viernes, 17 de mayo de 2013
Editorial
JUGANDO
A SER GENERAL
“Obras
son amores y no buenas razones”
Además del tema de la seguridad, son muchos y
frecuentes los casos que ocurren en el espacio del Ministerio de Defensa, unos
de los cuales datan de tiempo atrás, sin que en esa cartera se aprecie una gestión
encaminada a ponerles solución.
Algunos de ellos son esencialmente graves,
por las connotaciones que tienen sobre los hombres, sus familias y la moral de
la Institución Militar y la Policía. La salud y el sistema salarial y
prestacional estarían entre los más abandonados, sin dejar de lado otros que
adelante citaremos.
El ineficiente e incapaz sistema de salud,
que muestra un atraso de varias generaciones por haber sido diseñado para
atender a una institución de 70.000 hombres y que no se ha adecuado para el
inmenso crecimiento que llega a cerca de 400.000 hombres más sus familias, con
una infraestructura hospitalaria y dotacional insuficiente para brindar una
mínima atención de por sí pésimamente
distribuida, que da origen a largas, larguísimas listas de espera de varios meses,
sujetas a kafkianos procedimientos, con engañosos y fraudulentos sistemas de
distribución de medicamentos, sin posibilidades de exámenes especializados
dentro de un corrupto sistema de contratación, que no encuentra solución ni
reparos en el Ministerio de Defensa, a quien corresponde la responsabilidad de
su funcionamiento.
El sistema salarial y prestacional,
ciertamente fue corregido por única vez, durante el Gobierno del Presidente
Gaviria, más para mostrar la bondad de tener el primer Ministro de Defensa, ya
que nunca antes la clase dirigente había tomado la decisión de nivelar un
sistema desigual y manifiestamente injusto con quienes, por cerca de dos
siglos, se habían jugado la vida por el Estado que desconocía sus mínimos
derechos. De nada han servido los reclamos y ninguna ha sido la acción para solucionar
un aberrante y absurdo sistema que permite que un Coronel con 25 años de
servicio gane menos de la mitad de un funcionario del Gabinete del mismo
Ministerio de Defensa, recién graduado o sin experiencia o que un Sargento
Mayor con el mismo tiempo gane menos que una secretaria de juzgado.
La idoneidad del aparato de justicia penal
militar, desde hace cerca de una década dirigido por civiles desconocedores del
tema, que generó un sistema integrado por voraces funcionarios que solo buscan
prebendas, grados y honores por encima de su responsabilidad y que se ha
convertido en una bolsa de empleos de descalificados profesionales.
Resultaría larga la lista, y por ello solo se
citan los serios problemas de vivienda fiscal, insuficiente y de mala calidad, la
falta de acceso real a sistemas recreacionales, cuando los pocos que existen
son inequitativos y deficientes y comparativamente desigual a los suministrados
por las cajas de compensación.
La condición de inequidad que existía hasta
la década de los años ochenta, ha sufrido un paulatino deterioro desde el
momento en que se nombraron civiles como ministros de defensa, que lo tomaron
como botín burocrático. Mucho de lo que hoy lánguidamente agoniza como el Club
Militar, el Hospital Militar, las casas
fiscales, los centros recreacionales, fueron el legado que nuestros jefes dejaron
a la posteridad, luchando contra los Ministros de Hacienda. No podemos hoy
afirmar lo mismo acerca del legado de los civiles en el Ministerio.
No es excusa que justifique la indolencia, el
pobre argumento de que el problema viene de mucho tiempo atrás. De ser así, el
progreso nunca hubiera llegado y el atraso sería la constante; cuanto más
antiguo sea, mayor es la negligencia y más graves las consecuencias que deben
asumirse. Ello no es responsabilidad de los militares, formados para la guerra,
sino del Ministro, quien ha descuidado los temas sensibles del sector, siendo
él en quien recae la total responsabilidad administrativa de la cartera.
Mucho tememos que esa distracción sea el
producto de su dedicación por los asuntos de la guerra, como si ésta no fuera
la responsabilidad de los Generales o éstos hubieran abandonado su papel y
requieran la presencia del joven ministro para dirigirlos. En su preocupación
por mostrarse como el hombre de la guerra, pareciera haber olvidado que las operaciones
militares son responsabilidad de los Mandos y que en ellos reposa la
experiencia que les conceden muchos años de combate y quienes fueron técnica y
tácticamente preparados para ello durante su larga carrera militar. No ocurre
lo mismo con los ministros de Defensa, quienes generalmente ni siquiera
prestaron el Servicio Militar Obligatorio.
Resulta un contrasentido, un absurdo y un
desatino que el Ministro se involucre en la dirección de los asuntos del
combate, desplazando a quienes sí saben de ello; sería tanto como que el
Ministro de Salud presidiera las operaciones médicas, cuando su trabajo es
hacer que todos el sistema funcione, lo
que sí requiere de su dedicación extrema.
Mientras tanto en un gabinete integrado
solamente por civiles con altísimos sueldos u honorarios y ningún militar, se
nombran funcionarios, muchos de ellos premiados con becas y comisiones en el
exterior, en tanto se escatiman los cupos que corresponden a la organización militar.
Ministro, deje hacer el trabajo especializado
que corresponde a los militares y dedíquese a solucionar los graves problemas
que afectan el cumplimiento de las funciones y la misión del sector Defensa.
Preferimos pasar por conflictivos y ser
calificados de intolerantes antes que dejar de lado la intrínseca
responsabilidad que comporta el ser General de la República, de velar por los
intereses de la Institución, así no guste a los amigos del gobierno y por ello
le decimos, a modo de epílogo, que no queremos un Ministro que juegue a ser General,
pero si, en aras de su estrategia política, decide hacerlo y se lo permiten,
que no abandone el cumplimiento de sus otras responsabilidades, esas sí de su
resorte y responsabilidad misional.
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