Quienes somos

"Un grupo de colombianos, militares y civiles de reconocida experiencia a nivel nacional e internacional, conformado para analizar y debatir problemas importantes sobre la defensa y seguridad nacional".

miércoles, 29 de junio de 2011

La Opinión de la Semana

Pobres Héroes
¡QUE INJUSTICIA! II

“Saber que hacer algo es lo justo, no hacerlo es la peor cobardía” (Confucio)

Por Brigadier General Héctor Martínez Espinel del Centro Colombiano de Pensamiento Político Militar

La historia de Colombia, se ha enmarcado desde los mismos albores de la independencia,  por hechos y sucesos de injusticia, derivados de circunstancias propias de nuestra idiosincrasia como pueblo multiétnico, que nació a la vida Republicana, con esa tara imborrable de nuestros ancestros, quienes desde la península venían con un propósito mezquino de enriquecimiento, de saqueo, de menosprecio por el legado inmenso de nuestra cultura indígena y de enriquecimiento a todo precio.

Bien dice el escritor francés del siglo XVII y XVIII, Francois Marie Arouet - Voltaire - “la injusticia en el extremo produce la independencia”.  En nuestro tortuoso y cruento proceso de independencia, se cometieron atroces crímenes, que analizados hoy a la luz de prolijas normas sobre Derechos Humanos y el Derecho Internacional Humanitario, causarían la protesta y la condena mundial, por el salvajismo de las acciones criminales; en las cuales una simple  sospecha era convertida en probada deslealtad,  insubordinación o conspiración,  como es el caso del General Manuel Piar, quien después de servirle a Bolívar y a Venezuela, fue llevado a juicio y condenado a muerte el 16 de octubre de 1817, en Angostura actual Ciudad Bolívar. ¡Qué injusticia! Con ello se abrió el camino para las injusticias que le prosiguieron, aplicándose lo dicho por el Político alemán Willy Brandt Permitir una injusticia significa abrir el camino a todas las que siguen”.

La verdad es que esa tara de lo particular, de lo mío, del interés personal, familiar profesional y del aprovechamiento de la masa de población inerme, sigue permeando nuestra sociedad actual y sigue imponiéndose en los ámbitos jurídico, político, económico y social. Aplicándose lo expuesto por el filosofo y científico de la antigua Grecia en el siglo IV a. C  Aristóteles cuando manifestaba El instante es la continuidad del tiempo, pues une el tiempo pasado con el tiempo futuro”. Lo cual es lo que nos han heredado nuestros antepasados.

Nuestra época republicana no se aparta de esa marcada dosis de injusticia,  y de erradas interpretaciones sobre el quehacer militar y la conducción de las operaciones. Para hacer un poco de historia reciente, cabe recordar el caso del General Gustavo Rojas Pinilla, quien debido a la violencia bipartidista existente agravada en  1948 con la muerte de Gaitán, apoyado por los dirigentes de los partidos políticos de la época Liberal y Conservador,  el 13 de junio de 1953,dio un golpe de opinión sin derramamiento de sangre, calificado así por Darío Echandía, salvando al país de una guerra civil sin antecedentes en la historia y que desangraba sin sentido a la Nación entera. Su gobierno sentó las bases para la paz y el desarrollo nacional; sin embargo fué condenado y desterrado el 18 de marzo de 1959. ¿Acaso se estaba aplicando en tan alta jerarquía, lo dicho por Pablo Neruda “El fuero para el gran ladrón, la cárcel para el que roba un pan”?

 ¡“Que injusticia”! Con esta  sentencia se cumple lo dicho por el religioso estadounidense  Martin Luther King La injusticia, allí donde se halle, es una amenaza para la Justicia en su conjunto”. Y así ha venido avanzando en Colombia. Años más tarde, el Tribunal Superior de Cundinamarca, le devolvió los derechos políticos con providencia del 20 de diciembre de 1966, confirmada por la Corte Suprema de Justicia el 18 de octubre de1967, ¡se hizo justicia! sí, pero después de 7 años de condena.

