jueves, 22 de abril de 2010
Editorial Principal del Centro de Pensamiento
“LA TROPA NO QUIERE QUE LA ADULEN. SIGUE A QUIEN LA LIDERA”
NO ERA MUCHO EL SENTIMIENTO DE LOS UNIFORMADOS CON RESPECTO AL TERCER PERIODO PRESIDENCIAL. PODRÍAMOS DECIR, QUE EN EL SILENCIO PROPIO DEL SOLDADO CON RESPECTO A LA POLITICA, EXISTÍA EN EL ALMA DE NUESTROS HOMBRES, UN DESEO INTERNO DE CAMBIO, MOTIVADO POR EL ZALAMERO DISCURSO DEL MANDATARIO FRENTE A LA REALIDAD DE UN CONCEPTO MESIANICO DE LIDERAZGO .
CUANDO EN EL AÑO 2002, EL PRESIDENTE URIBE ASUMIÓ LA PRESIDENCIA DE LA REPÚBLICA, QUIENES MAS SATISFECHOS SE MOSTRARON, SIN LUGAR A DUDAS, FUERON LOS MIEMBROS DE LAS FUERZA MILITARES. LOS MOTIVOS QUE DESPERTARON ESTOS SENTIMIENTOS, ENTRE QUIENES ESTABAN COMPROMETIDOS EN LA MISION INSTITUCIONAL DE GANAR LA GUERRA, FUERON VARIOS. EN PRIMERA INSTANCIA, LOS CUATRO AÑOS PRECEDENTES DEL GOBIERNO PASTRANA, QUE PARA LA HISTORIA DE LOS COLOMBIANOS, QUEDÓ COMO LA ÉPOCA DEL LIDERAZGO DÉBIL, LA VIDA FÁCIL, EL TERRORISMO, LA ENTREGA DEL HONOR, LA POLITICA Y NUESTROS VALORES A LOS BANDIDOS DE LAS FARC. LUEGO, EL DISCURSO DEL NUEVO MANDATARIO QUE SIGNIFICABA UN CAMBIO TOTAL EN EL MANEJO DEL ESTADO, DE LA VOLUNTAD POLÍTICA, DECISIÓN, COMPROMISO Y LIDERAZGO PARA INCLINAR LA BALANZA DEL CONFLICTO Y MATERIALIZAR EL ANHELO DE PAZ DE LOS COLOMBIANOS.
NO SE EQUIVOCARON LOS MILITARES EN SUS EXPECTATIVAS. EL PRIMER PERIODO DE URIBE, CUMPLIÓ CABALMENTE SUS COMPROMISOS Y DISCURSOS DE CAMPAÑA, LO QUE PRODUJO UN SENTIMIENTO GENERALIZADO DE JÚBILO, APROBACIÓN Y APOYO DEL PUEBLO COMO NUNCA ANTES. SIN EMBARGO, EL SEGUNDO MANDATO LLEGÓ EN MEDIO DE UN MANEJO “NON SANCTO” DE LA POLÍTICA, LA ÉTICA Y LA MORAL. EL FINAL DEL MISMO, LO ESTAMOS VIVIENDO ENTRE EL MESIANISMO, EL DESCONCIERTO, LA PREPOTENCIA Y UN DESCENSO LENTO PERO CONSTANTE EN EL FAVORITISMO DEL PUEBLO QUE HACÍA PENSAR QUE NO HABRÍA UN TERCERO PERIODO, COMO EN EFECTO SUCEDIÓ.
AL CONTRARIO DE LO QUE MUCHOS DE NUESTROS COMPATRIOTAS PUEDAN CREER, EL AFECTO, CONFIANZA Y CREDIBILIDAD DEL PRESIDENTE AL INTERIOR DE LA INSTITUCION MILITAR, NO ES TAL. EL DESCENSO DE ESTAS PERCEPCIONES EN LA MENTE Y EL CORAZON DE LOS GUERREROS, ES MAS ACELERADO Y PROFUNDO QUE EL DEL COMÚN DE LOS COLOMBIANOS FRENTE AL GOBIERNO QUE TERMINA .
LOS MILITARES RETIRADOS O DE LA RESERVA ACTIVA COMO SE SUELEN LLAMAR HOY EN DIA, HISTÓRICA E INSTITUCIONALMENTE HABLAN A NOMBRE DE SUS COLEGAS DEL SERVICIO ACTIVO YA QUE CONOCEN LO QUE OCURRE AL INTERIOR DE LA INSTITUCION Y EN EL ALMA DE SUS INTEGRANTES Y PORQUE EXISTE UN DIALOGO CONSTANTE Y UNA COMUNIÓN E IDENTIDAD DE INTERESES INSTITUCIONALES, DONDE, QUIENES NO PUEDEN EXPRESARLOS POR DISCIPLINA, SABEN QUE SUS VIEJOS SOLDADOS LO HARÁN A NOMBRE DE ELLOS, CON PROPIEDAD Y FORTALEZA MORAL. ES ÉSTA UNA HISTÓRICA Y TRADICIONAL REALIDAD AL INTERIOR DE LAS ORGANIZACIONES MILITARES EN EL MUNDO.
ENTONCES: ¿PORQUE LA DESILUCION DE LOS MILITARES CON SU COMANDANTE EN JEFE?
EL LIDERAZGO, EN LA MENTE Y FORMACION DE LOS MILITARES , NO ADMITE AMBIGUEDADES CUANDO SE TRATA DEL RESPALDO A LA ACCION AUTORIZADA . EL PRESIDENTE URIBE LOS HA DEJADO SOLOS , NO LOS HA RESPALDADO Y ACEPTAR LA “ RESPONSABILIDAD POLITICA ” QUE LE COMPETE COMO MAXIMO COMANDANTE NO HACE PARTE DE SU CONCEPCION DE LIDERAZGO .
