la luz de los actuales acontecimientos resulta conveniente hacer
algunas reflexiones sobre lo dicho en un análisis publicado del 22 de Noviembre
del 2012 por el CCPPM[1],
en donde se decía:
“Las FARC
se dieron cuenta que están en el mejor momento para aceptar un proceso de paz
honroso, que los deja libres de pecado, y así poder participar libremente en
política legal, no sin antes decirle al país, una y otra vez, las causas que
consideran que los llevaron a tomar las armas y sus propósitos “nobles” para
solucionar todos los problemas del país; pero esto no lo harán hasta que no
perciban que su aparato político les garantice que el poder está a su alcance”.
Para lograr una ventaja estratégica
las FARC plantean posiciones duras que manejan en un doble discurso: conciliatorio
y ajustado al preacuerdo ante los negociadores en la mesa y radical y malintencionado
ante los medios de comunicación, con el propósito de ganar la confianza de los
colombianos desprevenidos. Así quedó demostrado al final del primer acuerdo (acceso
y uso de la tierra), en el cual renunciaron a sus radicales posiciones ante los
medios, a cambio de un logro político importantísimo, al obtener, así sea en el
papel, la reforma rural integral, la que el Estado no ha podido hacer en los
últimos cincuenta años.
¿De qué lado creen que quedó el
partido en el primer tiempo? Como parte de su estrategia y con
el argumento de no aceptar una “paz
exprés”, como la han denominado, seguirán dilatando el proceso, a fin de
dar tiempo a su aparato político y propagandístico de fortalecerse, para lo
cual resulta apropiada la tradicional y perversa combinación de todas las formas
de lucha, mediante la que, a través del terrorismo y uso de las armas,
mantienen vigente su presencia, mientras generan en la ciudadanía la necesidad
de llegar a un acuerdo de paz.
Las FARC siempre han demostrado una
extraordinaria habilidad para aprovechar y sacar ventaja de las oportunidades que
les brinda el sistema, aprovechando el sincero anhelo de paz de todos los
colombianos y las ambiciones políticas de la clase dirigente. En el supuesto de
que un acuerdo con el grupo terrorista va a poner fin a la violencia, la idea
que quieren vender resulta fascinante y seductora para colombianos y
extranjeros, ansiosos de ella pero desprevenidos de las verdaderas intenciones
y sus consecuencias, ya que el terrorismo, como estrategia, se trasladaría a
otros protagonistas. Las FARC han manifestado en repetidas oportunidades que
los acuerdos de paz son un paso estratégico hacia la toma del poder, pero los
colombianos no quieren creerlo.
Las FARC no pretenden renunciar a
sus pretensiones de más de medio siglo y han convencido a los colombianos que
ahora van tras sus postulados a través de la participación política. ¡Qué
equivocados están los que así lo creen! El sistema electoral existente no es
trasparente, los votos se compran y cuando no, se sujetan a la presión armada
en muchas regiones del país. ¿Por quién votarían los habitantes de las zonas
donde tuvo predomino las FARC tantos años y qué países financiarán la campaña política del nuevo partido?
Debido a la corrupción, la falta de
liderazgo, la pérdida de los principios y de identidad en sus postulados, la
clase política ha sufrido un gran desgaste y muestra un grave deterioro en su
credibilidad en los últimos años. La falta de cohesión, producto del sistema
electoral, falta de lealtad y componendas burocráticas, han llevado a que
minorías de izquierda se impongan en los procesos electorales, como lo ocurrido
con la alcaldía de Bogotá. Frente a eso, nos preguntamos, ¿Estarán preparados
los dirigentes de los partidos tradicionales para enfrentar una izquierda unida,
con el apoyo de los supuestos desmovilizados de las FARC y otros grupos que
sigan este camino?