Otros episodios trágicos más recientes: en 1985 miembros del M-19 en contubernio con el cartel de Medellín, efectuaron el asalto brutal a sangre y fuego al Palacio de Justicia, con la pretensión sórdida de hacer un juicio al Presidente de la República. Para fortuna de la Patria y su existencia como Nación libre, el propio Presidente dispuso que la Fuerza Pública recuperara el mancillado Palacio, pues era inconcebible que una horda de forajidos, con claras consignas de borrar todo vestigio de las investigaciones contra los cabecillas del narcotráfico, hiciera cualquier tipo de concesiones, pues se deslegitimaría como Estado y claudicaría ante la responsabilidad constitucional de la salvaguarda de las instituciones.

La cruenta batalla conocida en vivo y en directo a nivel mundial, tuvo como resultado de las investigaciones, la declaratoria de inocencia para los Comandantes participantes en la recuperación del palacio, pues era evidente la valoración de haber cumplido un mandato presidencial y un imperativo constitucional de la salvaguarda de las instituciones, para el caso. La Corte Suprema de Justicia; sin embargo, como en el pasado, en su presunción de todopoderosa, contra las normas universales del derecho, se omite el principio de cosa juzgada constitucional, se violenta la ley y aquellos otrora juzgados y declarados inocentes, son llamados a juicio por delitos no existentes parta la época de los hechos.

En dos fallos carentes de justicia por naturaleza, están acostumbrando al pueblo colombiano a aplicar lo manifestado por el escéptico y moralista francés Nicolas Chanfort del siglo XVIII, “A dos cosas hay que acostumbrarse, so pena de hallar intolerable la vida: a las injurias del tiempo y a las injusticias de los hombres” ¡Qué Injusticia! condenan al Señor Coronel Luis Alfonso Plazas Vega a 30 años de cárcel y al Señor General Jesús Armando Arias Cabrales a 35 años, demostrándose el más doloroso atropello a los derechos fundamentales de dos ciudadanos ilustres y a dos insignes militares con una hoja de vida brillante y con probados aportes al País, cumpliéndose el pensamiento del Filosofo Americano del siglo XIX Ralph Waldo Emerson “Una injusticia hecha en perjuicio de uno solo, es una advertida amenaza contra todos”.

Casos similares son los de la mayoría de militares Oficiales, Suboficiales y Soldados, participantes en el mismo Palacio de Justicia y el de otros, entre los que se destacan: La condena al General Faruk Yanine Díaz (Q.e.p.d.), la situación jurídica del Señor Coronel Hernán Mejía, quien después de pacificar el departamento del Cesar y de combatir a los enemigos de la patria, está siendo procesado y enjuiciado con posibles testigos falsos. Los Oficiales, Suboficiales y Soldados del caso Jamundi en el Valle del Cauca, fueron condenados por el Fiscal General de la nación, desde el mismo día de los hechos, sin mediar investigación ni juicio alguno, cuando manifestó, que con esa acción, “le estaban haciendo un favor al narcotráfico” ¡Qué injusticia! Después de ello por mas inocentes que sean, ¿quién los va a juzgar como tal, para contrariar las afirmaciones y pruebas adelantadas por una de las partes, los acusadores? Cuando realmente lo que falto, fue la coordinación previa de la Policía con la Base Militar que estaba cumpliendo con su deber en el área. El caso del Señor General Rito Alejo del Rio, después de pacificar el Urabá Antioqueño y otros innumerables casos, en los cuales es evidente la tendencia de darles credibilidad a los delincuentes y desestimar las pruebas de los verdaderos inocentes. ¡Qué injusticia!

Para que hablar de aquellos delincuentes que atacaron el palacio y la institucionalidad, hoy en un contrasentido y desdén por los valores de un Estado de Derecho, están libres e indultados, disfrutando a sus anchas de las libertades que como heredad, custodian los soldados y jueces que ellos mismos combatieron y abatieron con sevicia. Nuevamente: ¡Qué injusticia! quienes defendieron la República están presos. Con estas condenas el pueblo colombiano, clama como lo hizo Jesucristo nuestro rey del universo “Nos hartamos de andar por sendas de iniquidad y perdición, atravesamos desiertos intransitables”. ¡Que mi Dios  bendiga a todos los colombianos!