DE LOS VALORES MAS ARRAIGADOS EN LA CARRERA DE LAS ARMAS ESTA “LA LEALTAD”. CUALIDAD ESTA, QUE SE CARACTERIZA POR SER DE DOBLE VIA, DEL SUBALTERNO CON EL SUPERIOR, PERO, TAL VEZ LA MAS IMPORTANTE: DEL SUPERIOR CON SUS SUBALTERNOS. CONDUCTA QUE LOS MILITARES NO LE HAN VISTO A SU PRESIDENTE QUIEN SE HA MOSTRADO ANTE EL PAIS Y LA COMUNIDAD INTERNACIONAL COMO EL MANDATARIO QUE HA HECHO TODO LO POSIBLE Y TOMADO TODAS LAS MEDIDAS JURIDICAS , LEGALES E INSTITUCIONALES PARA EVITAR LOS DESMANES, ABUSOS E ILÍCITOS COMETIDOS POR SUS SOLDADOS. LOS HA COLOCADO EN EL PAPEL DE LOS MALOS, DE LOS DELICUENTES RESPONSABLES DE LAS MÁS DESPRECIABLES VIOLACIONES DE LOS DERECHOS HUMANOS Y DEL DERECHO INTERNACIONAL, PERO SIN COMANDANTE EN JEFE QUE RESPONDA .
EL PRESIDENTE URIBE ENTERRÓ EL FUERO Y LA JUSTICIA PENAL MILITAR. RESPONSABILIDAD Y CARGA HISTÓRICA QUE LE SERÁ MUY PESADA DE LLEVAR. SU PERIODO FUE UN CONSTANTE DEVENIR DE AMBIGUEDADES, CAMBIOS, SORPRESAS Y REVERSAS, SOBRE LA VIABILIDAD Y CONVENIENCIA DEL FUERO Y LA JUSTICIA PENAL MILITAR. A VECES A TRAVES DE SUS MINISTROS COMO EN SU OPORTUNIDAD LO HIZO CAMILO OSPINA Y COMO LO REVELÓ EL ACTUAL MINISTRO EN SU CONFERENCIA DEL MARTES 23 DE FEBRERO DEL 2010 EN LA ESCUELA SUPERIOR DE GUERRA AL REFERIRSE A LA POSICION DEL MINISTERIO DE DEFENSA FRENTE AL RECIENTE CONCEPTO DEL CONSEJO DE ESTADO: “LA DECISION QUE SE TOMÓ SE HIZO SIGUIENDO INSTRUCCIONES DEL SENOR PRESIDENTE” AFIRMACIÓN QUE A LOS PRESENTES NOS SORPRENDIÓ PERO QUE REAFIRMÓ LA DESILUSIÓN Y AHONDÓ LA HERIDA DE SUS COMBATIENTES .
PARA CONGRACIARSE CON SUS COMANDANTES Y SIN TENER NECESIDAD PARA ELLO, LES PERMITIÓ EL USO DE GRADOS EN EL MAS ALTO ESCALAFON, QUE NO ESTAN NI AUTORIZADOS NI INCLUIDOS EN LA LEY. SIMPLEMENTE DESTROZÓ EL HONOR QUE SE PROFESA AL INTERIOR DE LA INSTITUCION MILITAR.
NUNCA EN LA HISTORIA DEL EJERCITO NACIONAL HABIA EXISTIDO UN NUMERO TAN CRECIDO DE MILITARES EN LA CÁRCEL, DETENIDOS, JUZGADOS, CONDENADOS E INVESTIGADOS POR ACCIONES DEL SERVICIO O RELACIONADAS CON EL MISMO. ESTANDO EN EL MAYOR ABANDONO E INJUSTICIA, NO HAN MERECIDO LA MAS MÍNIMA CONSIDERACIÓN. ESTAN SOLOS, SIN LIDERES, CON TOTAL DESCONOCIMIENTO DE SUS DERECHOS Y JUZGADOS POR UNA JUSTICIA POLITIZADA Y CORRUPTA.
SIN DESCONOCER QUE EL PRESIDENTE URIBE CON GRAN ENTREGA MOSTRÓ LA MAYOR VOLUNTAD POLITICA, COMPROMISO Y DECISION, NO SOLAMENTE EN ALCANZAR LOS PROPÓSITOS DE SU POLITICA DE SEGURIDAD DEMOCRATICA , SINO TAMBIEN EN EL MANEJO GENERAL DEL ESTADO; LA HISTORIA, Y A PESAR DE SUS ERRORES, LO PROYECTARÁ COMO UNO DE LOS MEJORES PRESIDENTES. SIN EMBARGO, LOS MILITARES SUS SOLDADOS, LOS QUE PERMITIERON HACER REALIDAD SUS PROMESAS DE CAMPANA TENEMOS SOBRADAS RAZONES Y TODAS LAS DUDAS SOBRE EL COMPROMISO, LEALTAD Y LIDERAZGO QUE PRACTICÓ ÉSTE, NUESTRO COMANDANTE EN JEFE.
QUE LÁSTIMA SEÑOR PRESIDENTE URIBE, SIENDO USTED QUIEN MÁS VICTORIAS RECIBIÓ DE SU EJERCITO, EL QUE MÁS HERIDAS Y DESILUSIONES CAUSÓ EN EL ALMA DE SUS COMBATIENTES.
CENTRO COLOMBIANO DE PENSAMIENTO POLITICO MILITAR
Bogotá, 21 de Abril de 2010
Colombia llora sus heroes
Joya, Herrera y Lopera, guerreros de las huestes celestes.
Autor: LUIS ALBERTO VILLAMARIN PULIDO
Creada: abril 20 de 2010
Autor: LUIS ALBERTO VILLAMARIN PULIDO
Creada: abril 20 de 2010
Esa es la paga del soldado. Tras incansables jornadas de desvelos, sacrificios, privaciones y estoicismo, puede perecer en cumplimiento de la misión constitucional. Asi son los soldados en la extensión de la palabra: Guerreros dedicados a Dios, a la patria y a la familia.
