martes, 21 de septiembre de 2010
Amenazas que exigen respuesta
Ha transcurrido más de un mes desde cuando, en un abierto desafío al mando militar y, en concreto, al gobierno nacional, el Mayor General Carlos Suárez Bustamante, según los medios informativos, retara al Presidente de la República a darlo de baja, bajo la amenaza de que, si lo hacía, revelaría algunas cosas, las cuales se cuidó de anunciar.[1]
Varios hechos anormales han sucedido al extraño episodio de la amenaza, propia más de delincuentes y mafiosos. La negativa a entregar el cargo que ostentaba como Inspector General de las Fuerzas Militares y la exigencia de continuar allí sin la dependencia de la Jefatura del Estado Mayor Conjunto, al cual ha estado asignado el cargo desde la creación del Comando General en los años cincuenta del siglo anterior.
La propuesta del oficial de ser asignado, con ese mismo cargo y funciones, al Despacho del Ministro de Defensa y, por último y más extraño, que nada haya pasado y nada se haya resuelto a pesar del tiempo transcurrido.
Muchos rumores han circulado y de algunos han dado cuenta los medios de prensa, sin que exista una aclaración del Ministro de Defensa, a quien correspondería pronunciarse. Este inexplicable silencio y la falta de decisiones que recompongan el orden y acaben con las elucubraciones, no hace más que arrojar sospechas sobre la seriedad de la amenaza del oficial y el comprometimiento de los amenazados con algún hecho, por lo menos irregular, si no criminal.
¿Qué es lo que preocupa al presidente de la amenaza mafiosa, que le impide tomar acciones para recomponer el alto mando militar sin la presencia de Suárez Bustamante, siendo éste un acto que no tiene precedentes en la historia militar y política del país y que claramente ha perturbado la organización y la disciplina militares?
¿Porqué no se han tomado acciones para superar el hecho, si cuando Juan Manuel Santos era Ministro de Defensa fueron dados de baja muchísimos oficiales, siendo el ministro que más generales pasó al retiro, en clara demostración de su poder?
¿Constituye el mutismo e inacción del Ministro de Defensa una reacción por no haber él participado en la integración de la cúpula militar o es ello producto de instrucciones de la Casa de Nariño?
En todo caso, la conducta reprochable del General Suárez, además de un pésimo precedente para la disciplina, es un mal ejemplo, no solo para las Fuerzas Militares, sino para el conjunto de la administración del Estado colombiano, que debe ser corregido, sin más dilaciones. No es tolerable ni bienvenida una actitud chantajista, menos cuando ella proviene de un alto funcionario.
Para acabar con las especulaciones, que en nada benefician a la imagen del gobierno y del gobernante, debe definirse la situación del oficial. La prolongación de la decisión solamente arrojará más sospechas, así como el acceder a las irregulares pretensiones del general.
Centro Colombiano de Pensamiento Político Militar
[1] “Dice él que no está dispuesto a irse así como así, y que si insisten en llamarlo a que abrace la vida civil y deje en paz –por fin- al ejército, le sacará los cueros al sol a ministros, al nuevo presidente, a congresistas y hasta a la señora de los tintos del Congreso. Parece que tiene muy buenos contactos con los chuzadores y que estos le prometieron entregarle una gran cantidad de grabaciones para extorsionar hasta al gato.”, Ricardo Puentes Melo, La machaca retrechera, Periodismo sin fronteras, Julio 29, 2010.
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