Dentro de este proceder de la clase
política, que se ha vuelto habitual desde hace ya por lo menos un cuarto de
siglo, en que la prudencia cede el puesto a las ambiciones personales, no sería
de extrañar que surjan alianzas con los terroristas supuestamente arrepentidos,
con el fin de ganar curules y mantenerse en el poder.
Hablando de costos, ¿qué le espera
a las Fuerzas Armadas? Si bien el Presidente Santos ha dicho que no se tocará
la estructura y doctrina de la Fuerza Pública, sus promesas no tienen ya
ninguna credibilidad ante el país. En este proceso de paz, durante más de un
año en que afirmó no estar negociando con las FARC, secretamente adelantaba con
su hermano y dos de los actuales delegatarios, diálogos en la Habana con los
terroristas.
En el punto tres, numeral cinco de la
secreta negociación se estableció que “El
gobierno nacional revisará y hará las reformas institucionales necesarias para
hacer frente a los retos de la construcción de la paz”. En el lenguaje
convencional de los políticos y frente a la permanente deslealtad, hoy norma de
conducta y, como ya lo han reclamado los terroristas, una drástica reforma y
reducción de las Fuerzas Militares viene en camino. Y, aunque no lo fuera,
¿Cuál sería la suerte de éstas en caso de que las FARC llegaran al poder? y cabe
preguntarse si saldrá el Estado colombiano a defender a los militares ante las
acusaciones de los "nuevos congresistas" y de las cortes
internacionales en el futuro. Para despejar estas dudas basta conocer lo que
está sucediendo en otros países del cono sur y Centro América.
Sin ir demasiado lejos, ya el
Fiscal General fijó su posición de olvidar, frente a los delitos de lesa humanidad
cometidos por las FARC, mientras que para los militares argumentó ser problema
del Congreso; sin embargo, en diciembre de 2012 expidió la Directiva 001, por
la cual se crea la Unidad de Análisis y Contexto, cuya finalidad no es otra que
perseguir a los mandos militares y policías, como los más altos responsables de
los delitos más representativos en los últimos años, lo que se refleja en el
llamamiento a indagatoria y detención diaria de militares de alta graduación.
Y qué decir de la intromisión y falta
de respeto de la Alta Comisionada de los Derechos Humanos de la ONU y otras
organizaciones internacionales, a las que les hemos dado patente de corso a
través de los acuerdos firmados por Colombia respecto de los DDHH.
Con todos estos mensajes no pinta
muy halagüeño el futuro de los militares que enfrentaron a los narcoterroristas
de las FARC en los últimos cuarenta años, como tampoco lo pinta el de Colombia
de seguir en el camino que dicta la estrategia artera de las FARC y el acomodo
de la clase dirigente del país.
[1] Centro Colombiano de Pensamiento Político
Militar, adscrito al Cuerpo de Generales y Almirantes de las FFMM. (http://www.pensamientopolitico-militar.blogspot.com/).
viernes, 17 de mayo de 2013
Editorial
JUGANDO
A SER GENERAL
“Obras
son amores y no buenas razones”
Además del tema de la seguridad, son muchos y
frecuentes los casos que ocurren en el espacio del Ministerio de Defensa, unos
de los cuales datan de tiempo atrás, sin que en esa cartera se aprecie una gestión
encaminada a ponerles solución.
Algunos de ellos son esencialmente graves,
por las connotaciones que tienen sobre los hombres, sus familias y la moral de
la Institución Militar y la Policía. La salud y el sistema salarial y
prestacional estarían entre los más abandonados, sin dejar de lado otros que
adelante citaremos.
El ineficiente e incapaz sistema de salud,
que muestra un atraso de varias generaciones por haber sido diseñado para
atender a una institución de 70.000 hombres y que no se ha adecuado para el
inmenso crecimiento que llega a cerca de 400.000 hombres más sus familias, con
una infraestructura hospitalaria y dotacional insuficiente para brindar una
mínima atención de por sí pésimamente
distribuida, que da origen a largas, larguísimas listas de espera de varios meses,
sujetas a kafkianos procedimientos, con engañosos y fraudulentos sistemas de
distribución de medicamentos, sin posibilidades de exámenes especializados
dentro de un corrupto sistema de contratación, que no encuentra solución ni
reparos en el Ministerio de Defensa, a quien corresponde la responsabilidad de
su funcionamiento.