Eso y mucho mas, caracteriza a los héroes que a diario ofrendan sus vidas para que sus compatriotas disfrutemos de la libertad y que dolor decirlo, para que politiqueros sin norte o programa concreto como sucede en la actual campaña presidencial, jueguen a satisfacer sus apetitos burocráticos electoreros individuales, sin importar ni la sangre derramada por los defensores de Colombia, ni el futuro que merece el país.
Fernando Joya era un hombre justo, caballeroso y moderado. Excelente instructor y como habilidoso comandante de tropas en operaciones era una persona estimada y admirada por sus subalternos.
Con el paso del tiempo sus logros personales y profesionales, lo condujeron hasta el merecido ascenso a general de la república. Su trágico deceso es un golpe artero contra la institución militar, pues Colombia y el Ejército Nacional pierden a uno de los mejores soldados.
Desde alférez Arturo Herrera se destacó entre los compañeros de promoción como un inteligente e ingenioso militar. En todos los grados ocupó importantes cargos y en todos sobresalió por su profesionalismo, devoción patriótica y consagración al trabajo.
Por sus cualidades era el coronel estelar de las tropas comandadas por Joya. Pero como dijera el poeta:"Lo triste es asï"..... Hoy falleció con el camuflado y las botas puestas...
Y así tristemente, los demás héroes fallecidos en el accidente de hoy 20 de abril de 2010, dejan un vacío inmenso en los corazones de sus seres queridos y de la hermandad militar que compartió con ellos el drama de la compleja guerra, tan indiferente para muchos de los beneficiados, como utilizada para usufructos electoreros por todos los impreparados candidatos presidenciales, que por estas calendas prometen lo divino y lo humano, sin siquiera haber delineado un plan coherente de gobierno.
Se podría decir que ese es el precio de buscar la paz para una sociedad convulsa y acéfala. Pero también es el infortunado sino de quien por vocación y convicción ingresa a las Fuerzas de Seguridad del Estado, con el sublime deseo de servir hasta el extremo de entregar la vida, a una sociedad que en ocasiones pareciera ser que ni se gobierna ni se deja gobernar.
Resulta ilógico pero es la realidad, que pérdidas humanas de seres tan valiosos, las mas de las veces pasan indiferentes para esa sociedad que perdió la capacidad de asombro y que al día siguiente de sucedidos los trágicos hechos, olvida o ignora el drama. Solamente las familias de las víctimas guardan los recuerdos y cargan a cuestas con el dolor que les causan tan irreparables pérdidas.
Pero hoy como ayer, los soldados de Colombia acompañan hasta la tumba al compañero caido en cumplimiento del deber y con el alma templada por el acero de la adversidad, retoman el puesto de combate dejado por el soldado que partió de las huestes terrrestres a integrar el ejército celestial, al que Dios padre llama a sus mejores hijos... !Honor que solo merece una minoría selecta!
Joya, Herrera, Lopera y los demás militares fallecidos hoy, dejaron el mundanal entorno de las inequidades para presentarse de inmediato ante el Comandante Supremo del Universo.
Sus sables de oficiales refulgirán con el brillo infinito y sus almas vibrarán de júbilo desde infinita lontanaza, para acompañar a los guerreros colombianos en la dura e incomprendida brega por alcanzar la esquiva paz en nuestra amada patria.
Paz en sus tumbas, gloria a su espiritualidad, honor a su memoria y nuestro voto de solidaria fortaleza moral y espiritual a sus padres, hermanos, esposas hijos y demás familiares.
Que las almas patriotas y grandes de estos soldados separados por la repentina muerte de su adorada patria y su amada familia, acompañen cual centinelas avizores a los seres queridos que dejaron al partir.
Y que Dios en su infinita bondad y grandeza, colme de bendiciones el sendero que van a transitar.
Coronel Luis Alberto Villamarín Pulido
Analista de asuntos estratégicos
lunes, 19 de abril de 2010
Editorial de la Semana
BALANCE ESTRATEGICO-MILITAR DE LA SEGURIDAD DEMOCRATICA. ALGUNAS CONSIDERACIONES PARA EL FUTURO.
Es innegable que la Política de Seguridad Democrática constituyó el eje central de los éxitos del gobierno del presidente Uribe, con la cual surgió un concepto de seguridad diferente a los anteriores; con ella se logró recuperar el monopolio estatal, con un claro objetivo: la derrota definitiva de las guerrillas, las bandas criminales y el narcotráfico con énfasis en la seguridad rural; pero, lo más importante de todo, se diseñó una estrategia que involucraba a los demás sectores del gobierno, dejando de lado el viejo paradigma colombiano, de que la seguridad era un problema exclusivo de los militares.
Sin embargo, no todo fue color de rosa en el gobierno que termina, particularmente para los propios militares, cuando iniciaba un periodo con mucha expectativa y esperanza para el país y, en particular, para las Fuerzas Armadas. En ese entonces los militares celebraban eufóricos la presencia de un gobernante con declarada voluntad política para acabar con el terrorismo, queja constante del sector castrense, por la ausencia de este importante concepto en el ámbito de la Defensa Nacional y que ningún otro presidente en el pasado reciente había entendido, o querido entender, elemento absolutamente necesario para acompañar la acción militar con algo más que un discurso o unos recursos aislados.
Hoy nadie pone en duda los éxitos de su estrategia. Con raras excepciones, hasta los más recalcitrantes críticos de la oposición reconocen la necesidad de continuar con la política de seguridad del presidente Uribe, pero son pocos los que se han detenido a analizar las consecuencias catastróficas que para las Fuerzas Militares de la nación trajeron algunas de las posiciones del presidente Uribe, como resultado de su temperamento autoritario y del fantasma del “paramilitarismo” montado por sus enemigos.