Con esta rampante inseguridad jurídica, nada de escandaloso tiene que después de cumplidas las miserables condenas, se articule un nuevo delito y se decrete la cadena perpetua o la pena de muerte, no contempladas en nuestras leyes para los Colombianos, pero como son Militares, bien se la pueden aplicar y el país indolente asistirá silencioso a otra ¡Injusticia!

Con razón se han preguntado y exclamado los hombres honestos y probos de Colombia y de nuestras Fuerzas Militares: ¿Enorgullece el cumplimiento del deber? ¿Vale la pena el altruista sacrificio por la patria? ¡Vale más un delincuente que asalta y mata, que un soldado que lucha por su patria! No ¡Que injusticia! ¿Reconforta a las nuevas generaciones de soldados, ver el escarnio de sus jefes, llevados al cadalso por el cumplimiento sagrado del deber? ¿Se hace patria ofrendando la vida si fuese necesario, cuando la realidad nos dice que el ser militar ya es una presunción de culpabilidad? Los injustos habrán querido o así lo quieren convertir y aplicar lo expresado por el escritor y poeta alemán Hans Magnus Enzemsberguer sobre la causa justa, “Toda causa justa, se convierte en injusta en el momento que la llevamos hasta las últimas consecuencias”. ¡Qué injusticia cuando no se piensa en la nación!

¡Oh de la Patria que juzga y condena a sus auténticos defensores! mañana estarán desguarnecidos los cuarteles, atiborradas las cárceles y proscrito el honor militar, que mancillado le dará paso a los propios detractores de las instituciones, que ya hoy los vemos enseñoreados con las amnistías e indultos, dirigiendo los destinos de la patria que atacaron, destruyeron y desangraron con la posible anuencia de algunos dirigentes.

Qué aleccionante sería para la historia jurídica del país, que todos los colombianos prestaran su servicio militar, y que quienes tienen la delicada responsabilidad de juzgar las acciones de las tropas en combate, conocieran las condiciones en su mayoría adversas en que las tropas enfrentan a los enemigos del Estado, hicieran un acercamiento a los escenarios de la guerra y  optaran por conocer la vida militar, que a diferencia de cualquier funcionario del País, pone al servicio de los más altos intereses de la Nación, hasta su propia vida si esta fuese necesaria para la salud de la patria. Para algunos, romántica expresión, pero para quienes vestimos en pretéritas oportunidades el uniforme, se convierten en credo de fe y una realidad del cotidiano quehacer militar, nunca ponderado ni mirado por los tribunales en su real dimensión. Al parecer se está aplicando lo expuesto por el filósofo griego Arístocles Platón en el siglo V antes de Cristo:
“La obra maestra de la injusticia es parecer justo sin serlo”. 

miércoles, 15 de junio de 2011

A PROPÓSITO DEL FALLO POR ASALTO CRIMINAL DE LAS FARC A LAS DELICIAS

Pobre Colombia
¡QUE INJUSTICIA!

Por Brigadier General Héctor Martínez Espinel*

“Una injusticia hecha al individuo es una amenaza hecha a toda la sociedad” (Montesquieu)

Mientras que el Estado gana la guerra en el campo de combate, se pierde en los estrados judiciales y se debilita la institucionalidad, ya no se ve a sus representantes como tal, sino que se les tilda de ser generadores de alto riesgo para los ciudadanos. Al respecto, el Presidente Santos afirmó el pasado 2 de junio en Bogotá que no es justo  “señalar que el Estado crea situaciones objetivas de riesgo por ubicar una base militar en un ámbito espacial donde el orden público esta alterado y donde por supuesto hay peligro; hacer de esto una fuente de responsabilidad, puede tener consecuencias imprevisibles”.

