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jueves, 21 de abril de 2011

La Opinión del día

Otro duro golpe al Ejército Nacional.


La  inmerecida y desafortunada baja del General Gustavo Matamoros Camacho


Por :  Centro Colombiano de Pensamiento Político Militar


Todo fue bien preparado. Sucedió el miércoles 20 de abril de 2011 a las 5 PM, cuando  el pueblo colombiano estaba de viaje por Semana Santa y todo el Ejército se encontraba desplegado en los trabajos de Seguridad y de apoyo a los afectados por la ola invernal. Por la mañana el Almirante Edgar Cely salió a los medios de comunicación a decir que en las Fuerzas Militares todo era paz, armonía, comprensión, solidaridad; por la tarde se confirmó lo que se comentaba en los pasillos y en algunos medios de comunicación: "Hay fractura en la cúpula militar".

Estos rumores fueron confirmados por los subsiguientes acontecimientos. El día miércoles 20 de Abril en las horas de la tarde, Almirante Cely llamó al General Matamoros,   para insinuarle que pidiera la baja, el General Matamoros se negó rotundamente, por lo cual fue llamado a “calificar servicios” de acuerdo a la facultad discrecional del gobierno. Un hecho de extrema gravedad por las implicaciones que esto tiene, particularmente al interior de las filas de Ejército Nacional, no se concibe bajo ningún punto de vista el tratamiento dado al segundo al mando de las Fuerzas Militares, sin la más mínima consideración y sin tener en cuenta las consecuencias que esto traerá para la moral de las tropas.  No se concibe que el Ministro de la Defensa Nacional no haya intervenido oportunamente para evitar este agravio o por lo menos haber oído al General Matamoros,  para luego tomar una determinación de esta dimensión; pero sí muy orondo al día siguiente en rueda de prensa, nombro a su reemplazo como si se tratara de un relevo rutinario de un mando medio. 

Lo cierto es que el General Matamoros, había presentado varias diferencias con el Comandante General, sobre temas conceptuales y de fondo, relacionadas con el Fuero Militar, La Justicia Penal Militar, el Fuero carcelario, los Comandos Conjuntos, compras de equipamiento militar y otros temas de alta importancia estratégica, particularmente para el Ejercito, por ser la Fuerza que está afrontando en un 90% los más duros embates de sus enemigos. Indudablemente Matamoros se convirtió en la piedra en el zapato, por oponerse  a la política de apaciguamiento y total abnegación ante los desafueros cometidos contra el Ejército  en los últimos años. No dudamos de las excelentes condiciones y virtudes de Almirante Cely, pero no compartimos su falta de flexibilidad y manejo de un equipo tan importante como es el Comando General.

El señor Presidente de la Republica en uso de sus atribuciones, nombró como Comandante General de las Fuerzas Militares al señor Almirante Celis, incluso años atrás,  había sido ejercido este cargo por el señor Almirante Holdan Delgado, quien efectuó un manejo prudente y cordial sin contratiempos; pero esto no quiere decir que esta decisión haya sido correcta y doctrinaria. No compartimos que una Fuerza como la del Ejército Nacional con más de 220.000 hombres, sea comandada por un marino que es experto en operaciones marítimas. Es como si se nombrara de Comandante de  la Flota Naval del Atlántico o de Comandante de la Armada, por el solo hecho de tener algunas tropas del Ejército,  a un General experto en operaciones terrestres. Si hablamos doctrinariamente y teniendo en cuenta la organización de los Comandos Conjuntos, que es el caso del Comando General, “dice que esta organización, deberá tener como Comandante a un miembro de la Fuerza que tenga el mayor componente”, y esto tiene su lógica desde donde se mire.  Todas las Fuerzas Militares del mundo siguen esta doctrina, no por capricho sino por norma organizacional, lo contrario será la improvisación por inexperiencia.

Respetamos y reconocemos la importancia de nuestra Armada Nacional, en los mares y ríos de nuestra patria, así como los decisivos y valiosos aportes de la Fuerza Aérea Colombiana, que sin su aporte hubiere sido imposible obtener los éxitos en las más importantes operaciones de los últimos tiempos.

Lamentamos profundamente la baja del General Matamoros. Un hombre íntegro, serio, inteligente que por divergencias conceptuales salió de baja con honor como corresponde a los Generales que defienden la Institución. El maltrato sufrido a un General de cuatro soles al darlo de baja en la forma como lo hicieron, es el fiel reflejo de cómo están maltratando al Ejército Nacional.

En este desafortunado hecho perdió el Ejército, perdió la Armada, perdió el Almirante Cely y perdió el país, así traten de minimizar el hecho. Los que deben estar celebrando en estos momentos por esta desafortunada baja del General Matamoros,  son los terroristas de las FARC y los enemigos solapados en las instituciones.


Bogotá, 21 de abril de 2011

CENTRO DE PENSAMIENTO ESTRATEGICO POLITICO MILITAR



pensamiento.politico.militar@gmail.com



miércoles, 13 de abril de 2011

Editorial de la Semana


ACABAR CON LAS FUERZAS ARMADAS



Centro Colombiano de Pensamiento Político Militar


Acabar con los Ejércitos de América, tal cual, es el objetivo, jamás desmentido, del Foro de Sao Paulo y de las organizaciones y gobiernos proclives a la izquierda.

Pero no. No es esa la idea de nuestro gobierno, ni de los medios, ni del aparato de justicia, ni de la opinión pública colombiana. Ni siquiera de las organizaciones de izquierda con todos sus tentáculos, incluyendo, por supuesto, a la subversión.  Esta pretende es atacar, vulnerar y debilitar la capacidad de lucha, ante la imposibilidad absoluta de declinar la “Fe en la Causa” de nuestro Ejército.