Como consecuencia de su particular estilo dominante y autocrático producto de sus iníciales éxitos, poco a poco fue cambiando el trato con sus más cercanos colaboradores, entre ellos los militares a quienes dirigía casi personalmente, sin tener en cuenta en conducto regular; es así como llamaba casi a diario a los comandantes de las unidades Operativas, ante cualquier llamado de un político o dirigente regional, para pedir cuentas o hacer recriminaciones; esto ocasionó fuertes reprimendas para muchos Comandantes regionales y no pocas bajas de brillantes oficiales que fueron víctimas de las rabietas del primer mandatario.
Pero, aun más grave, fueron las consecuencias que trajeron las criticas y persecución de sus más severos opositores y los medios de comunicación, quienes lo han tildado injustamente, como colaborador de las autodefensas o los mal llamados “paramilitares’’. Esta persecución motivó al presidente a tomar una postura indebida hacia los militares, quienes han sido sus más entusiastas, fieles seguidores y artífices de una buena parte de sus éxitos. En su afán de mantener una actitud de trasparencia y con el ánimo de borrar cualquier sombra de duda sobre su proceder, ha permitido y patrocinado sutilmente a sus opositores y a las más recalcitrantes Organizaciones No Gubernamentales de Derechos Humanos, dirigir una acción difamatoria de graves consecuencias para la seguridad de los miembros de las Fuerzas Militares; inadvertida por la mayoría de los colombianos, pero apoyada y aplaudida por la izquierda radical que ve una maravillosa oportunidad para pasar cuentas de cobro a los militares y de paso obtener jugosas indemnizaciones.
Como es bien sabido, todo esto hace parte de la combinación de las variadas formas de lucha, que nos permite afirmar, que aún ganándose la guerra militar se podría perder la guerra jurídica, la cual viene siendo soportada por los recientes fallos de las cortes y una jurisprudencia que ha menoscabado los más mínimos derechos de los militares, dejándolos en la más absoluta indefensión, todo ello debido a la injusta y oportunista posición del gobierno del presidente Uribe.
Por otra parte, su labor internacional, en este aspecto, no ha sido menos nefasta para los militares. Vimos al presidente Uribe en Costa Rica, denunciando ante la Corte Interamericana de Derechos Humanos, el asesinato de un grupo de policías por parte del Ejercito Colombiano, en el sonado caso de Jamundí, pero tristemente, no hubo ningún pronunciamiento de rechazo, al menos que se hubiese conocido, fuera de las manifestaciones de estupor de algunas organizaciones de oficiales en retiro.
Otro grave perjuicio, ha sido la obstinación del Presidente, de no reconocer el conflicto colombiano, afirmando que en Colombia solamente hay una amenaza terrorista, pero contradictoriamente tiene una política de DDHH y DIH que reconoce que se debe aplicar el derecho Internacional de los conflictos armados, lo que coloca a los militares en desventaja ante los organismos internacionales. Así mismo, ha apoyando intereses foráneos cuando, aduciendo conveniencia política, ha ofrecido en bandeja de plata a los militares en las Cortes Internacionales, las cuales, para nadie es un secreto, tienen una imagen deformada de las Fuerzas militares latinoamericanas, además de que la mayoría de sus integrantes proceden de las filas de la izquierda.
En acuerdo con una corriente internacional opositora al fuero militar, el presidente ha manifestado en repetidas ocasiones la conveniencia de acabar con la Justicia Penal Militar, en aras de mostrar trasparencia en las investigaciones de sus miembros. Ha manejado con habilidad un doble discurso, uno ante las tropas en servicio activo y en retiro y otro ante la oposición y el ámbito internacional, en el primer caso elogioso y lisonjero, siempre de acuerdo con las preocupaciones de los militares y con promesas de solución, en el segundo un lenguaje de reprobación y censura especialmente ante los organismos internacionales.
El presidente Uribe, el amigo de los militares, a los grandes protagonistas de la Seguridad Democrática, les arrancó de un tajo el Fuero Militar, un derecho vigente en todos los ejércitos del mundo, que no es una concesión sino un mandato constitucional, particularmente necesario en un país radicalizado por el odio y la venganza. En su afán de mostrar transparencia, le dio al enemigo el mayor éxito en la historia del conflicto, cuando opacó “La Operación Jaque”, la más exitosa acción militar de todos los tiempos, denunciando en un show televisado en forma prematura e insensata los llamados “falsos positivos’’; con la anuencia de su Ministro de Defensa y a espaldas del Comandante del Ejército, todo esto por conveniencia política, para mostrarse como el gran adalid y defensor de los derechos humanos, sacrificando el buen nombre y prestigio de la Institución Militar. Antes de ofrecerlos al protagonismo de los medios, se ha debido ordenar una investigación rápida y contundente que hubiere establecido la realidad de los hechos, como efectivamente se ha venido comprobando en algunos casos, de gente inescrupulosa que se ha apartado de la ley, pero nunca en la magnitud que se ha vendido a la opinión pública nacional e internacional.
Con esta actuación dejó al Ejército en la mayor postración, trayendo como consecuencia una escalada de falsas acusaciones, que generaron un desprestigio institucional sin precedentes en la historia de Colombia. Ya se habla de “falsos positivos” desde los años ochenta. Toda esta irresponsabilidad, para ganar prestigio ante la comunidad nacional e internacional, sin medir los resultados catastróficos que ya se están empezando a ver.
Desde el mes de Marzo del 2009, cursa en el congreso el proyecto de ley 011 del 2009, que reforma el código penal en materia de violación de los Derechos Humanos por parte de los miembros de la Fuerza Publica, con el propósito agravar punitivamente las circunstancias penales y eliminar los beneficios de la Ley Penal a los miembros de la Fuerza Pública que ejecuten homicidios y actos de terrorismo, como resultado de una falsa confrontación entre esta y los grupos al margen de la Ley, o de un falso acto de terrorismo. Visto desprevenidamente por cualquier observador parecería una medida sana, tendiente castigar los desafueros de los militares; no obstante, una ley como esta se constituye en la mejor herramienta para quienes ejercen la justicia en forma parcializada y persecutoria.