El presidente Santos ha pedido la ponderación en la justicia. El Tribunal Constitucional Español en STC 219/1992 fto.jco.2 define la ponderación como “una labor hermenéutica que no es sustancialmente distinta a la que determina el contenido de cada uno de los derechos en presencia y los limites externos que se derivan de su interacción reciproca” y que “la ponderación consiste en valorar el significado y la trascendencia de los distintos elementos de prueba y llegar a una conclusión”, ¿será posible que no se esté haciendo detalladamente en nuestra justicia colombiana?

En Italia el constitucionalista Gino Scaccia, en “El balanceamiento del interés como técnica del control constitucional” (jurisprudencia constitucional 1998 p.3954) determina que “la decisión de ponderar no es ni interpretativa ni deductiva, sino que se basa en la formulación de juicios de valor no sujetos a un cotejo de coherencia sistemática, aun cuando en la motivación de la sentencia el juez constitucional pretende que la decisión aparezca como la salida natural y lógica de un itinerario rígidamente hermenéutico”. Significando con ello que la ponderación, es una técnica, en la que no se emplea la interpretación y se parte del peso de los intereses concurrentes en el caso, para llegar a la decisión. ¿Cuál orientación jurídica es la adecuada para lograr una justicia justa?  Esperamos que en corto tiempo se logre dilucidar las inquietudes y aclarar los conceptos sobre el verdadero propósito de la ponderación jurídica.

En Colombia, el Doctor Mauricio Fajardo Presidente del Consejo de Estado, manifiesta que “los jueces estamos obligados a ponderar todos los elementos que forman parte de un proceso y siempre seguiremos actuando en esa dirección, a pesar de las críticas de algunos sectores”. ¿Cuál será el grado de ponderación que efectúa nuestra justicia en los procesos y en qué dirección apuntan sus afirmaciones, cuando expresa: “este fallo no es novedoso solo consolida una jurisprudencia de hace muchos años que los comandantes militares que deciden enviar a los hombres a cumplir las misiones deben hacerlo con estricto acatamiento a las instrucciones y reglamentos que los rigen y con todos los recursos”? Se observa un direccionamiento de la responsabilidad a los mandos militares de la época, quienes sufren con ellos las inclemencias y limitaciones, no a la guerrilla que fue la victimaria y causante de tan abominable toma. ¡Qué injusticia! Bienvenidas sean para nuestros soldados, las indemnizaciones por los daños causados en cumplimiento del deber, pero que se enjuicien a los verdaderos responsables. No a quienes son las victimas ¡Eso es justicia!

Qué bueno fuera para la historia jurídica del país que todos los colombianos prestaran su servicio militar, o que quienes nos juzgan se preocuparan por conocer las verdaderas necesidades  y realidades del país y de las tropas, los esfuerzos y sacrificios a los que se exponen y la carencia de recursos destinados para la seguridad y defensa, pero que, a pesar de ello, están presentes en todo el territorio colombiano y aseguran con verdadero valor y abnegación el desarrollo de la nación.

La ponderación manifestada inicialmente parece ser justificada y objetiva porque para la época (1.996) los soldados no tenían botas de combate, armas y equipo especial, fluvial, terrestre ni aéreo; de ello son testigos los integrantes de los poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial en todos los escalones y nadie hizo nada por dotar mejor las tropas que con altruismo y amor patrio cubrían el territorio nacional. ¡Qué injusticia! Pero es posible que no sea de su conocimiento que los deberes en el campo militar obedecen a dos  prioridades: primero Cumplimiento de la Misión y segundo El bienestar de los hombres en ese orden. Como en el juramento patrio, prima la defensa de la patria a la vida del hombre. ¡…”Y llegado el caso morir por defenderte”!

