viernes, 21 de marzo de 2014
Lo que se está negociando en La Habana
¡El objetivo es el poder!
MG (r) Ricardo Rubianogroot Román.
Maestría en Seguridad y Defensa.
Examinando el “Plan Renacer” de las Farc, de autoría
del otrora jefe de esa organización guerrillera alias Alfonso Cano, resulta
evidente que esa estructura, desde hace mucho tiempo consideró que la lucha
armada no era el camino para lograr su objetivo de la toma del poder.
Apoyados y estimulados también en algunos modelos de
gobierno del vecindario, como los de Venezuela o Nicaragua, las Farc siguiendo
su tradicional e inamovible meta de la toma del poder, y visualizando la
oportunidad de lograrlo por la vía política, aceptaron iniciar, desde el mes de
septiembre del 2010, acercamientos preliminares con el actual Gobierno y dar
continuidad a ese propósito, que habían intentado con otros gobiernos en el
pasado, los cuales concluyeron en una fase exploratoria y en la fijación de
unas pautas (no muy ortodoxas) que son las que hoy día rigen los diálogos en la
Habana.
Es importante ser conscientes que esos regímenes
regionales a los que me referí, pretenden ser considerados democráticos,
aduciendo que han llegado a gobernar esos países por votación popular, pero es
ampliamente conocido también, que las elecciones recientes en esos países, han
sido para nada convincentes y esos Gobiernos, en esencia socialistas, han llegado al poder y van a
permanecer en el, empleando toda clase de maniobras y tretas fraudulentas; lo
más grave es que los ciudadanos de esos países permitieron que ello pasara, por
ignorancia, por despreocupación, por indolencia o por cualquier otra razón, la
realidad es que fueron permisivos.
Tremenda coyuntura la que hoy en día se da en el
acontecer Nacional porque “los intereses se articulan, la oportunidad está
dada”. Dentro de los planes de la subversión está conseguir el poder por la vía
política, mientras, por el otro lado, el actual Gobierno está supuestamente
interesado en terminar esa confrontación que tanto mal le hace al país, con los
pactos y negociaciones que adelanta, lo que podría estar facilitando que se
cumpla el objetivo de los primeros.
Haciendo memoria
de algunos de los 14 puntos que hacen parte del plan “Renacer revolucionario de
las masas” PR, en que la organización guerrillera, menciona la importancia de
la política para lograr su objetivo, en mi escrito y en lo ya acordado en La
Habana (Proceso) se podrá apreciar como cada uno de estos puntos se están
cumpliendo poco a poco con constancia, solidez y en forma metódica:
1.
Plan Renacer PR: “Realizar un fuerte
trabajo de infiltración y control de los movimientos y las organizaciones
sociales”.
Proceso de paz:
En el punto No 2 ya acordado, hay aspectos que permitirán que esto suceda, como
es el caso del estatuto de la oposición y las actividades relativas a los
movimientos sociales, aspectos que ya
están aprobados.
Actualmente hay áreas en que las FARC cogobiernan,
Catatumbo, Putumayo y Nariño, hasta el punto que existen incluso manuales de
convivencia hechos por las FARC para el control de esas áreas.
Trabajo arduo e incansable que han
adelantado en la “Formación de cuadros políticos” en varias áreas de la
geografía nacional.
2.
PR: “Replantear el trabajo internacional
que se vino a menos, luego de la muerte de Reyes y la evidencia encontrada en
los computadores”.
Es ampliamente conocido que en el
pasado, lograron que el contenido de los computadores no fuera tenido en cuenta
como prueba, para las investigaciones de las personas allí mencionadas.
Proceso.
Las conversaciones como tal, son una ventana para la resonancia mediática
internacional que buscan.
3.
PR: “Fortalecer las relaciones con
Venezuela a través de personajes como el ex ministro del Interior Rodríguez
Chacín”.
Proceso:
Venezuela es actualmente garante de las conversaciones.
4.
PR: “Montar todo un andamiaje que buscará
resucitar a la organización frente a la opinión pública nacional e
internacional”.
Proceso:
El escenario del proceso de negociación como tal, ha logrado que ese objetivo
se esté cumpliendo en forma efectiva.
5.
PR: “Fortalecimiento del Movimiento
Bolivariano”
Proceso: En el punto de fin del
conflicto, del que se hablará más adelante en la mesa, se considerará lo
relativo a la conformación del partido político de las FARC, que quedó aplazado
del punto de participación en política ya discutido.