Sin embargo, son pocos los que perciben la gravedad de la situación, ni los mismos militares, que ahora aducen que las violaciones de los Derechos Humanos son cosa del pasado.
Pero definitivamente, el mayor daño causado, fue la paralización del Ejército, ¿quién quiere combatir hoy en día? Son tantas y tan variadas las nuevas reglas del combate, impuestas por organizaciones de Derechos Humanos, que se hace imposible conducir una guerra ante tantos condicionamientos, esa es la principal victoria de los terroristas, que han sabido con extrema habilidad ajustarse a cada circunstancia, y la era Uribe no fue una excepción; ante la fuerte presión armada y la imposibilidad de enfrentarla, supieron llevar la guerra a otros estrados, penetrar el poder judicial, infiltrar estamentos del Estado y elevar falsas denuncias en el exterior, para castigar desde allí lo más importante de un Ejército, su moral.
Esperamos que el gobierno entrante sepa reconocer estos graves errores y trate de corregirlos, aunque la corrección será muy difícil, por la complejidad que encierran los fallos de las Cortes y la jurisprudencia ya reconocida por la justicia colombiana. Ojalá que su sucesor tenga la suficiente capacidad para entender la estrategia de la amenaza y sus colaboradores; no se justifica perder en el campo jurídico lo ganado en el campo de batalla, en detrimento de la seguridad de los militares, quienes han puesto el mayor precio en esta guerra de desgaste.
Se requiere de un gobierno que actúe sin temor ante las Cortes y organismos internacionales, defendiendo con objetividad lo defendible, como son las falsas acusaciones apoyadas por falsos testigos, sin permitir que estas avancen al ritmo que impongan los demandantes; no caer en el juego de aceptar culpabilidad, como lo ha sugerido el Vicepresidente, de pedir perdón para espiar supuestas culpas del pasado, sin haber sido vencido en un juicio justo.
A pesar de que en el actual panorama político colombiano se ve difícil emprender esta tarea, por el espacio cedido en los últimos años, es un clamor sentido por la comunidad militar colombiana, que necesita con urgencia un mandatario que sepa reorientar y fortalecer la Política de Seguridad Democrática, en beneficio del país, pero sin menoscabo de sus sacrificadas y leales Fuerzas Militares.
Sin embargo, es preciso reconocer que la mayor parte de la solución de todos los problemas descritos, está en manos de los propios militares, que deberán actuar con carácter y compromiso patriótico en defensa de las actuaciones del presente y del pasado; un reciente y claro ejemplo de esta responsabilidad, fue la actitud de rechazo tomada por la cúpula militar brasilera, ante solicitud de la izquierda de revivir procesos del pasado contra sus Fuerzas Armadas, obteniendo un apoyo irrestricto, nada menos que del gobierno del presiente Lula Da Silva; este es el resultado de actuar con carácter y firmeza para defender el legado histórico de un Ejército y evitar entregar a los enemigos los más caros valores de una institución reconocida y querida por la mayoría de los ciudadanos.
Este será el gran reto del Alto Mando en el próximo futuro. Si la tarea es difícil en el sector político lo será aun más en el campo militar, debido a las concesiones del pasado reciente. Será necesario crear un verdadero Cuerpo de Generales y Almirantes, con profundo conocimiento en la conducción de las guerras modernas, cohesionados por un interés común y con una clara visión Político-Estratégica de la actuación de la amenaza en todos los campos, valorando los resultados en todas las dimensiones, para asesorar e influir con serios argumentos en quienes toman las decisiones políticas. Pero lo más urgente y necesario, será defender con carácter y firmeza los principios, valores y tradiciones que rigen la institución, sin confundir la debida obediencia con la sumisión incondicional.
V.A.V.
jueves, 15 de abril de 2010
La Guerra Moderna
La Guerra como Poder. Karl von Clausewitz (1780-1831)
Este personaje, básico para cualquier estudio militar e incluso, nacido en Prusia, estableció una metódica para el análisis de las conflagraciones bélicas, siendo considerado hoy como uno de los más grandes teóricos de esta área. Aplicando, grosso modo, sus planteamientos hechos en el libro “De la Guerra”, a nuestra metódica, encontramos lo que pueden ser evaluadas, con su visión, como guerras sentimentales en la que no entran las milicias, las guerras pasionales que parecen corresponderse con la guerrilla y, por último, las que se establecen de manera maquinal, fría y estratégica que tiene un ejemplo actual en la guerra que Estados Unidos libró en Iraq.
Guerra sin milicia no tiene forma de guerra;
Guerra sin política no tiene racionalidad, un para qué que la haga posible,
Guerra sin pueblo no tiene alma, al no tener un por qué hacerla.
La sistematización de la guerra moderna que hizo Karl von Clausewitz se puede resumir, de acuerdo a la realidad de la actitud, como realidad, a los tres niveles que él observó y que nombró como Inteligencia, odio y cálculo y que, representan varios elementos muy claros que, en este caso son la parte racional (el por qué y el para qué se da), la emocional que se nombra como odio y que va a colocar la pasión necesaria para entrar en un proceso que puede ser autodestructivo y, finalmente, la parte conductual que nos trae al cálculo de acuerdo a recursos y que va a ser, finalmente, el juego. Estos tres elementos, al mismo tiempo están representados por los políticos (la razón), el pueblo (el odio como pasión) y los militares (manejo conductual).
De esta manera, la lección de poder que nos deja el legado de Karl von Clausewitz que enriqueció a la polemología o ciencia de la guerra, se puede dar en el triángulo que se encuentra en la gráfica.
De este triángulo se deducen algunas conclusiones,
.- La guerra no se establece con uno solo de estos elementos.
.- La guerra que tiene los tres, probablemente se libre con la mayor prospectiva de logro.