El sistema salarial y prestacional,
ciertamente fue corregido por única vez, durante el Gobierno del Presidente
Gaviria, más para mostrar la bondad de tener el primer Ministro de Defensa, ya
que nunca antes la clase dirigente había tomado la decisión de nivelar un
sistema desigual y manifiestamente injusto con quienes, por cerca de dos
siglos, se habían jugado la vida por el Estado que desconocía sus mínimos
derechos. De nada han servido los reclamos y ninguna ha sido la acción para solucionar
un aberrante y absurdo sistema que permite que un Coronel con 25 años de
servicio gane menos de la mitad de un funcionario del Gabinete del mismo
Ministerio de Defensa, recién graduado o sin experiencia o que un Sargento
Mayor con el mismo tiempo gane menos que una secretaria de juzgado.
La idoneidad del aparato de justicia penal
militar, desde hace cerca de una década dirigido por civiles desconocedores del
tema, que generó un sistema integrado por voraces funcionarios que solo buscan
prebendas, grados y honores por encima de su responsabilidad y que se ha
convertido en una bolsa de empleos de descalificados profesionales.
Resultaría larga la lista, y por ello solo se
citan los serios problemas de vivienda fiscal, insuficiente y de mala calidad, la
falta de acceso real a sistemas recreacionales, cuando los pocos que existen
son inequitativos y deficientes y comparativamente desigual a los suministrados
por las cajas de compensación.
La condición de inequidad que existía hasta
la década de los años ochenta, ha sufrido un paulatino deterioro desde el
momento en que se nombraron civiles como ministros de defensa, que lo tomaron
como botín burocrático. Mucho de lo que hoy lánguidamente agoniza como el Club
Militar, el Hospital Militar, las casas
fiscales, los centros recreacionales, fueron el legado que nuestros jefes dejaron
a la posteridad, luchando contra los Ministros de Hacienda. No podemos hoy
afirmar lo mismo acerca del legado de los civiles en el Ministerio.
No es excusa que justifique la indolencia, el
pobre argumento de que el problema viene de mucho tiempo atrás. De ser así, el
progreso nunca hubiera llegado y el atraso sería la constante; cuanto más
antiguo sea, mayor es la negligencia y más graves las consecuencias que deben
asumirse. Ello no es responsabilidad de los militares, formados para la guerra,
sino del Ministro, quien ha descuidado los temas sensibles del sector, siendo
él en quien recae la total responsabilidad administrativa de la cartera.
Mucho tememos que esa distracción sea el
producto de su dedicación por los asuntos de la guerra, como si ésta no fuera
la responsabilidad de los Generales o éstos hubieran abandonado su papel y
requieran la presencia del joven ministro para dirigirlos. En su preocupación
por mostrarse como el hombre de la guerra, pareciera haber olvidado que las operaciones
militares son responsabilidad de los Mandos y que en ellos reposa la
experiencia que les conceden muchos años de combate y quienes fueron técnica y
tácticamente preparados para ello durante su larga carrera militar. No ocurre
lo mismo con los ministros de Defensa, quienes generalmente ni siquiera
prestaron el Servicio Militar Obligatorio.
Resulta un contrasentido, un absurdo y un
desatino que el Ministro se involucre en la dirección de los asuntos del
combate, desplazando a quienes sí saben de ello; sería tanto como que el
Ministro de Salud presidiera las operaciones médicas, cuando su trabajo es
hacer que todos el sistema funcione, lo
que sí requiere de su dedicación extrema.
Mientras tanto en un gabinete integrado
solamente por civiles con altísimos sueldos u honorarios y ningún militar, se
nombran funcionarios, muchos de ellos premiados con becas y comisiones en el
exterior, en tanto se escatiman los cupos que corresponden a la organización militar.