Proceso:
Las áreas de circunscripción de paz y las curules transitorias ya acordadas,
dan paso a ese propósito de las FARC expuesto en el plan, debido a la influencia
que, se avizora, tendrá en esas áreas el partido o movimiento que se
conformará, lo que brindará la oportunidad de expansión. La infiltración en los
movimientos estudiantiles, es perfectamente visible y constatable hoy día.
6.
PR: “Lograr el apoyo de políticos y
personalidades en la legalidad”.
Huelgan comentarios en ese sentido.
Por lo expuesto, es importante que los comisionados del
gobierno y el congreso recientemente electo, orienten muy bien, los primeros,
lo que se acuerde y los segundos legislen con mucho análisis y reflexión los
proyectos de ley que surgirán producto de lo acordado.
Unos y otros deben estar atentos siempre, con
suspicacia y ejemplar cuidado, revisando las concesiones que se hagan en
asuntos de gobierno y territorio, meta actual del terrorismo en la mesa, como
derivación del plan renacer; entendiéndose que al referirse a Gobierno en el
nivel Nacional, se habla de curules en el Senado y Cámara y la cesión de
algunos cargos de importancia en el gobierno; en lo regional son las posiciones
en Gobernaciones, Alcaldías, Asambleas, Consejos en Departamentos y Concejos
municipales y algunas posiciones destacadas a ese nivel; al reseñar territorio,
se trata de lo que se les conceda en esa dirección, “Es por esto que las Farc
plantean una reorganización territorial, que comience por el establecimiento de
un ordenamiento territorial descentralizado, que reviva las Regiones y
Provincias e incluya a los territorios campesinos como unidad administrativa
regional al mismo nivel de los resguardos indígenas y los consejos comunitarios
de las negritudes, pero bajo formas organizativas como las Zonas de Reserva
Campesina y las Zonas de Producción Campesina” .
Es importante siempre recordar a las “repúblicas
independientes” como evidencia real del ejercicio del control político, social,
y armado en un espacio geográfico, que se intentaron crear en el pasado,
algunas con resultados palpables.
Lo anterior nos da una clara comprensión del por qué la
vehemencia de los terroristas en insistir que se les autoricen Zonas de Reserva
Campesina, buscando ampliar las seis (6) ya existentes, que totalizan 766.000
hectáreas, donde habitan más de 71.000 habitantes, lo que sumado a las Zonas
especiales de circunscripciones de Paz, que como ya mencione, ya se autorizaron
en la mesa, a pesar que no se ha mencionado cuántas son ni su ubicación, (le
corresponderá al Congreso arbitrar al respecto), lo cierto es que ya se abrió
ese espacio en el punto No 2 de Participación en Política.
Podemos agregar que
las concesiones que ya ha hecho el Gobierno en materia legislativa en el
área del Catatumbo, como también el escenario de las zonas que están con
control de la guerrilla, se destacan el Putumayo, Nariño y el Cauca, donde
incluso, como ya se expuso, existen manuales de convivencia de autoría y plena
ejecución de este grupo guerrillero.
Cuando se ceden espacios territoriales especiales, como
los citados, se facilita irresponsable, irreflexiva y torpemente el
cumplimiento del plan estratégico de las FARC.
Poco a poco las terroristas Farc, han logrado
gobernabilidad y territorio, siguen persistiendo en su intento, trabajan para
obtener cada día más e, inadvertidamente, los colombianos se acostumbran a
aquella realidad.
Alerta negociadores del Gobierno!
Es completamente comprensible que hay que consentir en
algunos temas, de lo contrario no tendría sentido la negociación; corresponde
si, que sean persistentes y la condición de esos convenios, con énfasis debe
plantear: “No es la sociedad la que se debe acomodar a lo que la guerrilla
aspira, es la guerrilla la que se debe ajustar a las exigencias de la sociedad
colombiana”.