Pero, la más importantes está en poder describir tres tipos de guerras que producen aún más daños y que son,
.- La guerra sentimental: políticos y pueblo sin militares.
Este tipo de guerra, si se hace, se traduce cuando la fuerza militar es la que decide no apoyar lo que está pidiendo la parte civil por muchas causas, en especial, por no contar con los suficientes recursos para enfrentarla y, menos aún para ganarla. Podrían contemplar las guerras que libra la opinión pública.
.- La guerra pasional: pueblo y militares sin políticos.
En este tipo de conflagración, el pueblo y los militares deciden superar las resistencias que impone la racionalidad política que la evita y que se transforma en procesos y dinámicas en las que, esta conjunción terminan por sacar del poder a los políticos para colocar un nuevo mando, generalmente, regido por militares. Se puede asociar a una guerra de guerrillas.
.- La guerra maquinal: políticos y militares sin pueblo
Este tipo de guerra, por el contrario, es una dinámica netamente estratégica en la que, al faltar el “odio” del pueblo por su enemigo, ésta se transforma en algo que la población debe acatar como mandato. El ejemplo reciente de este tipo de guerra puede ser la que Estados Unidos planteó en Irak, en la que la población, comenzó a disminuir su odio, al ser vencido y eliminado Sadam Hussein.
Tomado de la siguiente dirección electrónica: www.google.com.co/imgres?imgurl=http://www.robertodevries.com/wp-content/themes/default/articulos/cfdd0El_Poder_de_la_Guerra._Carl_von_Clausewitz.JPG&imgrefurl=http://www.robertodevries.com/
lunes, 5 de abril de 2010
La opinion del dia
Jugando con la seguridad de los colombianos
Por Eduardo Mackenzie
4 de abril de 2010
¿En periodo electoral todos los golpes están permitidos? Dos candidatos presidenciales de la oposición, Gustavo Petro y Rafael Pardo, se han concertado para montar una sucia operación contra el Presidente Álvaro Uribe y contra el candidato del Partido de la U, Juan Manuel Santos. La movida también pretende destruir el mecanismo jurídico que ha permitido al Estado colombiano evitar miles de atentados y secuestros y proteger a la población civil de los otros golpes de las FARC y de los paramilitares. Ese mecanismo protector de los ciudadanos, la directiva ministerial 29 del 17 de noviembre de 2005, es objeto de una violenta de satanización.
La ambiciosa operación retoma el tema de los “falsos positivos” para explotarlo desde el ángulo viciado de la propaganda de las FARC: como “un asesinato planificado de miles de civiles inocentes por parte del Estado”, como una operación abominable montada cínica y conscientemente por el presidente Uribe y secundada por su ministro de Defensa, Juan Manuel Santos.
Todo comenzó en un mitin en Pamplona, el 27 de marzo de 2010, donde Gustavo Petro rechazó la tesis oficial de que los "falsos positivos” reflejan actitudes criminales individuales y son la consecuencia de la infiltración del narcotráfico en ciertos sectores del Ejército. Petro afirmó que esos asesinatos se deben al cumplimiento de “una resolución secreta según la cual el ministerio de Defensa daba un incentivo económico a los militares que dieran de baja a presuntos guerrilleros.” Y agregó: "Es el gobierno civil en nombre de Camilo Ospina (…) quien firma una resolución secreta, la 029, que permite intercambiar 3 millones 800 mil pesos por cada muerto de la base guerrillera o paramilitar que se entregue muerto, dar de baja dice la resolución".[i]
La imprecisión, el reduccionismo y el equívoco de esos párrafos son calculados. Petro habló de una “resolución secreta la 029”. Ese documento no existe. Existe sí la directiva ministerial 29 del 17 de noviembre de 2005. Pero Petro se cuidó de citar con exactitud ese texto para que la confusión fuera mayor, así como la dificultad para encontrar el texto auténtico y poderlo comparar con lo que él dice.
Petro adulteró el contenido y naturaleza de esa directiva para engañar a su auditorio. Ocultó algo muy importante: que desde su segunda línea ese texto dice claramente que las recompensas serán dadas “por la captura o abatimiento en combate [de] cabecillas de las organizaciones armadas al margen de la ley”. La directiva emplea siempre la fórmula “en combate”. La diferencia es, pues, enorme. No hay nada en esa directiva ministerial que invite, incite, patrocine u ordene asesinar civiles indefensos o presuntos guerrilleros a cambio de dinero. La directiva agrega que toda información seria “sobre la ubicación de material de guerra, intendencia y municiones e información sobre actividades relacionadas con el narcotráfico” también podrá ser recompensada. La directiva creó, además, un sistema de control de esos pagos, para evitar los abusos: un Comité Técnico de Seguimiento con representantes del ministerio de Defensa, del Comando general de las Fuerzas Militares, pero también del DAS, de la Policía Nacional y de la Fiscalía General de la Nacional (artículo 8 de la directiva 29).
Petro omite esos detalles para que su público no descubra la naturaleza real de ese dispositivo de seguridad que ha jugado un papel central en la lucha antiterrorista y anti tráfico de drogas. Petro busca deslegitimar las capturas y bajas de terroristas, y la colaboración ciudadana en la ubicación de combatientes ilegales, mecanismo que ha permitido a las autoridades evitar catástrofes y reducir la capacidad de daño de las bandas armadas. Como el descubrimiento de un taxi en Neiva con 50 kilos de explosivos, gracias a que la red de informantes “puso sobre aviso” a las autoridades[ii]. Como la prensa no había puesto a disposición del público la directiva 29 de 2005, Petro trató de hacerle creer a ésta cualquier cosa. Finalmente, la tal resolución apareció en la página web de un diario español[iii], y el embuchado se derrumbó.
Sin embargo, la segunda etapa del montaje estalló al día siguiente. La Vanguardia, diario catalán de izquierda, publicó una entrevista con el candidato liberal Rafael Pardo, bajo este título provocador: “¿Uribe es responsable del asesinato de 2.000 jóvenes para hacerlos pasar por guerrilleros?”.