Seis años más tarde se puso en ejecución el plan Colombia, para que los Estados Unidos, empezaran a dotar a nuestros soldados sin ser su responsabilidad, ni obligación. ¡Qué injusticia! El profeta Mahoma fundador del islam sentencia “Desgraciados los que miden mal y pesan mal; los que cuando otros miden exigen la medida llena, y cuando miden ellos, disminuyen la medida y el peso de los otros”. ¿Será justo insinuar y orientar la responsabilidad a los mandos que hoy se quiere inculpar? ¡Qué injusticia!, los recursos del Estado, no los destina la Fuerza Pública, el presidente del Consejo de Estado, debe conocerlo y aplicarlo para orientar los esfuerzos jurídicos hacia otros responsables.

Este fallo, indudablemente, servirá para que el Estado asigne los recursos necesarios para dotar a las Fuerzas Militares y a la Policía Nacional o de lo contrario veremos una gran cantidad de insubordinados u otro tanto de inculpados por desobediencia, cobardía y a la gran mayoría por omisión, cuando del cumplimiento de las órdenes se trate. ¡que injusticia! Y se cumplirá lo dicho por el pensador francés Montesquieu “Los más desgraciados no son los que sufren las injusticias, sino los que las cometen” ¿De qué lado están los estrados judiciales y a qué lado se quiere ubicar  al Mando Militar?

¿Qué decisiones se pueden esperar de la justicia para el futuro? ¿Saldrán de las cárceles los delincuentes y serán llevados los inocentes, como en los casos que se adelantan contra algunos miembros de la Fuerza Pública? Al responder estas preguntas nos sirve de referencia lo dicho por el escritor y filosofo americano Henry D. Thoeau: “Bajo un gobierno que encarcela injustamente, el lugar del justo es también la cárcel” ¡Qué injusticia!


A pesar de la independencia de los poderes del Estado en Colombia y en cualquier país del mundo, debe actuar oportunamente el jefe del Estado, para integrar los esfuerzos y orientar el rumbo hacia los propósitos del mismo. De lo contrario serán perdidos todos los esfuerzos que se hagan en forma descentralizada. Se debe evitar que suceda lo que decía el tercero y último Rey de Israel Salomón “El que justifica al impío y el que condena al justo, ambos son abominables ante Dios.” ¿Será factible lograr la unidad nacional propuesta por el Jefe del Estado al inicio de su mandato con estos fallos de la administración de justicia y la tendencia de llevar a la cárcel a los justos? ¡Qué injusticia!

¿Cuáles son las consecuencias en el campo militar, con el fallo del Consejo de Estado, por el ataque a la base de Las Delicias en agosto de 1996? cuando determina que “fue el Estado el que creó la situación objetiva de riesgo por la existencia de la base en un ámbito espacial, de orden público y de posibilidades de defensa y protección limitado”. ¡Qué injusticia! ¿Llegarán las cosas a que la Fuerza Pública tenga que obtener el visto bueno de los jueces para la localización de las instalaciones de sus unidades, con el fin de evitar las consecuencias jurídicas, con fallos de personas que desconocen el medio y las circunstancias políticas y militares reales del orden público en la región y de la geografía nacional? Cabe recordar y aplicar para este y muchos otros casos, el refrán de “Zapatero a tus Zapatos”. O de lo contrario, que Dios nos bendiga y bendiga a todos los miembros de la Fuerza Pública en servicio activo y en retiro, pero que también les dé a los injustos su propio merecido. ¿Tendrá el Estado que indemnizar a los 46 millones de colombianos, por el riesgo que corren al vivir en el país, en medio de tantos bandidos e injustos ciudadanos?

¿Qué deben hacer los miembros de las instituciones legítimas para cumplir con el sagrado deber constitucional de defender al Estado y a sus ciudadanos?  Si se cumple con el deber, corre el riesgo de verse incurso en un delito por acción, si no lo cumple, lo cometerá por omisión, en conclusión las cárceles se llenarán de inocentes de la Fuerza Pública. ¡Qué injusticia!


A pesar de la nobleza del pueblo colombiano y de la aceptación obligatoria de los fallos emitidos, todo será viable y de posible aplicación. Pero queda el dolor amargo fundamentado en sus contenidos, aparentemente ejemplarizantes, carentes de análisis dentro de los principios éticos y de justicia, por su orientación destructora para las personas y las instituciones de bien, que actúan en defensa legítima del Estado y que han entregado todo por la patria. ¡Qué injusticia!