Llamo a reflexión, ya que cuando se tiene Gobierno y
territorio, se tiene el control y se
tiene el poder!
lunes, 17 de marzo de 2014
Sobre la guerra jurídica al Ejército de Colombia
La paz no
se construye sobre injusticias
Publicado
13/03/2014
Oscar
Alberto Díaz García
Fuente:
Diario del Otún, Pereira
La manera como Santos planea imponer la paz por decreto, o
tal vez con un referendo, tiene dolencias graves. Su propuesta, que
desconocemos, pero vamos vislumbrando a gotas, se comienza a tornar día a día
en evidente y peligrosa, pues las Fuerzas Militares y en particular el
Ejército, como institución destinada a proteger la soberanía del Estado, salen
tan maltrechos, que las consecuencias pueden ser funestas. Santos desde su
llegada al ministerio de Defensa en el gobierno de Uribe, se dio a la tarea de
buscar la presidencia a sabiendas de que su pensamiento político por si solo no
servía para optar al poder; menos si pretendía esbozarlo a lo largo de una
campaña, que para su suerte en realidad no hubo. La gente votó por él porque
tocaba; esta vez es distinto.
Han pasado cuatro años durante los cuales a pesar de la
opinión de los grandes medios y de la insistencia del gobierno en hacer creer
lo contrario, la seguridad se ha deteriorado. Los éxitos relativos de las
tropas de élite en operaciones conjuntas contrastan con los resultados de todas
las demás, es decir las desarrolladas por unidades menores. La persecución
judicial a la cual se ven abocados los comandantes y sus soldados, que siempre
son investigados pues es obvio que si hay combate debe haber muertos, es
funesta. Y la justicia desconociendo, tanto el fuero militar como la manera de
operar del uniformado, tiene hoy en cárcel a cada soldado que en cumplimiento
de su deber constitucional usa las armas de la República. Me refiero a los que
las usan legalmente, en operaciones limpias, que no a quienes erróneamente
cometen los mal llamado falsos positivos.
La paz, señores congresistas, señores jueces y fiscales,
señor Santos, no se puede construir sobre la injusticia.
Permitir que los bandidos se reincorporen a la vida normal,
sin reconocer sus delitos y sin pagar cárcel por ello, es ya de entrada un
exabrupto; pero si toca, hasta eso se puede aceptar en aras de la paz; que así
sea. Pero si además de tamaño despropósito se suma el hecho de encarcelar por miles
a quienes siempre han estado defendiendo el remedo de democracia que tenemos,
es además de miserable, una bellaquería. ¿Qué creen que pasará después? Si
llega a prosperar la siniestra teoría de la corte constitucional que sostiene
el principio de distinción el cual plantea que el conflicto en Colombia es entre los militares y
los guerrilleros, y que ante eso el estado es tan solo un árbitro, convirtiendo
al militar en un autor del conflicto en iguales términos que el subversivo,
hasta ahí llegamos. Y si abandonarlos en su misión es ya de por sí una
cobardía, ensañarse en ellos desde los estrados de las togas politizadas
ideológicamente, resulta abominable.
Peor si le sumamos un poder ejecutivo pusilánime y mañoso que
engaña al mejor servidor, al más fiel y leal, que amordazado por la Carta
Magna, perdió el derecho a expresarse porque le castraron la conciencia. El
fuero militar inexistente, dado que sigue en el limbo, solo sirve para exigirle
al uniformado que lo de todo en silencio, hasta su vida, pero le niega los más
elementales derechos. Entre tanto, los bandidos gobernarán y harán las leyes; y
tomarían también para si las armas de la República. Menos mal llegan nuevos
congresistas del centro democrático y conservadores a impedirlo. No pudo el sistema
en las elecciones últimas esquilmar más curules, de milagro. La paz se puede
conseguir, más no sobre el cadáver de la justicia.
domingo, 16 de marzo de 2014
En contra de las afrentas, el Ejército de Colombia se pronuncia
COMUNICADO DE PRENSA
15 de marzo de 2014
El Comando del Ejército, frente a las informaciones
presentadas por algunos medios de comunicación, en donde señalan a señores
Generales del Ejército por presuntas investigaciones, se permite precisar:
1. Como garantes de la defensa y la seguridad
nacional y en el marco del estricto apego a la ley, a la Constitución, a los
Derechos Humanos y al Derecho Internacional Humanitario, ratifica su respeto a
los órganos de control y a todas las instituciones de justicia, sin excepción
alguna.
2. Por lo mismo, todos los procesos que han llevado
estas instituciones sobre nuestros miembros, la Fuerza ha garantizado y
garantiza la colaboración en pro de la transparencia, pues el fin máximo de
estos procesos es el hallazgo de la verdad y, en ese sentido, los resultados
siempre han sido y serán respetados y acatados.