Joaquim Ibarz, quien es uno de los periodistas mejor informados sobre Latinoamérica, olvidó varios detalles capitales: que sobre los falsos positivos en general, y los de Soacha en particular, no hay sentencias en firme. Olvidó decir que, stricto sensu, no se sabe qué pasó allí. Olvidó decir que han transcurrido más de quince meses sin que los fiscales que están al frente de esos expedientes hayan encontrado las pruebas necesarias para avanzar en la instrucción y mucho menos para firmar una sentencia. Olvidó decir que los jueces han preferido dejar en libertad a los militares investigados por lo de Soacha por “vencimiento de términos”. Olvidó decir que las Fuerzas Militares pidieron que esos soldados investigados sean de nuevo detenidos. Ibarz, Pardo y Petro, explotan ese tema como si nada de eso fuera cierto, como si el poder judicial ya hubiera hablado. Ello no es así. No existe verdad judicial acerca de los falsos positivos. Existen sí conjeturas, cálculos y muchas mentiras, como lo de los “2 000 asesinados”, cifra fabricada por los propagandistas.
Obsesionado con la idea de que Álvaro Uribe sea juzgado (¿por haber derrotado a las FARC?), Joaquim Ibarz lanzó esta pregunta a Rafael Pardo: “En Perú, el ex presidente Alberto Fujimori ha sido condenado a 25 años de cárcel por el asesinato de nueve estudiantes y un profesor universitario. Aquí hay al menos 2.000 asesinatos de jóvenes. ¿Puede darse en Colombia el procesamiento del presidente?”.
La respuesta, vacilante, de Pardo incluyó tres mentiras: “La fiscalía tiene que investigar. La fiscalía solo está investigando a los ejecutores, y no ha investigado por qué ocurrió eso, por qué se repetían esos asesinatos, por qué no había controles, ni por qué ante denuncias repetidas no se hizo investigación alguna. Sólo cuando el escándalo llega a Bogotá el Gobierno reconoce los hechos. Pero hacía tres años que se formulaban denuncias repetidas sobre falsos positivos, sin que se abriera ninguna investigación. Y ahora ya hay denuncias serias de Naciones Unidas y de congresistas norteamericanos.”
Los fiscales sí investigan el por qué de lo ocurrido, y controles si hubo y ante las denuncias, el gobierno y la Fiscalía tomaron medidas rápidamente. Lo de Soacha lo prueba. Las destituciones de militares y la apertura de la investigación de la Fiscalía ocurrieron mucho antes de que congresistas norteamericanos abrieran la boca y mucho antes del informe del relator de ONU Philip Alston, quien aseguró, de la manera más irresponsable y sin respaldo judicial alguno, que las muertes de Soacha eran sólo “la punta del iceberg de los asesinatos a sangre fría de jóvenes por militares del Ejército”.
Rafael Pardo, quien tiene por qué saberlo, omite que los mal llamados “falsos positivos” son casos que, en su gran mayoría, constituyen falsas denuncias contra agentes del Estado, instauradas por organizaciones aliadas de las FARC y del ELN con sórdidos fines ideológicos y financieros.
Pardo olvidó que Juan Manuel Santos, con el respaldo del Presidente Uribe y del General Padilla de León, tomó severas medidas. El candidato Pardo ridiculiza el mecanismo de las recompensas. En la entrevista, llega a comparar ese dispositivo con los “premios o gratificaciones de la General Motors”!
Para quienes tratan de montar el embuchado de que en Colombia no hay bajas en combate sino “asesinatos de inocentes”, es vital hacerle decir a la directiva 29 de 2005 algo que ésta no dice, omitir sus exigencias esenciales. Tras cubrir de lodo ese dispositivo, que las FARC siempre han querido abolir, rematan con la impostura de “la omisión”, de la “falta de investigación” y de “control” del Estado. Todo ello es grotesco. ¿Si hay “crímenes de Estado” por qué ese mismo Estado se empeña en detener a los presuntos culpables para que sean juzgados?
Travestir un crimen individual en crimen colectivo es una técnica de desinformación. Contra eso no hay nada más contundente que los hechos. Por eso ellos los detestan tanto, los ocultan, los maquillan. Grave es que la prensa libre deje pasar esas manipulaciones sin develarlas. Desde luego, lo peor es lo que ocurre en la esfera política: el candidato del Partido Liberal, ex ministro de Defensa, se presta ahora a montajes de ese alcance, los cuales hasta ahora eran impulsados por los agentes de las FARC y por extremistas de la oposición. ¿Hasta dónde irá Rafael Pardo?
Nota
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[i] Ver “Gobierno abrió el camino a los falsos positivos”: Petro, Radio Caracol y El Espectador, 27 de marzo de 2010.
[ii] Ver Diario Exterior, Madrid y agencias de noticias colombianas, 1 de abril de 2010.
[iii] Ver : http://www.lavanguardia.es/lv24h/20100328/53899138358.html
domingo, 4 de abril de 2010
La opinion del dia
SEGURIDAD DEMOCRATICA – UNA OFENSIVA CON SECUELAS
Conocido el histórico fallo de la Corte Constitucional, que confirma la inconstitucional de la convocatoria de un referendo, que abriría las posibilidades de reelección del actual presidente por segunda vez, es innegable confirmar que pro vicios de forma y por manipulación maniquea del aparato político, el constituyente primario vio frustrada su intención de continuidad de una política de ataque frontal a l terrorismo y combate sostenido contra los grupos delincuenciales de las FARC.
El país bien conoce, que la responsabilidad de operativizar la política de “seguridad democrática”, no podía recaer en otra institución con más capacidad, experiencia y decisión, que el Ejercito Nacional, protagonista histórico del devenir democrático del país y sostén insustituible de las instituciones.