Ministro, deje hacer el trabajo especializado
que corresponde a los militares y dedíquese a solucionar los graves problemas
que afectan el cumplimiento de las funciones y la misión del sector Defensa.
Preferimos pasar por conflictivos y ser
calificados de intolerantes antes que dejar de lado la intrínseca
responsabilidad que comporta el ser General de la República, de velar por los
intereses de la Institución, así no guste a los amigos del gobierno y por ello
le decimos, a modo de epílogo, que no queremos un Ministro que juegue a ser General,
pero si, en aras de su estrategia política, decide hacerlo y se lo permiten,
que no abandone el cumplimiento de sus otras responsabilidades, esas sí de su
resorte y responsabilidad misional.
lunes, 6 de mayo de 2013
ATROPELLOS AL FUERO CARCELARIO
EDITORIAL
¿INJERENCIA INDEBIDA O MANDADO?
En el diario “El Tiempo” del 4 de Mayo, apareció un
artículo-entrevista al MG de la Policía Gustavo A. Ricaurte, director del
INPEC, quien en sus respuestas no oculta su sentir y su animadversión por todo lo que sea militar,
excepto su grado, por supuesto.
No tiene respeto por el mismo ministerio de Defensa
cuando afirma que habrá un nuevo centro carcelario en las instalaciones de la
Escuela de Artillería al que se invertirán 75.000 millones de pesos, como si
estuviera investido de tal poder que le diera el derecho de decidir por encima
del mando militar sobre el particular, lo que demuestra su falta de
consideración, irrespeto e injerencia indebida.
Afirmar impúdicamente que es partidario de que los
centros de reclusión sean administrados por civiles, no solo atenta contra la
majestad de las instituciones militar y policial, sino muestra su crasa
ignorancia sobre la capacidad y razón de ser y existir de la Policía Militar o sus
equivalentes en las fuerzas, cuerpo entrenado y preparado en el manejo y administración de estos centros.
Valerse de las irregularidades que, a pesar de ser
denunciadas por los medios de comunicación, ya habían sido detectadas y estaban
en camino de corrección por los mandos
naturales, no solo es temerario y atrevido sino sospechoso; no se justifica que
estos eventos ocurran, pero preocupa que sean usados para desprestigiar la
institución militar solapadamente. Siguiendo los mismos razonamientos
utilizados por este encubierto contradictor, podría sugerirse que se acabe el
INPEC pues, con mucha mayor frecuencia ocurren
fugas, tráfico de influencias y de elementos, malos manejos y descuidos
y que al frente, entonces, de esa dependencia se ponga un civil.
No; por ahí no es; no se busca el origen de la calentura
en las sábanas; tales fallas, como el mismo General Ricaurte lo reconoce,
corresponden a conductas de menos del dos por ciento de los internos, entonces,
en sana lógica, resulta innecesario hacer una tormenta en un vaso de agua. Eso sí,
debe haber correctivos que le garanticen a la sociedad y a los mismos internos
el castigo y la resocialización, sin aprovechar la coyuntura para demostrar su
animadversión por el Ejercito, oculta tras argumentos acomodados y sofísticos.
Si, tenemos muchas quejas del sesgo y la inquina por
todo lo militar del señor General Ricaurte, quien en no pocas veces ha perjudicado
al personal que pasa detenido, soslayando, burlando o torpedeando el fuero
carcelario que otorga la ley, ora demorando, ora obstaculizando en sus
decisiones administrativas la asignación del lugar de reclusión y causando
zozobra y dolor en los afectados y sus familias; y, no por ello hemos
descalificado la Policía Nacional a la que pertenece, ni tampoco al INPEC, ya
que sabemos que su posición es personal y obedece a sus odios personales.