3. Sin embargo, la Fuerza expresa su preocupación,
indignación y rechazo, ante la difusión de acervo probatorio, la reserva
sumarial y su cadena de custodia, de donde han salido estas informaciones, que
conllevan a una previa condena social de hombres y mujeres que han dedicado
gran parte de su vida a la defensa de los colombianos. En ese sentido, hace un
llamado respetuoso a la administración de justicia para que se preserven los
derechos del buen nombre y la honra de quienes han sido aludidos en estas
informaciones.
4. En ese mismo sentido, el Ejército es consciente de la responsabilidad de que
sus miembros aporten a la construcción de la paz con total transparencia,
honestidad y eficacia, y que no se desvíen de la formación en principios y
valores. Por eso, cuando la justicia ha determinado que algunos de nuestros
miembros le ha faltado al país y al honor militar, se ha acatado y se seguirá
acatando con respeto las decisiones de los jueces de la República.
5. Pero precisamente, por el respeto que al
Ejército le merecen los diferentes órganos de la justicia, es que exigimos el
debido proceso para que se garantice el honor, la honra y el buen nombre de
aquellos hombres y mujeres que durante toda su vida le han entregado a la
Institución y al país victorias y sacrificios, que hoy nos permiten mantener la
libertad y la democracia del pueblo colombiano.
6. Todo esto lo han hecho nuestros miembros a costa
de poner en riesgo su propia vida, su integridad física y su estabilidad
familiar; ellos han visto vulnerada su dignidad, la de sus esposas e hijos.
7. El Ejército reitera el respeto a los medios de
comunicación, quienes con su consagrada labor garantizan el derecho superior a
la información, pero exige respeto al honor y a la dignidad de los mencionados,
y pide que no se mancille más la legitimidad de la Institución.
Las palabras del Libertador, hoy son recordadas
como si las hubiese pronunciado en esta época en nuestra convulsionada Nación:
Dichosísimo aquel que corriendo por entre los escollos de la guerra, la
política y las desgracias públicas, conservan su honor intacto. Precisamente,
el ser militar es el más grande de todos los honores y quienes se atreven a
cuestionarlo con infamias, calumnias y señalamientos irresponsables atacan la
soberanía y la independencia, atacan al mismísimo pueblo, pues fue primero
Ejército que República; que no se le olvide a nadie.
Honor y Gloria por siempre a tan noble Institución.
Fe en la causa y Paz con Dignidad
Bogotá D.C., 15 de Marzo 2014
FE EN LA CAUSA
jueves, 13 de marzo de 2014
El proceso de paz de La Habana y los militares
Bogotá, D.C. Febrero 20 de 2014
Dr. JUAN
MANUEL SANTOS CALDERÓN
PRESIDENTE DE
LA REPÚBLICA DE COLOMBIA
La Ciudad.-
Señor Presidente:
Con la más alta consideración y respeto, nos
dirigimos a usted en su condición de Comandante Supremo de las Fuerzas Armadas
de la República, con el fin de advertir algunas realidades y peligros, que no
solo son de la mayor importancia para la supervivencia de la Fuerzas Militares,
sino también para la estabilidad democrática de la Nación, en el desarrollo de
la transición de un eventual fin del
conflicto con las FARC.
En primer término, estamos convencidos que la mayor
amenaza no está, de por si, en la dinámica de la mesa de negociaciones, pues
hasta el momento es claro que se está dando cumplimiento a lo estipulado en el Acuerdo
General. Sin embargo, observamos con incertidumbre y preocupación, la
implementación y las leyes que se deban desarrollar y reglamentar como resultado de la negociación,
las cuales de no manejarse adecuadamente podrían ser perjudiciales para el país
y sus FFMM.
Igualmente, consideramos de la mayor importancia la
grave crisis por la cual está atravesando la justicia en Colombia, producto de
fallos y actuaciones emanadas del poder judicial y la Fiscalía que aunque,
aparentemente son en derecho ponen en riesgo la vida de miles de colombianos y
la integridad de la Fuerza Pública. Su polarización
ha llegado a los niveles más altos, derivada de argumentaciones e
interpretaciones político-ideológicas que han venido asumiendo jueces,
magistrados y altas cortes; pero lo más absurdo y extraño, son las
coincidencias con organizaciones de la extrema izquierda y de las Farc.
