lunes, 24 de febrero de 2014
¿Las Fuerzas Militares están siendo negociadas en La habana?
Detrás de
la barrida de Barrero
Por Rafael Guarín
OPINIÓN. Revista Semana.
Santos tiene problemas para cohesionar el Ejército, no porque
esté en contra del proceso de paz, ni mucho menos, ni porque exista ruido de
sables o amenaza de ruptura constitucional. ¡No! Los militares colombianos son
respetuosos del poder civil y se someten al estado social de derecho, pero les
preocupa cuál será el tratamiento político y jurídico que recibirán una vez se
llegue a un “acuerdo de terminación del conflicto” con las FARC y cuál será el
futuro de su institución.
Es obvio. La experiencia demuestra que los militares van a la
cárcel y los exguerrilleros al poder. Mientras los que enfrentaron a los
criminales son perseguidos y privados de la libertad, muchas veces injustamente,
quienes se dedicaron a extorsionar, asesinar, masacrar, violar, traficar
drogas, enriquecerse ilícitamente y reclutar niños van directo al Congreso,
ministerios o a la Presidencia de la República. A las fuerzas armadas las
estigmatizan, las califican de instrumentos de terror estatal, y a los
terroristas los exaltan como estadistas hasta graduarlos de héroes. Mientras a
los soldados se les excluye, señala y repudia, a los criminales se les
convierte en referente moral.
Por eso la posición del saliente Comandante de las Fuerzas
Militares, General Leonardo Barrero, era clara: no se puede negociar a las
FF.MM. en La Habana. Su planteamiento, compartido por un amplio sector de las
fuerzas, es que no se deben pactar reformas al estamento castrense con Timochenko.
¿Razonable? ¡Por supuesto! Aceptarlo implicaría que son las FF.MM. las
causantes de la violencia y por eso se deben intervenir de común acuerdo con
los terroristas.
Además, significa admitir que por ese camino la suerte
jurídica de los militares no se resuelva en el Congreso, ni en las cortes y
dependa de Márquez y Catatumbo. ¡Triste historia! Los militares y policías que
ofrendaron su vida en defensa de los derechos de los ciudadanos dependen ahora
de las FARC. ¡Victoria fariana!
En los pasillos del Ministerio de Defensa y entre altos
oficiales se menciona que la barrida a Barrero tiene que ver con que, en el
evento de rendición de cuentas efectuado hace tres semanas por el sector
defensa, el comandante se atrevió a decir públicamente al Presidente Santos que
las FF.MM. no podían ser objeto de negociación en La Habana. Todo el resto que
rodea su salida es escenografía montada con el cuidado que permitiera distraer
la verdadera razón.
Esas mismas fuentes reconocen que Barrero se salió del guión,
no sólo por su criterio frente al uso de la fuerza en el marco del DIH contra
las bandas criminales, cosa que Sergio Jaramillo veta aún por encima del
ministro Juan Carlos Pinzón, sino porque en una reciente reunión con presencia
de varios generales en Villavicencio, que congregaba comandantes del Comando
Conjunto del Sur Oriente, Barrero intervino públicamente después de Jaramillo
con observaciones que aumentaron la inconformidad de ese sector del gobierno.
La preocupación de los militares tiene fundamento. En el
marco jurídico para la paz, nombre pomposo con el cual se bautizó la reforma
constitucional que permite la impunidad para las FARC, metieron un mico que al
parecer el MinDefensa aún no ve o ayudó a redactar: “Una ley estatutaria podrá
autorizar que, en el marco de un acuerdo de paz, se dé un trato diferenciado
para los distintos grupos armados al margen de la ley que hayan sido parte en
el conflicto armado interno y también para los agentes del Estado, en relación
con su participación en el mismo”. Sí, en “en el marco de un acuerdo de paz”,
es decir, en el contexto de un Acuerdo en La Habana con las FARC se definirá el
tratamiento jurídico para policías y militares, una interpretación que se debe
objetar.
Tan honda es la preocupación en las filas que el General en
su carta de despedida, luego de advertir que las FF.MM. están inmersas en una
“coyuntura especial” reconoce que “tiene la esperanza que, con la unión de
esfuerzos y el compromiso que nos caracteriza, nuestra Institución no será objeto
de negociación en escenario alguno, presente o futuro y bajo ninguna
circunstancia”.
Y más adelante, en la misma comunicación, Barrero pide el
apoyo para la gestión del General de la Reserva Activa Jorge Enrique Mora, a
quien reconoce la calidad de “representante en la mesa de conversaciones de La
Habana”. Luego, es evidente que la posición de Mora es la misma de Barrero. Al
sacar a éste se pretende romper esa llave y quitar el bastión sobre el que Mora
se espera sostenga una fuerte posición de defensa de los intereses militares en
la mesa con las FARC.