¿Será necesario despolitizar la justicia y que los órganos de control sean más efectivos?  ¿Será posible que nuestros respetados miembros de las Altas Cortes, recibieron un alto encargo para el cual no estaban preparados o sus competencias no alcanzaron las expectativas, o fueron indebidas y sobre estimadas por sus mismos integrantes o simplemente su categoría no se ha adaptado a esa alta dignidad, dejando en sus fallos a un lado los objetivos y propósitos nacionales? Valdría la pena una autoevaluación oportuna de parte de los interesados para demostrar que empleando todas sus brillantes competencias jurídicas, se enmendarán los posibles errores cometidos.


Para fortalecer la justicia y evitar que se cometan más injusticias, es prudente recomendar a quienes tienen la responsabilidad de dirigir el Estado en sus poderes públicos, un dialogo abierto y franco para lograr entender cuáles son los objetivos y fines del Estado, trabajar en la misma dirección complementando o generando las leyes requeridas o simplemente acondicionarlas para obtener la eficacia, dentro de la compleja realidad del conflicto colombiano. Ver la necesidad de efectuar una reforma constitucional, que garantice la equidad para los integrantes de la Fuerza Pública, en las diversas situaciones dentro del conflicto armado que vive el país, generado por sus enemigos y en ningún momento, por quienes la defienden y protegen sus intereses.

“Cuando un pueblo enérgico y viril llora, la injusticia tiembla”  (Fidel Castro)

Bogotá, 14 de Junio de 2011

*Miembro del Centro Colombiano de Pensamiento Político-Militar


miércoles, 8 de junio de 2011

LA LEYENDA DE MARQUETALIA

Sobre la leyenda de Marquetalia
Por Eduardo Mackenzie
7 de junio de 2011

Casi todos los años, hacia mediados de mayo,  la prensa de Bogotá repite de manera rutinaria los gazapos de siempre sobre Marquetalia: que allí fue donde “nacieron” las Farc, que allí “50 campesinos se  alzaron contra el gobierno de Guillermo León Valencia”, que allí fue “derrotado” el Ejército, que allí surgió la guerrilla “más fuerte” de Latinoamérica, etc.  Ese mito, fabricado por la propaganda  mamerta, tiene la piel dura por una razón: porque los historiadores y los periodistas, quienes deberían ser serios y sentirse obligados a investigar para poder contar lo que allí ocurrió realmente, se contentan con tragar entero las imposturas fabricadas por gente que se burló siempre de la verdad.

Este 28 de mayo, en efecto, Jineth Bedoya Lima, célebre reportera de El Tiempo,  fina conocedora del tema de las Farc  y de las otras bandas ilegales del país, firmó un buen reportaje sobre los esfuerzos del Ejército colombiano para retirar las minas antipersonas con las que las Farc han sembrado la región de Marquetalia. Sin embargo, en ese texto interesante y bien intencionado volvieron a  aparecer los curiosos clichés de marras: que hace 47 años Marquetalia era “una hacienda”  y que  allí  “50 campesinos se alzaron contra el gobierno de Guillermo León Valencia”.

El embuchado fue rematado con el dudoso “testimonio” de un “viejo del pueblo” de  Planadas quien le dió a la periodista, como si nada, y sin que ésta se percatara de la manipulación, dos datos adicionales mentiroso. El “viejo” afirma, por ejemplo, que “el 29 de diciembre de 1964 empezó la histórica operación Marquetalia” y que  allí "el Ejército perdió la batalla y se engendraron (sic) las Farc".