Paradójicamente el gobierno, los medios, la justicia, las ONG’s, consciente o inconscientemente, están contribuyendo a la grave desmoralización y desmotivación que hoy afecta por igual a los soldados y policías de nuestras fuerzas armadas. El término está en desuso, pero las fuerzas armadas existen, están vigentes y luchan por nuestra libertad con un profundo dolor de patria, debido al injusto tratamiento, que reciben en compensación a sus grandes sacrificios.

El síntoma es evidente y es cierto. Se comprueba simplemente conversando con soldados y policías que combaten en el monte.

Al soldado y policía colombiano le hace más daño el mal llamado “amigo de cuello blanco” que se hace pasar por aliado y que se encuentra inmerso en el gobierno, en la justicia, en los medios de comunicación, en los mismos gremios y en un sector despistado de la comunidad que juega un doble papel con la sociedad, según su conveniencia y oportunismo. A estos “amigos” desarmados les teme más el soldado que a los alzados en armas en el campo de combate, puesto que son los que más daño le están causando, protegidos por un sistema que hace resonancia y auspicia estas perversas maniobras.

La reflexión del soldado es simple y humilde, como su origen:

¿De qué vale seguir luchando por una causa noble y altruista para defender a una patria desagradecida e indiferente?

¿Para qué llegar hasta el sacrificio sublime de ofrecer su vida por aquellos a quienes les reclaman a gritos su presencia, cuando están en peligro y luego, cuando se encuentran protegidos los rechazan, los vituperan y los desprecian?
¿Para qué la hipocresía de señalarlos héroes en los titulares de prensa y en las pantallas de televisión cuando inmediatamente después del combate, los mismos jueces y periodistas les cambian el calificativo de “héroes”, por el de “asesinos”?

Por qué nuestros dirigentes y hasta los hombres de bien, les ofrecen el honor y la gloria, cuando marchan al combate y a su regreso, les truecan en un instante el honor por el deshonor y la gloria por la indignidad.

¿Por qué la justicia acusa sin juicio y condena sin pruebas en la mayoría de los casos, cuando de militares se trata y dónde están en ese momento los defensores de los derechos humanos... y dónde el gobierno... y dónde y dónde los periodistas... los industriales, los ciudadanos que se han beneficiado de su protección?

¿Por qué los medios de comunicación condenan anticipadamente, sin freno ni pudor, sin proceso, sin juicio y sin pruebas, con discriminación, a quienes portan las Armas de la República?

¿Por qué los aplausos generosos de la sociedad protegida se desvanecen, cuando cesan las trompetas del triunfo y de inmediato se vuelven a levantar, para señalar con dedo acusador a los hombres que han derramado su sangre por defenderlos?

¿Por qué siguen siendo indiferentes y apáticos el gobierno y sus estamentos a los reiterativos reclamos y peticiones de justicia que a diario les piden, con pleno derecho, los soldados y policías de Colombia?

Las voces del silencio que llegan a sus oídos son desoídas, porque no sirven para acrecentar su caudal político, pero es bueno que adviertan que están socavando las bases de la institucionalidad y en ese momento ¿a quién van a acudir?

Hay, hoy en el país, tres o cuatro voces de reconocidos y abnegados patriotas, ilustres periodistas, que con valentía y decoro se han atrevido a defender de oficio, a los olvidados de la patria, enfrentándose tan solo con el arma de la verdad, a las huestes venenosas de sus congéneres, que no han querido escuchar estas voces que pregonan la necesidad de sostener al Ejército, para que no dejen caer la Republica. Oídos sordos que no entienden que destruyendo al soldado, se están aniquilando a sí mismos.

El clamor que se oye de la reserva activa, todos los días, se apaga sin escucharse, porque el gobierno, los medios, los estamentos y el país en general, perciben a los viejos guerreros, como muebles viejos, a los que hay que mantener arrumados en los rincones del olvido.

La expresión de los Generales que han sido Comandantes del Ejército, se refleja en su último comunicado cuando dicen “Esta guerra larvada que ataca desde las sombras y  a cuyas formas sinuosas del engaño y perfidia, cierran los ojos sociedad y estado, al permitir que a sus instituciones armadas se les denigre, desconociendo su papel de defensores de la libertad y derechos que ilustran nuestro ser republicano”.

Cuando un pueblo pierde la memoria para olvidar a los que luchan y han muerto por su libertad y a los que regresan heridos y mutilados los esperan en los estrados, para seguirles mutilando el alma e hiriéndoles en las fibras más sensibles del honor. ¿Podrán estos hombres sentirse plenos de entusiasmo y de moral?

Sí. No nos podemos llamar a engaño; hay desmotivación y gran dolor en los soldados y policías de Colombia porque tienen en lo profundo motivos morales para estarlo.

No hay mejor soldado que el soldado colombiano, hoy se encuentra ofendido y humillado por gran parte de sus compatriotas, aunque continúan en la lucha sin esperar contraprestaciones. Por su sacrificio sublime, no necesitan recompensas, no reclaman honores, ni medallas, no quieren reconocimientos viles. Exigen con dignidad su derecho a no ser acusados sin razón, condenados sin juicio, ofendidos por sus propios conciudadanos.

Colombia necesita de sus soldados y policías, Los colombianos no podemos seguir siendo indiferentes a la suerte desgraciada que hoy viven nuestros verdaderos héroes.

Señores Comandantes, no dejen pasar esta oportunidad, lideren este propósito nacional, y defiendan a nuestros hombres con el mismo empeño y dedicación como han defendido su honor a lo largo de la vida!. La patria restablecida les agradecerá por siempre este gesto de grandeza.

Bogotá, 13 de abril de 2011

Centro Colombiano de Pensamiento Político Militar
www.pensamientopolitico-militar.blogspot.com