Es forzoso entonces interrogarse sobre si lo que se buscaba
al sacar a Barrero es debilitar a Mora. Este General, serio, respetado y
escuchado por activos y retirados es garantía; no obstante, juega solo, es
decir, tiene que enfrentar la laxitud característica de Sergio Jaramillo en
estos temas, el afán de Santos de firmar lo que sea y la codicia del
Secretariado que ve en el proceso la oportunidad de pasar una cuenta de cobro y
destruir a las fuerzas militares. No hay que olvidar que para los comunistas la
“solución política negociada” no es más que una forma lucha revolucionaria.
El mensaje de Barrero no debió fastidiar al presidente a
menos que el temor de los militares corresponda a la realidad, caso en el cual
la falta de transparencia del gobierno no sería otra cosa que una emboscada.
Con habilidad se trataría de adormecer a los militares para llevarlos a un
escenario adverso en el que se imponga la transformación de las fuerzas
armadas, diseñada a dos manos con las FARC, así se presente de otra forma por
el gobierno.
Los militares y policías no son beligerantes. ¡No deben
serlo! Les corresponde abstenerse de participar del debate partidista y están
destinados a cumplir su labor en el marco del objetivo político fijado por el
presidente. Eso no se discute. Pero tampoco caer en el extremo de pretender su
silencio absoluto cuando se trata de sus garantías judiciales y del futuro de
la propia institución.
En twitter @RafaGuarin
martes, 18 de febrero de 2014
El proceso de paz con las FARC
Debemos tragarnos unos sapos!...No, el Sapo ya nos está
comiendo a nosotros!
MG ® Ricardo Rubianogroot Román
Lo expresado en ese
sugestivo título, fue una expresión real de alguien a quien estimo mucho cuando
hablábamos de la situación actual del país.
Lo referido en el encabezado
de este escrito es completamente cierto. Persistentemente cuando hablamos del
actual proceso que supuestamente va a dar fin al conflicto interno que vivimos,
se escuchan ese tipo de expresiones,
¡para lograr acuerdos los colombianos debemos engullir algunos sapos! La
triste realidad es que sin que se llegue al final de los acuerdos mencionados, es
el sapo quien nos está comiendo a nosotros.
Esa afirmación se hace
cuando a diario podemos evidenciar lo que sucede en el país. En esta ocasión me
referiré a lo que extrañamente la revista Semana se ha enfocado en sus dos
últimas ediciones, se ha ensañado contra
una de las Instituciones más queridas del país como es el Ejército Nacional,
primero con la especialidad castrense
que no puede faltar en un país soberano
ni en ninguna fuerza Militar, la
Inteligencia Militar, y luego con casos de una supuesta mala e irregular contratación
en esa misma cara Institución.
Tanto en uno como el otro
caso referido, no hay profundidad por parte de las personas que escribieron
esos artículos irresponsables y se los señala así porque nadie puede dejar en
el ambiente algo que es susceptible de estar pasando, pero hasta no
corroborarlo con mayor profundidad y seriedad no puede afirmarlo.
Sin hacer mucho esfuerzo y
sin tener que estrujar nuestro cerebro, se deduce la relación que tienen estas
publicaciones con el proceso que se adelanta en la isla, su propósito es claro
debilitar al Ejercito Nacional y acallar a la Cúpula Militar, acondicionar a
sus integrantes para lo que se puede intuir será el destino de la Institución
castrense. Este Sapo nos inicia a ingerir!
Más insensato es tomar
acciones correctivas para dar la sensación de control y autoridad, en este caso
por una persona que admiro y respeto pero que en este caso no comparto su
decisión, por ser apresurada y avivada por circunstancias del momento, me
refiero al Ministro de la Defensa, que entiendo claramente que tiene presiones
circunstanciales y de Gobierno.
Todos los que hemos
pertenecido a esa Institución o a cualquier otro Estamento, esperaríamos que se
indague, que se profundice, se ahonde y se tenga la absoluta y plena certeza
antes de tomar una decisión de fondo como la que se ha tomado a tan poco tiempo
de conocido los hechos. Ahora si había conocimiento de irregularidades que se
venían presentando, porque no se tomó
acción oportuna y a su debido tiempo?
Desafortunadamente este es
un síntoma repetitivo, me referiré a los casos más recientes, pues hay muchos
conocidos; el caso del Almirante Arango
Bachi quien fue retirado por hechos que posteriormente fueron aclarados donde
no tenía ninguna responsabilidad, el caso con
Oficiales que fueron destituidos por falsos positivos en los que no hubo
ninguna investigación, hoy día ya hay casos de estos retiros que han fallado a
favor de los supuestos implicados, los más recientes de los Generales de
Inteligencia y ahora el último caso por el escándalo generado por las
publicaciones de Semana.
Me queda tan solo como
estímulo, la valiente y altruista intervención del Mayor General Javier Rey en
que explicó ampliamente la razón de su retiro a los medios, lo hizo con altura
señor General! y su actitud y decisión
hablan de su integridad, que bueno sería que en momentos de apremio como los
vividos en estos días en la Institución, se imite este tipo de comportamientos,
no podemos seguir admitiendo atropellos y abusos como los que estamos viendo,
tampoco podemos dejar la sensación que las decisiones en casos como estos, son
siempre acertadas.
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