Sumado a esto, el Fiscal General de la Nación ha
demostrado en sus actuaciones una actitud indulgente con los terroristas, configurando
para ellos escenarios de justicia restaurativa, con penas alternativas y muy
seguramente con renuncia a la acción penal. Mientras, mantiene una actitud radical
con los militares, los cuales son objeto de una justicia retributiva en una
especie de "venganza penal", de la cual dan cuenta las frecuentes
órdenes de detención y la vinculación a procesos de diversa índole, todo
enmarcado en el tema de violaciones de derechos humanos. La Unidad de “Análisis
y Contexto”, de la Fiscalía General de la Nación, sistemáticamente viene
señalando que los militares en Colombia han actuado dentro del contexto de una
“empresa criminal”, por lo cual nos asisten razones para inferir, que los
militares están ganando la guerra en el campo de combate, pero la están perdiendo
en el campo jurídico.
En lo que refiere a la reconstrucción de la Verdad Histórica,
preocupa enormemente el enfoque del informe ¡Basta ya!, publicado por el Centro
Nacional de Memoria Histórica. Allí se pretende mostrar que en Colombia la
guerra se presentó entre actores armados, separando al actor estatal de su
ligamen con la Constitución Política o sea, “un asunto entre militares e
ilegales” una conclusión, bastante grave, que en el fondo tiene una repercusión
jurídica y política para la institución.
También es necesario advertir que en todo este
desbarajuste institucional, ha contribuido en buena parte la ligereza e
irresponsabilidad de los medios, por no decir su intencionalidad, que en el
afán de la “chiva” o el “rating”, ponen
en peligro la credibilidad y prestigio institucional. Resulta de por demás
irresponsable que se presenten inculpaciones sobre supuestos hechos, no
comprobados ni debidamente investigados. Consideramos que estos escándalos
ameritan mayor prudencia antes de esquilmar la institución y sus miembros. Sabemos
que la libertad de prensa forma parte de la democracia, pero cuando trasgrede
límites éticos pone en riesgo la seguridad nacional y ciudadana.
En el campo internacional la situación no es menos
preocupante; tras efectuar un análisis comparado de diversos procesos de paz y
su impacto sobre las Fuerzas Armadas, concluimos que los principales afectados,
en gran parte, han sido los militares que enfrentaron a los irregulares, en
cumplimiento de la Constitución, políticas y lineamientos trazados por el alto
gobierno. No sería extraño, la aplicación de una justicia vengativa impulsada
por la izquierda radical, apoyada en ese imaginario internacional que se ha
construido sobre los militares latinoamericanos de quienes nos diferencia el
contexto, pues muchos de ellos actuaron en un escenario de dictadura, mientras
nosotros lo hicimos enmarcados en la democracia. Queremos señor Presidente,
conocer y estar seguros de su apoyo y compromiso con los soldados en este
trascendente tema.
Otra preocupación, se deriva de la intervención de
las Naciones Unidas. Este organismo ha participado en diversos procesos en el
mundo, aunque no en todos ha sido exitoso. Particularmente en Colombia, sus
delegados se han caracterizado por tener un sesgo político y animadversión
contra las Fuerzas Militares. Podrá entenderse, señor Presidente, la gran
preocupación que genera que sea esta organización, en el futuro, la que
participe a nombre de la comunidad internacional en la implementación del
acuerdo, pues no garantiza equilibrio y neutralidad. Por lo cual debería
pensarse en otros organismos o países, que ofrezcan las condiciones antes
descritas.
Señor Presidente, estamos completamente de acuerdo
que el objetivo de cambiar las balas por votos resulta loable y benéfico para
la construcción de la paz; sin embargo, la aplicación de este razonamiento no
debe verse únicamente como el fin de la violencia, sino más bien, de asegurar
el futuro democrático del país.
Consideramos que en el actual panorama nacional
existen dos debilidades sustanciales que advierten peligros para el escenario
futuro. En primer lugar, la situación de los partidos políticos, hoy día debilitados,
fragmentados, polarizados e incapaces de ejercer el poder que antes tenían.