Falso. El Ejército no perdió allí ninguna batalla. Todo lo contrario: del 17 de mayo al 15 de junio de 1964 (nada que ver con diciembre),  el  Ejército desalojó, en brillante acción, las huestes atrincheradas de Isauro Yosa y “Tirofijo”, tras evitar la trampa que éstos, siguiendo el modelo indochino,  habían preparado para masacrar la tropa.  Tras los tropiezos iniciales, debidos más a la geografía que a otra cosa, los militares ingresaron a la tupida zona, pusieron fuera de combate a 35 guerrilleros, capturaron a otros 54, liberaron  la población del yugo terrorista y  se apoderaron de la documentación del grupo armado. Desde el primer empuje de los militares, el astuto “Tirofijo” huyó con una escolta de 48 guerrilleros, hacia un enclave secreto en la región de Guayabero. Los otros escaparon por un sendero hacia el enclave de Riochiquito, donde tratarán de hacerle frente al Ejército sin ningún éxito pues serán  desalojados de allí en septiembre del mismo año.  

Las Farc  no “se engendraron”  en Marquetalia. Esa organización, como estructura militar con una orientación ofensiva bien precisa, ya existía en esa fecha, aunque sin nombre, y estaba consolidando varios frentes en torno de un epicentro,  bajo el control del Partido Comunista, el ojo de Moscú en Colombia. La proclamación de la tenebrosa sigla no había sido hecha, como pensaban hacerlo, pues el rápido asalto del Ejército no les dio tiempo. 

Las Farc fueron una de las creaciones típicas de la URSS para llevar su  Guerra Fría al continente. Pese a ello, y al apoyo material de Cuba, esa guerrilla no fue una de  las más exitosas de Latinoamérica, como algunos predican, pues nunca lograron conquistar el poder (como sí lo hicieron dos guerrillas comunistas del continente). Ni siquiera fueron capaces de conquistar, de manera durable, un sólo kilómetro del suelo colombiano.
Planadas tampoco fue el lugar donde  se formó la primera guerrilla comunista colombiana. Ese lugar fue Viotá, epicentro de la llamada “república independiente del Tequendama”, donde los vieiristas, con la ayuda de Víctor J. Merchán, erigieron su primera escuela de guerrillas, en las barbas mismas de las autoridades, quienes no tenían claro  qué tipo de adversario tenían en frente.

Marquetalia no era una “hacienda” con inocentes labriegos, como pretende la leyenda. Era una meseta, epicentro  de una amplia región llamada Gaitania. El verdadero nombre de ese punto era El Támaro. Quien se inventó el apelativo de “Marquetalia” fue  el guerrillero comunista  Jacobo Prías Alape, alias “Charro Negro”, quien en 1955 le dio ese nombre para rendir homenaje al sindicalista Manuel Marulanda Vélez, el verdadero, no el que después transformó ese nombre en apodo para tratar de quitarse de encima el remoquete de “Tirofijo”.  La etiqueta “Marquetalia” no tiene que ver con la trayectoria de Pedro Antonio Marín.  Este, en enero de 1960, tras la muerte de “Charro Negro”, adoptó  el nombre de “Manuel Marulanda Vélez” .

La región de Gaitanía tenía otro nombre pero fue bautizada así por  Fermín Charry Rincón, un activista  y guerrillero comunista. En 1949,  él se apoderó de ese paraje de difícil acceso para crear la “república independiente de Gaitania”.  Ese lugar dispone de  corredores naturales  hacia Caquetá y Cundinamarca  y limita con cuatro departamentos (Huila, Tolima, Valle del Cauca y Cauca).

Por su carácter estratégico, aislado e inhóspito,  esa región se convirtió en zona de repliegue de bandoleros. Isauro Yosa,  “Charro Negro” (el jefe de Tirofijo)  y Ciro Trujillo, derrotados  en otros departamentos,  se ocultaron y  refugiaron allá, sobre todo desde 1959.  Meses después,  esas bandas se dieron a la tarea de reforzar sus instalaciones: cavaron  túneles  y trincheras y erigieron un bastión que pensaban sería inexpugnable, desde donde lanzaron sus “comisiones”, es decir sus bárbaras expediciones contra los campesinos y los notables de la región para  ponerlos bajo sus órdenes. A ese lugar fueron a dar las huestes errantes de cuatro enclaves armados: Planadas, Rionegro, La Herrera y Miraflores. Por eso, desde 1962, el Ejército había llegado a la amplia región de Gaitania para pacificarla.