Nos preocupa, eso sí, que sus desafectos estén
incentivando la división y la armonía que deben existir entre los miembros de
la Fuerza Pública y generando un clima de enfrentamiento entre dos
instituciones, que deben trabajar mancomunada y estrechamente. Sus ojerizas,
Señor General, llevadas a la práctica, están contra lo dispuesto en la
Constitución Nacional y, principalmente, contra el sentido común. Lo que aquí perjudica
al Ejército, perjudica también a la Policía.
Hacemos un llamado a la reflexión y a la cordura al
señor General Ricaurte y sus asesores. Las cárceles para los militares y policías
no son un capricho, que existan o no, no es un sentir de algún funcionario,
obedece a un fuero vigente en nuestra constitución, es un derecho del hombre y
una obligación del Estado que debería convertirse en prioridad para quienes
tienen la responsabilidad de su administración, es una obligación moral y una
condición de solidaridad para quien porte un uniforme y ostente un grado
militar. Nos queda una duda: ¿Es su sentir, o se trata un mandado, señor
General?
miércoles, 17 de abril de 2013
EDITORIAL
¿QUE NOS PASA?
A
propósito de los hechos nacionales y regionales en el acontecer político en el
mes de abril, es menester repasar al menos dentro de ello la afectación para
los militares y el desdén con que se nos trata, veamos:
El
día nueve de abril justo frente a un evento organizado, patrocinado y ejecutado
por las FARC, se obliga a la Fuerza Pública a retroceder un siglo cuando esta
era manipulada políticamente, y a ser
usada en un acto aparentemente válido y noble en que en el fondo se buscaban
réditos políticos e intereses
electoreros y caprichosos.
¿Cómo,
a sabiendas del ingreso de un elevado número de buses venidos desde el Caguán,
el Chocó y algunos otros parajes llenos de personas que incluyeron mujeres y
niños obligados a marchar por las calles capitalinas por esa banda
narcoterrorista se haga lo propio por el jefe supremo de las FFMM con cualquier
ridícula disculpa, ¿Era apoyo?, ) ¿ Era adecuado?. ¿Cómo un funcionario
obligado al recato, a la sensatez, a la imparcialidad como lo es el Fiscal
General de la Nación hace lo propio?. ¿Cómo
durante toda la semana mientras morían numerosos soldados o eran encarcelados
otros, en diferentes partes de nuestra geografía se pregonaba la aplicación de
la justicia transicional para los miembros de las FARC y descaradamente se
afirmaba que sus cabecillas no cometieron crímenes de lesa humanidad?
¿Cómo
funcionarios como el Fiscal o el
Procurador se enfrascan en discusiones que rayan en la grosería y el desprecio,
bien sea entre ellos o con ex presidentes pendencieros? mientras comentaristas y columnistas con evidente sesgo
e interés político o económico, calificaban o descalificaban según su parecer
las discusiones. Entre tanto, el
secuestro, la extorsión, el robo, la inseguridad y la violencia así como el sufrimiento de la gente estaban presentes.
¿Cómo
el fiscal sin sonrojarse, sostiene que la justicia transicional para los
militares no es su asunto y que sí lo es, del Congreso de la República?
Entonces, ¿en dónde queda la seguridad jurídica, que no la impunidad, de
nuestros soldados y policías?
¿Cómo
aceptamos que se adelante un proceso donde nos negocian sin siquiera
enterarnos?¿Cómo
permitimos que cualquier “don nadie” extranjero incluso sin ascendencia en su
lugar de origen pontifique sobre lo que debe ser la paz en Colombia y aquí les
creemos a pie juntillas? y ¿Como los jefes Militares y Policiales se prestan
para tan evidente pantomima?, ¿Es que no vemos el peligro que se cierne en la
patria? y ¿Cómo se usa la Fuerza Pública en provecho de un interés personal?