Colectividades que cada vez se apoyan menos en el poder de convocatoria en
razón de sus ideales y más en maquinarias electorales. En la actualidad, son
las organizaciones y movimientos sociales quienes están recogiendo la
inconformidad ciudadana, pues hay una enorme desconfianza por la política, los
partidos y sus dirigentes. Es allí, donde están ganando espacio las FARC y el
ELN.
La segunda debilidad, radica en la visión misma que
tienen las partes sobre el proceso. Para el gobierno, es una generosa
oportunidad para que dejen las armas y se incorporen a la vida civil como
partido político legal; mientras para las FARC, es una oportunidad para ajustar
su estrategia, de tal manera que les permita asegurar la supervivencia y preservación
el movimiento guerrillero, sin dejar de intimidar con el potencial uso de las
armas que pretenden tener a su alcance hasta consolidar la toma del poder,
empleando su característica combinación de las formas de lucha. Esta es la
razón por la cual existe una ambigüedad entre dejación y entrega de armas. Además
que su mayor gestión, actualmente la están realizando fuera de la mesa, con
ayuda de aliados que están en la legalidad.
Sea cual fuere la situación, en cualquier escenario
y bajo cualquier circunstancia, no podemos olvidar que nuestros militares y
policías nunca han ido a la guerra motu
propio, sino bajo la dirección política y estratégica del poder civil, en
cumplimiento de órdenes emanadas por gobiernos elegidos democráticamente. Por
lo tanto seria no solo indigno, sino también injusto, que esas Fuerzas Armadas
que han sido respetuosas de la constitución y han enfrentado el conflicto,
ofreciendo la vida e integridad de miles de sus hombres, sean objeto de una
venganza política e ideológica de quienes representan la majestuosidad de la
justicia, o de aquellos que por gracia del favor que les confiera la sociedad
colombiana, alcanzaren el poder. Es en este tema, donde mayor seguridad y
tranquilidad esperan los soldados de Colombia de su gobernante.
Señor Presidente consecuente con todo lo anterior, y
dada su condición de Comandante en Jefe
de las Fuerzas Armadas de Colombia, esperamos de usted un pronunciamiento
concreto sobre estas realidades y peligros que tanto nos afectan.
Cordialmente.
C. Alm. (ra)
Luis Carlos Jaramillo Peña
Asesor
del Proceso de Paz
BG.EJC (ra) Jaime Ruiz Barrera
Presidente
de ACORE
MG. EJC. (ra) Víctor
Álvarez Vargas
Asesor del proceso de Paz
Presidente del Cuerpo de Generales y Almirantes
MG. FAC (ra)
Ricardo Rubianogroot R.
Asesor
del Proceso de Paz
BG. Ponal (ra) Pablo Rojas Flórez
Presidente del Colegio de Generales Policía Nal.
domingo, 2 de marzo de 2014
La verdad tras el escándalo al Ejército Nacional de Colombia
El Presidente, una revista y el Ejército
Por: Darío Acevedo Carmona | Elespectador.com
Colombia es un país de sorpresas y de situaciones inauditas. Lo ocurrido con el ejército colombiano constata lo dicho.
Que las decisiones sobre relevos en la cúpula militar dependan de crónicas periodísticas, que el jefe supremo de la fuerza pública, por mandato constitucional, tome decisiones dando por ciertas las informaciones de una revista dirigida por su sobrino, sorprende y asusta.
Las dos denuncias recientes de la revista Semana, la de las actividades de inteligencia u “Operación Andrómeda” y la de los casos de corrupción de altos oficiales podrían ser vistas como fruto de investigaciones minuciosas, “objetivas”, “independientes”, compromiso ético y cumplimiento de la función periodística.
El presidente Santos dio credibilidad total y plena a las crónicas de Semana, apartó de sus cargos a dos generales responsables de la operación, exigió investigación interna, habló de la intervención de “fuerzas oscuras”, aunque al día siguiente, hubo de corregir al reconocer que las actividades de inteligencia eran legales. Pero, el daño quedó hecho.
Ante la segunda denuncia la reacción del presidente Santos fue todavía más desconcertante. Llamó a calificar servicios a varios generales de distintas fuerzas por no haber realizado los controles debidos para evitar la corrupción, y, llamó a calificar servicios al comandante general de las fuerzas militares, el general Barrero, que había llegado al cargo en agosto de 2013, precedido de una aureola de lealtad, entrega, sacrificio y servicios a la patria. No salió por acusaciones de corrupción sino por una desafortunada frase dicha de manera privada, vía telefónica, a un alto oficial involucrado en los “falsos positivos”.