La guerra como en ninguna otra época de todos los gobiernos, se declaró frontal, abierta, contundente y sostenida, hasta cambiar dramáticamente el desbalance que venía pesando sobre un asimétrico equilibrio de fuerzas entre Estado y delincuentes, enseñoreados por haber logrado poner a un malhadado gobierno de turno, a dialogar en igualdad de condiciones y obtener como premisa, la cesión de una parte del territorio nacional, con las horrendas consecuencias que todos los colombianos debimos afrontar.
El enemigo poderoso de ese entonces, fue cediendo ante la descarga y recibiendo contundentes golpes, que lo alejaron del protagonismo y lo logrado en sucesivos gobiernos timoratos, se volvió vana ilusión, por la contundencia de las operaciones militares. Esta inesperada y cruda realidad, hizo meditar a los estrategas de la violencia, no precisamente enquistados en cuadrillas de la selva, sino en estadios más cómodos de poder, que el choque frontal aniquilará el proyecto subversivo, debiendo fortalecer por todos los medios, las campañas de guerra política y jurídica, espacio que siempre les reportaron excelentes rendimientos a cero costos en pérdidas de vidas combatientes, y si con la postración y la condena de combatientes institucionales.
Su estratega: el uso vil e infame de la calumnia, la injuria, los falsos testigos y sus atroces testimonios, que sin tela de juicio u saña vienen esgrimiendo como bandera proclives grupos de abogados con no pocas alianzas en los entes de investigación y justicia del Estado, en un sainete dantesco que calca a pie juntillas, la estrategia de aniquilación de la voluntad de lucha del Ejército, que ve inerme y en peligroso silencio, la diaria condena de sus hombres, otrora exaltados a la condición de héroes de la patria.
Nada está al azar en esta guerra infame; nada ocurre en este macabro escenario, sin la urdida treta de la izquierda pensante, que en soterrada alianza con las actuales bandas criminales, ayer idealizados como guerrilleros, se han enquistado estratégicamente en los órganos de investigación, desde donde se ha optado por el más certero de los medios para equilibrar su irremediable derrota en el campo de combate: guerra jurídica sin cuartel contra comandantes en todas las jerarquías, condenando a un creciente grupo de oficiales, para quienes esa desgastada bandera de “aplicar todo el peso de la ley”, se vuelve fatídica verdad y escenario cotidiano que enorgullece a jueces y fiscales y otorga réditos, renombre internacional y abierta dádiva por parte de algunas organizaciones no gubernamentales, proclives como lo conoce el país al apoyo económico e ideológico para la subversión.
La saña no culmina con la condena del militar; pues a ese antiguo solado que se la ha liquidado su vida, se le manipula miserablemente, ofreciéndole jugosas rebajas de pena, para que enlode el nombre de sus antiguos comandantes y endilgue superiores responsabilidades a sus jefes, con aval, abierto manejo y manipulación de muy particulares ONG (s), despreciable practica que viene horadando sin pausa y sin tregua los cimientos de la institución, que ha sido, es y será la única e insustituible muralla de contención que impide el asalto brutal al querer democrático de un pueblo.
El entramado ponzoñoso de la guerra sin las armas, donde es el nuevo campo de combate para los investigados; un desconocido fango, que lo envuelve lentamente y sin remedio, como lacerante tortura que torna inútil todo esfuerzo por defender una verdad, hasta que ese cieno lo lleva al fondo y lo ahoga sin remedio.
La escalofriante cifra de militares investigados y condenados, demuestra la efectiva estrategia de enjuiciar por todos los medios a militares comprometidos en la guerra, garantiza la disminución progresiva del ímpetu de las operaciones, y debilita el coraje de nuestras tropas para enfrentar al enemigo, ante el riesgo cada vez mayor de ser sometido a investigaciones disciplinarias y penales, con altísimas posibilidades de condena.
Es tal la saña y el sesgo en el aparato investigador, que existe en la Fiscalía General, una Unidad dedicada en forma exclusiva al análisis sobre perfiles de los oficiales del Ejército, sometidos a investigaciones penales, en donde pesa negativamente en la valoración sobre gestión de la profesión, los resultados exitosos en la guerra, los reconocimientos de la Institución a su esfuerzo operacional y su permanencia en áreas de desorden público, en donde es intenso y permanente el combate contra grupos de narco guerrilla.
Campean alrededor de estas investigaciones contra Oficiales del Ejército, un grupo de abogados oportunistas, asociados como “Colectivo de Abogados José Alvear Restrepo” quienes apoyados por grupos de izquierda y organizaciones como Minga, Cohones, Credos, Pax Cristi, Justicia y Paz, entre otras, tienen todo un entramado de testigos, que en su condición de condenados por delitos de terrorismo, narcotráfico y paramilitarismo, se prestan en forma miserable y doblemente delictuosa, a testificar en contra de cualquier militar, con jugosas ofertas monetarias y sensible rebaja de condena, ante su ausencia de referentes de ética y moral, que bien aprovechan los traficantes profesionales del falso testimonio.
Es muy bien conocida su postura en investigaciones contra militares y sus jugosas ganancias obtenidas en condenas al Estado Colombiano, proferidas por la Corte Interamericana de Derechos Humanos, en donde la defensa de Colombia y sus servidores siempre ha sido nula, dejando en estas instancias, un nefasto antecedente que sirve para las incontables demandas ya radicadas en esa Corte Internacional.
Esta dolorosa radiografía y sus oscuras proyecciones, son ya una cruenta y vivida historia de los ejércitos del cono sur, realidad que calcada a los momentos del Ejército Colombiano, nos dejan un amargo sentimiento de desazón, pues la estrategia de postrar a los militares en los estrados judiciales, es un arma mortífera que está causando más daño que las balas asesinas del enemigo y restringiendo sensiblemente el desarrollo de la política de seguridad democrática, bandera del actual gobierno y que tiene como pilar fundamental, la gestión operacional del Ejército.
Etiquetas:
Seguridad Democratica- presidente Uribe
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