Es
claro que la nación Colombiana seguirá condenada como maldición a seguir
viviendo en la Patria Boba; demasiada sangre inocente, viudas, huérfanos y
mutilados tenemos como resultado del conflicto que por más de medio siglo hemos
vivido como para seguir iguales sin reaccionar, ¿O es que no tenemos derecho? ¿
QUE NOS PASA?
viernes, 8 de marzo de 2013
Editorial
Editorial del CCPPM
PLACIDO ADORMECIMIENTO.
“Hemos ganado la guerra interna pero en los sumarios de la historia se escribirá que la hemos perdido”
Los mandos militares de ayer y de hoy hemos descuidado asuntos de gran prioridad y que serán definitivos en nuestro futuro institucional, familiar y personal, al igual que nuestro papel ante la sociedad.
Las prioridades laborales, las operaciones periódicas y los innumerables quehaceres diarios, propios de la actividad castrense, hacen que el mando militar no esté atento, alerta y preparándose sobre proyectos en los que debería estar avanzando u orientando para que ello se haga. Cuando despertemos de ese letargo involuntario podría ser demasiado tarde.
Actualmente existe un Centro de Memoria Histórica, establecimiento público del orden nacional, adscrito al Departamento para la Prosperidad Social (DPS), que tiene como objeto reunir y recuperar todo el material documental, testimonios orales y por cualquier otro medio, relativo a las violaciones de que trata el artículo 147 de la Ley de víctimas y restitución de Tierras. La información recogida será puesta a disposición de los interesados, de los investigadores y de los ciudadanos en general, para proporcionar y enriquecer el conocimiento de la historia política y social de Colombia. Este, es manejado por personas con capacidad indiscutible, pero con una ideología diferente a la que profesamos quienes pertenecemos a la Institución Militar en servicio activo o como parte de la reserva activa, quienes no nos hemos involucrado en ese centro, para que cada actividad, cada avance que allí se dé, sea avalado o aceptado como una verdad indiscutible de hechos que acaecieron en un momento dado en esta guerra interna que hoy vivimos.
Una vez superados los acuerdos que actualmente se discuten en la mesa en La Habana y cuando se surta la tercera fase de este proceso de paz, que corresponde a la verificación e implementación de los mismos, se dialogue del quinto punto VICTIMAS y se discuta sobre los puntos que se deriven de él, como son los Derechos humanos de las víctimas y la comisión de la verdad, la memoria histórica que se tendrá en cuenta es la que ese Centro haya establecido como tal, lo mismo que la que surgirá del CINEP (Centro de Investigación y Educación Popular) organización de reconocida y sesgada tendencia, en la que, no debe olvidarse, se gestó el grupo terrorista Autodefensa Obrera (ADO), quienes asesinaran al ex ministro de Gobierno Rafael Pardo Buelvas el 12 de septiembre de 1978.
La verdad que de allí surgirá, será la misma que siempre han presentado del país y sus Fuerzas Militares las organizaciones de izquierda extrema, cargada de motivaciones ideológicas, impregnada de odios y pasiones, con propósitos de vindicta y absolutamente parcializada. De allí nuestra preocupación y la importancia y urgencia de que el actual Mando Militar se concientice sobre la necesidad de involucrarse en las actividades de estos centros, para que cuando se recurra a esa Memoria Histórica, la verdad sea confiable, indiscutible y cierta.
Si se logra la firma de unos acuerdos que más adelante sean el camino para la construcción de una paz estable y duradera en el país, sin duda alguna la referencia que se tenga sobre la verdad de lo sucedido en la guerra interna, será parte fundamental para el futuro de las Fuerzas Militares y de todos sus integrantes, los que hoy están en servicio y los que, otrora, con orgullo pertenecimos a ellas.
Muy cercanos están los ejemplos de Argentina, Chile, Perú, Uruguay, Salvador y Guatemala, en donde la verdad que se presentó la elaboraron quienes eran sus enemigos, derrotados en la guerra y que fue la base de las condenas, muchas a perpetuidad, que les aplicaron los vencidos.