En nombre pues, del honor militar y de la buena imagen, el presidente optó por sacrificar generales y coroneles, sin fórmula de juicio, sin darles la oportunidad de ser escuchados, mucho menos de defenderse o de tener derecho al debido proceso. De buenas a primeras, oficiales con una hoja de servicios de 35 o más años se encuentran de bruces en el asfalto, cargando el fardo de la mala fama y de la deshonra.
Yo no voy a defender a priori a ninguno de ellos, pero, tampoco voy a hacerle coro a una revista que no actúa con transparencia ni al grupito de columnistas e intelectuales a quienes el uniforme militar institucional les produce urticaria y vómito. Creo que, como en toda comunidad u organización compleja, en particular, como es el ejército nacional, pueden darse casos de corrupción y violación de normas del servicio, disciplinarias y éticas que merecen ser investigadas y, comprobada la culpa, sancionadas.
Pero, la carrera militar está rodeada de ingratitud, cualquier falla, desliz, arbitrariedad o infracción puede dar al traste con toda una trayectoria. Más allá, la carrera militar en un país con tantos retos y peligros de grupos armados irregulares que apelan de forma sistemática a la violencia contra las instituciones y la sociedad, puede tornarse dramática y azarosa.
Los gobernantes les dan la orden de hacer inteligencia, por ejemplo, para luego despedirlos a las patadas porque un medio o una Ong entabla denuncias. Les ordenan hacerle la guerra al terrorismo y a la vez les imponen un cúmulo de condicionantes y les montan un batallón judicial que les dicen cómo deben hacer la guerra como si no hubiese guerra, luego, les exigen resultados y, por último, se pueden ver involucrados en campañas de propaganda y denuncias de sus enemigos jurados, que se traduce en llamados a calificar servicios y muchas veces en la cárcel antes de ser vencidos en juicio.
Está muy bien que se adelanten investigaciones a aquellos oficiales y agentes que violen las leyes o que abusen de sus galones y de su autoridad por corrupción o por el afán de ganar albricias con falsos positivos. Pero, lo que es inadmisible es que se les niegue el derecho elemental de hablar, ofrecer explicaciones y defenderse. Es una situación insostenible: tienen en sus manos la defensa del país y son tratados como ciudadanos de segunda.
Estos dos últimos episodios dejan muchas dudas, además del sinsabor en las tropas y su efecto negativo en la moral de sus integrantes. La revista Semana es dirigida por un sobrino del presidente Santos, el hijo de Enrique, el principal animador de los diálogos de La Habana. Es válido preguntarse si el interés de la información era periodístico o si se trató de una maniobra calculada para sacar del camino a oficiales críticos. Preguntar por la fuente que proporcionó las grabaciones es inútil, dirán que existe el derecho a no revelarla. Si la información salió de la Fiscalía puede constituir una violación de la reserva de sumarios de militares investigados. ¿Por qué en este coyuntura? ¿Por qué información de inteligencia recabada por el ejército está en poder de quien ha defendido la tesis de impunidad de las guerrillas?
Demasiado peligroso y desestimulante para cualquier oficial la destitución del General Barrero por una conversación hecha dos años atrás sin que se compruebe que tal frase haya tenido efectos nocivos constatables y cuando el general no tenía el rango actual. Mucho más grave y, además, sospechoso, que se denigre así al oficial que diseñó y dirigió la operación en que fue abatido el comandante máximo de las FARC, Alfonso Cano.
El presidente Santos es el funcionario público colombiano que más generales, coroneles y otros oficiales ha descabezado en los últimos años, como ministro de Defensa y presidente. Demuestra una gran vulnerabilidad a la presión de los medios y al bullicio propagandístico de ONG caracterizadas por sus prejuicios contra la institución militar, entre las cuales las hay que sostienen la insólita tesis de que el estado y su ejército son los únicos que cometen crímenes de guerra, y las guerrillas no porque no son signatarias del derecho internacional humanitario ni de los protocolos adicionales de Ginebra.
Suenan hueras las reiteradas declaraciones del presidente sobre su amor y respeto por la institución más querida y respetada por los colombianos, a la que tanto ha maltratado y dado señales equívocas.
* Darío Acevedo Carmona
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