Las primeras repúblicas independientes, unas liberales y otras comunistas, aparecieron  durante el gobierno de Laureano Gómez y se extendieron desde entonces, hasta que Jules Dubois, un periodista norteamericano, dió cuenta del fenómeno en el Chicago Tribune, el 20 de noviembre de 1961. Fue a raíz de eso que Álvaro Gómez Hurtado, diez días más tarde, expuso la cuestión ante el Senado colombiano.  En ese momento ya había once “repúblicas independientes”. 

La táctica de los comunistas en esos enclaves fue muy hábil: permitir la coexistencia de grupos adversos para asimilarlos. Los campesinos liberales y conservadores podrían recibir protección de los comunistas bajo tres condiciones: respetar a sus protectores, no hacer proselitismo y asistir, obviamente, a reuniones de adoctrinamiento a cargo de expertos. De ese experimento salió una fauna política de nuevo tipo. En ciertas zonas  apareció gente que se decía “liberal-comunista”, así como “conservador-comunista”, “católico-comunista” o “protestante-comunista”. El país  ha  olvidado eso.

Ello explica, sin embargo,  la aparición de una alianza de las extremas (MRL, comunistas y hasta una fracción disidente laureanista) que se opuso al pacto del Frente Nacional de 1957 el cual abrió  una salida constitucional al problema de quien sería el presidente de la República en 1962. Para los coaligados era impensable otra solución que no fuera de hecho o violenta. Empero,  serán aislados y derrotados gracias a la popularidad del Frente Nacional y su sistema de  alternancia y de paridad política.

Comentario:

Buenas  tardes:
Que  interesante  tratar  estos  temas  que  además  de  históricos,  hacen  evocar  épocas  pasadas  de  nuestras  vidas  en la  carrera  de  las  armas. Para  conocimiento  de  todos  ustedes,  si  es  que  no  lo  recuerdan, la  primera  Operación  Militar  en  la  Zona  de GAITANIA,  la  cumplió en  Batallón  de  Artillería  N° 6 Tenerife, creo  en  1962,    planeada  y  dirigida  por  el  señor  Teniente  Coronel JAIME  SARMIENTO (q.e.p.d.) ,  a  la  cual  se  denominó “Penetración”   que  tenía  como  finalidad  atacar  a  un  grupo  de las  guerrillas  Comunistas,  en  dos  columnas,  cada  una  por  una  margen  del  río Ata. Me  correspondió  por  suerte  la  menos  comprometida  y  al Teniente BONILLA  RUIZ  EDUARDO la margen  que  defendía  el  Sargento  PASCUAS,  quien  con  un  disparo certero  terminó  con  la  vida  del  Joven  oficial unas  pocas  horas  después de   haber  iniciado. Si  la  memoria  no  me  falla  salimos  a  las  03:00  y  el  ataque  fue  como  a  las  06:00 Hs. Sel  señor  Teniente HECTOR  CORREDOR  continuó  con  la  patrulla.  La  tarea   se  completó  y  llegamos  hasta  San  Miguel  ,  lugar  donde permanecimos creo  dos  semanas  y  donde  fuimos  hostigados   en  diferentes  momentos  por  estos  bandidos.  Nunca  olvido el  rescate  de  dos  heridos  hecho  por  el  hoy  señor  General ® MANUEL JAIME  FORERO  QUIÑONEZ  en  un  helicóptero  de  Burbuja el  cual  milagrosamente  logró  tomar  altura luego  de iniciar  el  vuelo  en  condiciones   bastante  difíciles..

Qué  pena,  pero  hay  escritos  que  nos  remueven  el  fondo  del  alma… y  por  eso  escribo  estas  notas… que  espero  hayan  sido  evocación  para  algunos  compañeros.

Feliz  tarde

CR ALVARO BONILLA LOPEZ