Cualquiera que fuera la razón de aquel descuido: falta de carácter, apatía, indolencia, negligencia o simples razones de conveniencia coyuntural, no encuentra justificación ni razonable explicación, frente a las consecuencias de perder en los escritorios de los negociadores lo que se había ganado en el campo de combate. Allí, además del honor y el orgullo de ser militar, se entregó a los terroristas y victimarios, lo que nunca conquistaron gallardamente. En algunos de aquellos países en que faltó, por lo menos, previsión para que no les impusieran una verdad distorsionada y vengativa, se perdieron hasta las garantías procesales, universalmente vigentes, amén de su prestigio, prestaciones laborales y tranquilidad.
Cabría aquí la arenga del Tribuno del Pueblo, José Acevedo y Gómez el 20 de julio de 1810, cuando invitaba a exigir el cabildo abierto: ¡Pueblo indolente: Si perdéis estos momentos de efervescencia y calor, si dejáis escapar esta ocasión única y feliz, antes de doce horas seréis tratados como insurgentes: ved los calabozos, los grillos y las cadenas que os esperan!
Invito a despertar de ese plácido adormecimiento y actuar de inmediato, ¡aún estamos a tiempo!
lunes, 28 de enero de 2013
Sagacidad de los negociadores de las FARC en la Habana.
Por: Mayor General Ricardo Rubianogroot Román.
Integrante del Centro Colombiano de Pensamiento
Político Militar.
El Presidente Santos acaba de
pronunciarse sobre la “reserva“ que debe
observarse en todo lo que se hable en la mesa de diálogo en
La Habana, la contraparte del Gobierno sentado en la mesa, hace caso omiso de
ello como parte de su perspicacia en este asunto.
Como es de público conocimiento,
y se ha divulgado ampliamente, una de las maniobras aprovechadas por las FARC
al aceptar este proceso, es la de manipular los resultados que se logren en la
mesa, buscando alcanzar políticamente lo que no consiguieron con el uso de la
fuerza.
La sagacidad de quienes están
sentados en la mesa, se vislumbra
claramente con estas acciones:
Obtener réditos ante la evidente
y notoria intención de lograr acuerdos por parte de la Presidencia.
Difundir con comunicados sucintos,
como los que pusieron en alerta a la Presidencia, asuntos tratados, tendencias o intenciones futuras de lo que
pretenden con estas conversaciones, con el fin único de que se conozca a todo
nivel, tanto en el país como por los organismos externos que siguen este
proceso, de tal manera que se labre el
camino y rumbo en forma lenta pero continua (estrategia comunista) del fin
último que persigue su plan estratégico; “calumniad, calumniad, que de la
calumnia algo queda”, recordemos que con el tiempo algo que se ha
difundido repetidamente y que tiene repercusión en varias instancias y niveles,
termina por ser aceptado o simplemente dado por cierto.
Hacer que la llamada Sociedad
Civil participe; para ello lograron concertar con el gobierno la creación de
una página web, en la que, supuestamente, cualquier ciudadano puede opinar y
dar su punto de vista sobre lo que se debería estudiar y tener en cuenta en
este proceso. El resultado de la creación de esta página ha sido la recepción
de incontables opiniones, infortunadamente, para quienes tenemos una vocación democrática,
prevalecen allí las ideas afines y siempre manejadas por los negociadores de las FARC, que al
final solo buscan en este proceso lograr
sus propósitos; precisamente esa página activada para ese fin, es uno de los mecanismos para que disimiles
ideas fluyan, pero, insisto, solo se entregan las de izquierda.
La insurgencia narcoterrorista
conoce esa debilidad y con viveza saca provecho de la indiferencia e indolencia
de los colombianos, que esperan que todo
llegue sin mayor esfuerzo, con la consabida justificación de que la responsabilidad
es de otros, del Gobierno por ejemplo, sin entender que somos todos quienes sufriremos
las consecuencias de lo que en La Habana se pacte.
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