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"Un grupo de colombianos, militares y civiles de reconocida experiencia a nivel nacional e internacional, conformado para analizar y debatir problemas importantes sobre la defensa y seguridad nacional".

sábado, 1 de diciembre de 2012


SÍMIL  ENTRE  LA  HABANA  Y  MANAGUA.

Por: Ricardo Rubianogroot Román
Centro Colombiano de Pensamiento Político-Militar

En los Estados Unidos llaman  “Black Friday”  (viernes negro) a la más espectacular oportunidad de ventas de diferentes almacenes y locales comerciales, como marco de la celebración del día de Acción de Gracias, pues se dice que las ventas son tan exitosas que hacen que cualquier índice negativo en ventas del año termina y, aparte de ello, es el preámbulo de más ventas positivas por las festividades navideñas y de fin de año.

Para el país, en cambio, estos días son muy tristes. El fallo de la Corte Penal Internacional respecto del diferendo con Nicaragua, es un hecho que ha despertado todo tipo de reacciones y en las conversaciones de Paz el optimismo es  moderado en lo que se puede lograr, diría mejor hay pesimismo, al país lo ronda el “fantasma de la desconfianza”. Desde el 19 de noviembre, hemos vivido no un “viernes negro” sino una “semana negra”.

Guardan cierta similitud los hechos y circunstancias de los casos que se desarrollan y tienen relación con la Habana y Managua, podrían existir para los contradictores del Estado Colombiano, un preámbulo de cosas positivas en el futuro como lo es el “Black Friday”  para los comerciantes estadounidenses.[1]

Puedo mencionar inicialmente los intentos negativos y fracasos de varios Gobiernos en los intentos por lograr la Paz y la aprobación de diferentes pretensiones de reclamantes y pretendientes de nuestras aguas en el Caribe, errores que involucran Presidentes, Cancilleres, supuestos expertos y negociadores, que permitieron la intervención, el manejo e injerencia indebida de terceros en los asuntos internos y la participación de ONG’s, Cortes y estrados internacionales en cuestiones que podrían solucionarse sin permitir la indebida intervención externa.

Irracionalmente y con argumentos baladíes, firmamos y nos inscribimos para formar parte de cuanta organización internacional existe, sin medir los efectos y las graves secuelas que dejan para el país los irresponsables actos y sin atender el ejemplo de otros países, catalogados como desarrollados, que sí han medido las consecuencias futuras para sus respectivos Estados y se han abstenido de vincularse, sin dejarse llevar por supuestas conveniencias coyunturales.

Irresponsablemente aceptamos la intervención de la Corte Internacional de Justicia (CIJ) para el tema de Nicaragua y ahora, en las conversaciones de paz en La Habana y encubiertos como participación ciudadana, del denominado Foro Agrario, organizado por la misma dependencia que nos está arrebatando lo que nos pertenece y la Universidad Nacional, de conocida tendencia. Desde ya, se vislumbran resultados contradictorios, como consecuencia de la intromisión aceptada, ya que resulta evidente que aquel se trata de una estrategia diseñada y dispuesta por Alfonso Cano, cabecilla abatido de las FARC, como uno de los puntos del Plan Renacer, situación tanto más grave, cuanto que es reconocida la tendencia y habilidad de los organizadores del encuentro, por lo que resulta axiomático que, una vez más, seremos víctimas de la tonta ingenuidad, característica de los gobiernos populistas, que termina  recorriendo el camino que le traza la organización terrorista.

Legitimar a los enemigos del Estado, sentándolos en igualdad de partes en la mesa de negociaciones y aceptar negociar en la Corte Internacional de Justicia temas que no tienen porque negociarse; así como permitir la propaganda y perder el control como Gobierno de la difusión de la realidad nacional, admitiendo apreciaciones incorrectas de otros países y otros pueblos, ha sido otro error y rasgo distintivo en estos dos procesos.

Caer en la ingenuidad por parte de  nuestros Gobiernos y de  nuestros negociadores asumiendo que la contraparte obrará con lealtad, sensatez y ecuanimidad; que habrá equilibrio y ponderación en las decisiones de los jueces del litigio y/o de los garantes del proceso de paz, o no defender de manera eficaz y apropiada al país en el litigio de nuestras aguas territoriales en el Caribe, evitando así decisiones injustas y no preparase adecuadamente para los retos de la paz, improvisar, no prepararnos a fondo y analizar y considerar las consecuencias que se pueden derivar de los acuerdos a los que se llegue para satisfacer a las partes, irresponsabilidad, ignorancia y arrogancia, falta de consulta, es una constante en estos dos procesos.

En el tema de la conversaciones de paz se ve también la perversa estrategia de las FARC, de encasillar al gobierno para impedirle levantarse de la mesa, al pretender vincular mañosamente al Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR), un ente que la mayoría de las veces se ha comprometido con las organizaciones de izquierda, a quien se propone como un nuevo actor para que le colabore en esa tarea, con interpretaciones acomodadas y malintencionadas de la Constitución y la jurisprudencia de la Corte Constitucional para edificar falsas conclusiones que buscan maniatar al Gobierno a su pretensión de alargar el proceso de paz por varios años, en la misma forma como Nicaragua nos llevó a la CIJ, a la cual acudimos a sabiendas de que sus fallos eran inapelables y que se darían dentro de los parámetros de justicia, rectitud e imparcialidad tradicionales y no manipulados y orientados por intereses espurios.

El indolente pueblo colombiano,  siempre acostumbrado a que lo engañen y manipulen, manifestará su desacuerdo y sentará su protesta enérgica y se convocaran marchas, manifestaciones airadas, nacionalismo desafortunado, nos “calentaremos” de momento y el gobierno tomará medidas drásticas, hasta cuando un nuevo hecho capture la atención de los medios de prensa y nos haga olvidar lo ocurrido; esta administración nos tiene acostumbrados a ello cada vez que se cae en las encuestas.

Todos esto planteamientos y otros mas son similitudes en lo que ya sucedió en el caso del litigio con Nicaragua y que se está presentando en alguna medida en Cuba con el proceso de paz. Debemos, como dolientes de lo que sucede en el país, en la medida que nos corresponde, alertar sobre “lo que no debería ser y fue y en lo que no ha sido pero podrá ser”.









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